escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial
para JorgeAsísDigital
Según Marcos Peña, El Pibe de Oro, se debe “fortalecer al Presidente”.
Es la manera indirecta de aceptar que Mauricio, El Ángel Exterminador, está debilitado.
En “falsa escuadra”, como en “Fangal”. Tango, Enrique Santos Discépolo.
“Barranca abajo”, como en el teatro de Florencio Sánchez.
Pero el 30 % de los angelicales cautivos suelen irritarse cuando se les dice lo que sospechan. O temen.
Que no va a resultarle fácil -al Ángel- consolidar la candidatura presidencial.
Es natural entonces que se hable, en countries y shoppings, del “Plan B”.
Que es, en realidad, el Plan V. Con “v” corta.
Por Sor Vidal, la señora gobernadora de la provincia inviable. La Chica de Flores de Girondo.
La dama, adicta al sacrificio, les prohíbe, a los ministros embalados, tratar el tema.
Ni que lo piensen, siquiera, en voz alta.
Aunque Peña nada tiene para decir, sale a tranquilizar.
El muchacho ataja los penales que puede. Lo reconstruyen como el responsable de los errores.
Pero la estructura es sensible al desánimo derrotista. Dañaron aún más al país económicamente desvencijado. Cuesta confortarse con las justificaciones trilladas. Con los culpables detectados. Cercados.
El Pibe de Oro habla para La Nación, que es el único medio exclusivamente cautivo. Como el tercio de los fervorosos angelicales que están alborotados por el regreso clavado de lo peor del peronismo.
Habla El Pibe, además, para Clarín. Cuando justamente el Grupo se encuentra en un momento de apertura reflexiva. De transición, tal vez de búsqueda, que refleja inconformidad.
Brota la tendencia históricamente afectada hacia el arte del diálogo, que nada tiene de platónico.
La ostensible toma de distancia es tomada, en la práctica, como una muestra de ingratitud.
“Si le cedieron, a Clarín, todo lo que Clarín pedía”.
Le voltearon, en principio, la ecléctica Ley de Medios, que fue utilizada por La Doctora para hostigar su propia gestión.
Pero la política -así se trate de la política editorial- tiene más que ver con la dinámica que con la estática.
Clarín resultó sustancial para que Cambiemos conquistara el poder. Pero no tiene motivos románticos para acompañarlo hasta un poco más allá de la puerta del cementerio.
La empresa no está signada por la ingratitud. Sí por el realismo, como el de Elías Castelnuovo, o Joaquín Gomez Bas.
La toma de distancia no certifica un intento de reconciliación con el enemigo. Con el “frepasito tardío”, que impulsa La Doctora, ni piedad.
Aunque, para ser rigurosamente francos, nunca acompañaron a La Doctora. Como acompañaron, durante los primeros cuatro años, a Néstor, El Furia, el marido. En plena construcción de la utopía recaudatoria.
Hoy esquivan los intentos de acercamiento de La Doctora, que por ahora no trascienden. Los pedidos de diálogo, así sea telefónico.
Las relaciones no cambian, ni prosperan. Aunque entre los colaboradores sustanciales que La Doctora escucha vuelva a lucirse Alberto Fernández, El Poeta Impopular. Un puente desde el Patria, de Rodríguez Peña al 100, hacia la casa de Piedras al 1700, sede del diario de La Corneta.
De las tres “c” de la Corriente Clasista y Combativa, la CCC (Clarín, Carrió y Córdoba), pilares clásicos del Tercer Gobierno Radical, solo persiste inalterablemente leal la “c” de Carrió.
Por distintos motivos, las otras dos “c”, Clarín y Córdoba, se alejan.
Espantador de sufragios
La objetividad es un virus técnicamente retórico. Es positivo, para el portal, que los grandes medios mantengan, en la vitrina, sus preferencias.
La Nación, perfectamente definida, está de frente con el Ángel Exterminador. Pese a la caída, en la economía, que afecta a la propia caída, personal e intransferible, de La Nación misma.
Como está Página 12 frontalmente a favor de La Doctora, pese a la multiplicación de denuncias que a ningún kirchnerista se le niegan.
Por su parte Clarín acompaña, pero pone la pausa dinámica. Con atención puesta en el avance informativo del Plan V.
