Marco Estrada González fue el primer gran capo narco de la Argentina, quien supo controlar a a los tiros el territorio de la villa 1-11-14, en el Bajo Flores, convertida durante años en el gran mercado proveedor de toda la cocaína que se consumía en la ciudad de Buenos Aires.
El jefe narco, alias Marcos, fue expulsado esta madrugada del país, en medio de una gigantesco operativo de seguridad, en el que participaron efectivos de la Policía Federal Argentina y de la Dirección Nacional de Migraciones, informaron fuentes oficiales a Data Clave.
Debería terminar así la historia de este hombre que construyó un imperio con la venta de drogas, mucho antes de que Los Monos saltaran a los noticieros por las matanzas en Rosario, y que logró el control a partir de una guerra contra sus rivales en el negocio desde que desembarcó en la villa y que se libró al compas de la metralla.
Masacre en la procesión
Era un domingo soleado el 29 de octubre de 2005 y una multitud participaba de la Procesión por el Señor de la Milagros, que se realizaba por las calles de la villa, donde convivían entonces laburantes, ladrones comunes y los narcos que cosechaban millones a partir de la masividad en el consumo de cocaína, que arrancó en las décadas pasadas.
Todo iba bien hasta que llegaron los sicarios y empezaron a los tiros. Habían sido enviados por Alionzo Rutilio Ramos Mariños, otro capo peruano que peleaba por el territorio con Marcos. El objetivo era matar a Estrada González y a sus laderos. Pero el jefe no estaba en el lugar.
La gente quedó en el medio de la lluvia de balas y murieron cinco personas, entre ellos un bebé. Años después Alionzo Rutilio Ramos Mariños, recibió una condena a 18 años de prisión por la masacre.
Con el tiempo, la Justicia llegó hasta Marcos, pero el jefe siguió controlando el negocio desde la cárcel, mientras se desató una guerra por su sucesión.
La condena
En medio de la pandemia, Marcos recibió una condena el 6 de noviembre de 2020, a 24 años de prisión en una pena que se unificó por otra causa anterior, por venta de drogas a gran escala y acopio y tenencia de armas de guerra.
También recibieron condenas entonces sus familiares, incluida su esposa y su suegra, quienes continuaban al frente de la organización que movía 14 millones de pesos mensuales, luego del arresto de Marcos, en una lujosa casa en un barrio cerrado en Ezeiza. Hacía mucho que el capo había dejado de vivir en la villa.
“Hubo crisis económicas y cambios de gobierno, pero desde 2009 a 2017, al menos, nada cambió acá”, dijo el fiscal Velasco durante su alegato, quien agregó que «la entrega del dinero producto de la venta implicaba 14 millones de pesos aproximadamente» en cada turno mensual.
La Dirección de Migraciones había ordenado en 2014 la expulsión de Estrada González de la Argentina, pero la orden recién se efectivizó en mayo de este año, cuando cumplió la mitad de la condena unificada que se le impuso en 2020. Ese fue uno de los juicios más importantes que se realizaron en la ciudad de Buenos Aires: hubo 38 condenas en total a miembros de la organización.
El operativo
Para disponer el traslado de Marcos al aeropuerto de Ezeiza se dispuso un operativo de «distracción» para evitar que se pudieran producir alguna clase de enfrentamiento, ya que “Marcos cosecha lealtades y enemigos por igual”, según los investigadores. Una fuga o un atentado eran dos posibilidades.
Así en horas de la noche, un convoy de 8 móviles con efectivos federales (entre los que se hallaban detectives de la División Asuntos Migratorios e integrantes del grupo especial GEOF) se hicieron presentes en el Complejo Penitenciario Federal 2 de Marcos Paz; con el objeto de retirar a “Marcos” y trasladarlo hasta el Aeropuerto de Ezeiza.
Pero no iba a ser así. A último momento, un helicóptero aterrizó en el penal y Estrada González, bajo la custodia de oficiales de brigada y efectivos del grupo GEOF, llegó en cuestión de minutos hasta el aeropuerto de Ezeiza, donde finalmente -también bajo custodia federal en vuelo- se lo expulsó rumbo a la Republica del Perú.