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El narcomenudeo es la «última milla»en el comercio ilegal

Por Jorge Cabral

El comercio minorista de estupefacientes al que alude el término «narcomenudeo» constituye lo que puede denominarse, análogamente con la tecnología, «el problema de la última milla». Asiduamente se considera la lucha, desde una perspectiva macro, sólo del tráfico ilegal de drogas, y se elude pensar en lo micro para evitar el riesgo de criminalizar el consumo. El trayecto que recorre la droga desde la distribución a gran escala hasta la venta minorista funda la problemática de la última milla para el Estado y beneficia a los organismos delictivos, porque es ahí donde comienza la demanda, la necesidad del producto. Para los narcotraficantes, esta problemática es la base del negocio, utilizando conceptos de mercadeo empresarial: si no existe la necesidad, la crean. Es probable que en la apreciación de las organizaciones delictivas para incrementar el narcomenudeo en nuestro país no hayan pasado por alto la marcada vulnerabilidad social que presentan muy especialmente los principales centros urbanos. También habrán considerado la debilidad del Estado nacional y los provinciales derivada de la falta de políticas y estrategias que sostengan con seriedad un plan de lucha. El comercio ilegal de drogas al menudeo se fue instalando mientras la Argentina se preocupaba por conocer y debatir la categorización que le asignaban al país los organismos internacionales encargados de monitorear la problemática de los estupefacientes en el mundo. Esa preocupación superficial se manifestó en un debate sobre si era un territorio de tránsito o consumo, o ambas cosas; también incluía el interrogante de si el ámbito metropolitano y el conurbano podrían constituirse en un escenario similar al de Río de Janeiro. Por una cuestión de propaganda política, se cayó en el error de priorizar las estadísticas sin considerar que éstas, en la mayoría de los casos, ocultan defectos o vicios y dan una visión ilusoria de la marcha de la lucha contra el narcotráfico. La consecuencia de esta visión es el descuido de los escenarios, que fueron ocupados por organizaciones del narcomenudeo. Actualmente son seis las provincias que adhirieron a la ley 26.052, que desfederalizó la lucha contra el narcotráfico, pero aún no se cuenta con datos suficientes para opinar si en esos territorios provinciales se optimizó el enfrentamiento al tráfico y comercio minorista. Si bien la problemática de la «última milla» en la oferta de drogas es local y se expande en barrios y calles de pequeñas y grandes ciudades, para que la solución sea efectiva en este importante desafío el Estado nacional y los provinciales deberán articular sus políticas y estrategias, porque la situación actual exige una actuación conjunta de todas las jurisdicciones, integral y en algunos casos ejecutados simultáneamente. Los principales centros urbanos que se ven afectados en forma directa por el narcomenudeo sólo ven la presencia del Estado a través de una policía o fuerza de seguridad que concurre al lugar a realizar un operativo y detener a los eslabones más débiles de la red delincuencial. Con respecto a esta intervención estatal, que como queda dicho no alcanza, la situación exige una innovación investigativa, operativa y judicial, puesto que la actuación contra estas organizaciones presenta características que difieren de las del tráfico a gran escala. Fuente: La Nación. 


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