Crece el Plan V a medida que se disuelve, en el ocaso, el “único camino”, altivo y bartolero, del Ángel que no asume el riesgo de convertirse, aceleradamente, en pasado.
De tanto invocar que los argentinos no quieren volver al pasado, cuesta aceptar que tal vez, en poco tiempo, pasado sea él. El Ángel.
Y hasta el diario simpático del fin de semana -Perfil- parece inclinarse también a haber encontrado su favorito de presentable madurez.
Es Roberto Lavagna, La Esfinge, Nuestro Adenauer.
Consta que el director de Perfil, que es todo un pensador, no vacila en calificar, al Ángel Exterminador, como “piantavotos”.
Es comprensible entonces que Peña insista en “fortalecer al Presidente”. Peor aún: es prioritario.
El Ángel está debilitado pero todavía desafiante. Aunque pase a ser, irrespetuosamente, un mero espantador de sufragios.
Generación que no pierde una
En aquel París de entre-guerras, Gertrude Stein supo calificar de “generación perdida” a la más consagratoria camada de escritores norteamericanos. Los que precisamente recreaban el mito cultural de París.
Entre los “perdidos” figuraba el mentiroso Hemingway, el atormentado Ford Madox Ford, el acomplejado Scott Fitzgerald, y nuestro olvidado formador, Henry Miller.
Con los códigos arbitrarios de La Stein, a la generación política que representa La Esfinge, Nuestro Adenauer, se la puede calificar como la “generación que no pierde una”.
Muchachos que pasaron airosamente los 75 y van con la última medialuna enarbolada, para mojarla en el tazón del poder.
Estar atentos: por el canal de Lavagna navega también la candidatura de Eduardo Duhalde, El Piloto de Tormentas (generadas). Basta con indagar.
Consta que Nuestro Adenauer le dijo al entusiasta pensador de Perfil.
“Hubiera preferido que fuera alguien de una generación posterior a la mía, pero ¿usted lo conoce? ¿Cierto que no? Yo tampoco. No aparece”.
Manera elegante de descalificar a precandidatos que son cronológicamente menores que La Esfinge. Sin ir más lejos con Felipe Solá, Máximo Cuadro Felipista.
Incluso, Nuestro Adenauer se carga a otros audaces que tuvieron la ocurrencia de nacer dos generaciones después. Como Juan Manuel Urtubey, El Bello Otero, o Sergio, El Titular de la Franja de Massa.
Y tal vez hasta Sergio Uñac, El Perro Cuyano. A quien en San Juan, en un rapto de generosidad, La Esfinge le ofreció, sin suerte, ser su compañero de fórmula.
Los protagonistas de la fotografía
Mientras tanto Urtubey y Massa, aunque no lo acepten, son más socios que competidores. Como aliados formales son anecdóticos.
Como son anecdóticos los otros dos protagonistas de aquella fotografía tan redituable. Juan Schiaretti, Vuelve Juan, y Miguel Pichetto, El Lepenito.
Desde Córdoba, a su pesar, Schiaretti emerge como el instrumento destructor del Tercer Gobierno Radical.
Para ser exactos, Schiaretti es el preferido de Macri en el territorio. Pero el pobre angelito se extermina a sí mismo. Debe arbitrar entre los dos socios radicales que procuran representarlo.
Impresiona el espectáculo de los cambistas. Uno con superior convicción aliancista que el otro.
Negri y Mestre se pelean para ser los sparrings del gobernador preferido por quien debiera ser el jefe político de ambos.
En este cuadro es incómodo, y bastante difícil, ser Mario Negri, El Zorro Gris. Porque Ramón Mestre está jugado, poco y nada tiene para perder en Cambiemos.
De últimas, Mestre activa la lista 3 y va por su cuenta, por fuera de Cambiemos. Se atreve a desafiar: “Mestre es Córdoba/ Negri es Macri”.
En sus manos, Mestre tiene el fósforo que puede incendiar la frágil coalición de los globitos que lidera el Ángel debilitado que deben fortalecer.
Pichetto, en cambio, tiene el marco acotado. El reloj del taxi personal le marca las fichas en contra.
A medida que pasa el tiempo, los atributos se le desgastan al Lepenito. La capacidad legislativa ya interesa menos. Sus valores reconocidos dejan, incluso, de pesar.