Por Rafael Saralegui
El cuerpo habla, dicen los forenses. El cadáver de Claudia Servino, asesinada a golpes y puñaladas por Antonio de Turris, el periodista del diario La Nación y profesor de la Maestría de Periodismo, también dijo lo suyo. En principio, la autopsia reveló que la mujer, pareja del homicida, recibió 79 puñaladas y no 62 como había trascendido en un principio, que le provocaron varias hemorragias que generaron su muerte. La descripción de las lesiones se lleva varias páginas del informe, que detalla en forma minuciosa la trayectoria del cuchillo que ingresó una y otra vez en el cuerpo de la mujer. Algunas de las heridas tienen una profundidad de hasta 11 centímetros, lo que revela que la hoja del cuchillo usado en el ataque ingresaba hasta el fondo, hasta que la mano del periodista chocaba con la piel de su pareja y se cubría de sangre.
De Turris se encuentra detenido con prisión preventiva, dictada por la jueza de Garantías N° 6 de Lomas de Zamora, Laura Nini, a fines de enero, casi un mes después del crimen cometido el 24 de diciembre en el chalet donde De Turris y Servino convivían en la localidad de Banfield, junto con la hija menor del periodista, una mujer de 30 años, Daniela, que tiene un retraso madurativo y fue una de las dos testigos del crimen. La otra testigo del ataque fue la cuñada del periodista, que vivía en la vereda de enfrente de la calle Baliña y que llegó hasta la casa cuando Daniela fue corriendo a avisarle que su papá “le estaba pegando” a Claudia.
Los médicos forenses que realizaron la autopsia encontraron no sólo las lesiones que provocaron la muerte de Claudia, una mujer elegante, vinculada al mundo de la moda, independiente, que había trabajado toda su vida, relacionada también con el periodismo, como el hombre que la llevó a la muerte. Los forenses vieron varios moretones (equimosis es el término preciso) en varias partes del cuerpo (en los muslos, las rodillas, los brazos) que databan de varios días antes del homicidio. “Se agregó que la equimosis habría sido ocasionada por el golpe o choque contra un superficie dura y roma, determinándose en consecuencia, como lo apunta la acusación, que la víctima Rosa Claudia Servino, sufrió violencia física con anterioridad a los hechos que motivaron el inicio de esta causa judicial”, escribe la jueza en el dictado de la prisión preventiva.
Para la magistrada la relación entre De Turris y Servini se enmarca en un contexto de violencia de género, con golpes, amenazas, dominación de tipo psicológica, sometimiento, que va en aumento y que, como en otros casos, termina con la muerte. Para llegar a esa conclusión se sustenta en el testimonio de amigas y parientes de Claudia, quienes describen cómo la relación se había ido deteriorando hasta convertirse en un calvario para la víctima. Una de sus amigas describe, por ejemplo, que habían resuelto festejarle el cumpleaños a Claudia en la casa de una de ellas, a la hora del té, pero que ella se fue corriendo cuando De Turris pasó a buscarla a las cinco de la tarde. Se fue corriendo sin dar más explicaciones. También su hermano contó que días antes había hablado con Claudia por teléfono y le había contado que las cosas no iban bien, cuando lo habitual era que le hiciera algunas bromas antes de entrar en tema de conversación. Además le dijo que hablaba escondida en el cuarto para que De Turris no la viera porque “se enojaba”. Otra de las mujeres le dijo a la fiscal Fabiola Juanatey que Claudia sólo podía trabajar en su casa, dos veces por semana, y que era De Turris quien la llevaba y la iba a buscar, con la intención de tener un férreo control sobre su pareja. Las amigas describen que Claudia tenía que enviarle a De Turris fotos a cada rato para mostrarle que estaba con ellas y que en una ocasión llegó a llamarla 20 veces en un rato.
“Así, a partir de los relatos reseñados queda al descubierto el contexto de violencia -de todo tipo- que ejerciera el imputado contra su concubina, como nota característica de la relación de pareja que mantuvieran y compatible con el luctuoso desenlace finalmente constatado”, escribe la jueza en su resolución. Además de ordenar el dictado de su prisión preventiva, que cumple en una clínica debido a las lesiones que se provocó y al ACV que había sufrido el año pasado, la magistrada ordenó un embargo de los bienes de De Turris de un millón de pesos para cubrir el monto de una eventual demanda civil que pudiera iniciar la familia de la víctima. Después de haber sido apelada la resolución por la defensa oficial del periodista, se espera ahora la resolución de la Cámara de Garantías de Lomas de Zamora.