Como otras figuras de la vida sindical, política y empresaria, Lijo se siente traicionado por el Gobierno. Hace foco en dos personas: Juan Mahíques (representante del Poder Ejecutivo en el Consejo de la Magistratura) y Daniel Angelici presidente de Boca, dirigente radical y operador boquense.

Lijo cree que ambos le soltaron la mano luego de que él mismo se encargara de organizar dos encuentros de jueces federales en Olivos en compañía del propio Mauricio Macri, dicen en los pasillos de Comodoro Py.

No ha sido solo eso. El juez organizó la detención de Amado Boudou y permitió el relato mediático de la misma, aportó datos cruciales al macrismo desde la oficina de escuchas judiciales donde reporta un hombre de su confianza y operó a la altura de la Corte para que las causas que molestan a Pedro Blaquier sigan allí abiertas, cuando hay muchos argumentos para cerrarlas. Lijo cruzó el Rubicón por este Gobierno y ahora se siente abandonado, librado a su suerte.

No solo no renunciará. Se defenderá cómo el mejor lo sabe. Para entender: tal vez ya no sería tan buena idea para el macrismo que el affaire Odebrecht termine concentrado en el juzgado de Marcelo Martínez de Giorgi, magistrado muy cercano a Lijo.

Y no sólo eso. Hace algunas noches en una comida el juez dijo que la financiera que operaba su hermano en Puerto Madero tiene videos de alto voltaje de algunas personas que visitaban esa suerte de cueva VIP, dijeron testigos. Algunas ligadas a la actual administración. Datos sensible si se considera que Lijo tiene la causa penal referida a los familiares del Presidente que se acogieron al blanqueo de capitales abierto por la AFIP.