El nuevo rumbo de la causa por la muerte de Alberto Nisman, ahora ya encaminada hacia la tesis del homicidio, dejó en el peor de los mundos a Diego Lagomarsino, el técnico informático que trabajaba con el fiscal que investiga el atentado contra la sede de la AMIA.
El fiscal Eduardo Taiano acusa al informático, que fuera un estrecho colaborador de Nisman al punto de compartir una cuenta bancaria en el exterior, de ser parte de un plan criminal. Por eso el juez Julián Ercolini decidió la citación a indagatoria. Hasta ese entonces, aguardará con tobillera electrónica y sin poder alejarse a más de 100 kilómetros de su domicilio.
Con este giro, se está imponiendo toda la teoría inicial, que es la que Sandra Arroyo Salgado defiende: que Lagomarsino fue clave para a muerte de su ex marido. Para eso fue central el cuestionado peritaje de la Gendarmería que asegura que fue asesinado.
En realidad la jueza nunca ha presentado, al menos en reserva, grandes argumentos para sostener su tesis pero hay dos hechos que ella siempre conecta: la cuenta que Nisman y Lagomarsino compartían en EE.UU. y el extraño caso del empresario desaparecido Damián Stefaninni, causa que fue investigada por ella y que nunca se esclareció.
Entre Nisman, Lagomarsino y Stefaninni existiría un vínculo frondozo de complicidades y acuerdos. De los tres uno murió y el otro nunca más apareció. Y los tres tenían nexos en los servicios de inteligencia, es la tesis que parece estar por detrás.
La influencia de Arroyo Salgado también se denota en el citatorio a los custodios de la Policía Federal a quienes acusa de haber dejado una zona liberada para el supuesto crimen. Taiano no iba a indagarlos en un principio, pero igual los llama por incumplimiento de los deberes de funcionario público.
Según el dictamen Taiano no ve en Lagomarsino al autor del crimen, sino como un integrante de un «plan criminal» por la entrega del arma Bersa Calibre 22 de donde salió el disparo que terminó con la vida de Nisman. De todos modos, como partícipe tendría la misma pena que los supuestos homicidas.
El fiscal, contrario a lo que suele mencionar en el día a día de su despacho, por esta vez hizo una excepción y se metió de lleno en el peritaje psicológico que hecho por Gendarmería y que tenía por objetivo determinar patrones de personalidad de Nisman e intentar detectar si tenía una conducta que lo podría haber llevado al suicidio.
El estudio concluyó que con las entrevistas realizadas no había perfil coincidente con suicida, aunque el perito de parte, Mariano Castex, cuestionó esas definiciones, de la perifica oficial.