Por Rodolfo Palacios.
El juez en lo Contencioso Administrativo 1° de La Plata, Luis Federico Arias, posa sonriente y con una guitarra criolla en las manos. La foto, publicada en 2009 por algunos diarios, reapareció estos días en el mail de un funcionario cercano a Daniel Scioli. “Este hombre siente que es un rockstar, por eso necesita prensa todo el tiempo”, opinó uno de los hombres de confianza del gobernador bonaerense. “Tiene un problema personal con Scioli y busca meterse en política”, dijo otro sciolista. Pero Arias, de 47 años, no piensa darse por vencido. Aunque los legisladores que responden a Scioli hayan pedido su juicio político por incumplimiento de los deberes de funcionario público, y le hayan sacado la causa en la que investigaba si en la inundación que azotó La Plata el 2 de abril falsearon la lista oficial de muertos.
“Tarde o temprano se sabrá la verdad. Tiraron toda la carne al asador, pero sólo le salieron algunos bifes chamuscados”, escribió Arias en su perfil de Facebook. Su colega Guillermo Atencio lo cuestionó y pidió su inhibitoria y por eso la causa pasó a la Suprema Corte de Justicia bonaerense, que deberá decidir si el expediente por las muertes en el temporal vuelve a Arias o va a otro juez.
“Todo esto es una jugada política. En el pedido de Atencio no hay una solo cita jurídica. Ni siquiera vio la presentación de las partes. Con esto buscan frenar la causa porque no sabemos cuánto tiempo se tomará la Corte para resolver”, se quejó Arias. A partir de su investigación, cuestionó la lista que dio el gobierno bonaerense, en la que figuran 52 víctimas fatales. Arias asegura que probó que los muertos son 55 y podría haber 66.
Arias es el juez que más irrita a Scioli. Desde hace poco más de tres años, algunos de sus fallos le dieron dolor de cabeza al gobernador. En uno de ellos, el juez denunció que la Policía Bonaerense reclutaba menores para robar. Presentó una denuncia con 23 casos. El por entonces ministro de Seguridad bonaerense, Carlos Stornelli, no desestimó la acusación de Arias pero la usó a su modo: sostuvo que esos reclutamientos buscaban desestabilizar a Scioli.
Al juez le gusta meter el dedo en la llaga. En otro fallo de 2009, ordenó que los menores de 18 años no fueran detenidos en comisarías, resolvió quitarle 800 pesos de su sueldo al entonces ministro de Desarrollo Social bonaerense, Daniel Arroyo, por cada día que demore la apertura de un centro asistencial que debería albergar a chicos en situación de calle. Además amenazó con quitarle 1.600 pesos diarios a Scioli. Esas resoluciones siempre fueron desestimadas en instancias superiores.
Desde que su nombre y su imagen aparecieron en los medios por el tema del temporal, Arias recibe unos 100 llamados por día. Ya no puede desarrollar su otra pasión: la música. Toca la guitarra, ama el folclore y compone canciones. Una de ellas se la dedicó a los cartoneros y la otra a las injusticias sociales. Lograr comunicarse con él no es fácil, sobre todo porque también atiende a cualquier persona que lo llama para pedirle ayuda. No tiene secretaria y él mismo atiende las llamadas en su despacho. En la entrevista con CyR, reconoce que le ofrecieron meterse en política, pero asegura que no le interesa ese rubro.
–¿La gente de Scioli lo acusa de querer prensa y de tener algo personal con el gobernador?
–Que digan lo que quieran. Buscan generar confusión en la población con titulares que van en sintonía con las versiones del Poder Ejecutivo bonaerense. Hay dos legisladores que funcionan como ariete de una campaña mediática que quiere ensuciarme. Son las mismas prácticas de siempre, que tienden a desprestigiar la figura del juez, a minar su credibilidad, a sembrar dudas en la gente, que se pregunta si eso que se dice de mí será cierto o si habrá algo. Y lamentablemente los temas de fondo quedan diluidos.
–¿Usted se considera enemigo de Scioli?
–Lo repito: acá no hay enfrentamiento. Ellos salen a atacarme, yo hablo en base a las causas y los expedientes. No tengo nada personal con Scioli ni con Casal.
–Pidieron su juicio político y fue apartado de la causa.
–Buscaban eso. Perdí la cuenta la cantidad de pedidos de juicios políticos que impulsaron en mi contra, y siempre son desestimados por el jurado, que en un caso sostuvo que se trató de una maniobra política. Lo único que puedo decir es que tengo competencia asumida en leyes constitucionales y no estoy en contra de Scioli ni de Casal, yo no salgo a criticarlos, yo respondo con la Constitución en la mano.
–También lo acusan de arrogarse funciones que no le corresponden.
–Todo lo que investigo está dentro de mis funciones. Todo esto parece el tango Cambalache: estamos todos en la misma bolsa. Yo no soy opinólogo ni crítico de Scioli. Hablo desde mi ámbito y cuando digo algo lo digo con la autoridad de un juez que ha investigado. Si digo que Juan Carlos García es una víctima es porque ha habido testigos y documentos que lo prueban. No es una opinión.
–¿Ha pensado en dar un paso al costado?
–Dicen que quiero aparecer en los medios. Y ese es el problema: el lugar donde ponemos a la Jjusticia. No me han quitado las ganas, claro que no me gusta esto. Pero no voy a dejar de hacer lo que hago porque tengo un compromiso, y si no les gusta, allá ellos. Cuando uno es juez tiene que estar preparado. Si algún juez siente miedo por esto, no debe ser juez.
–¿Ha recibido presiones?
–¡A usted qué le parece! Han ocurrido hasta situaciones absurdas. En el despacho que ocupo me han cortado el teléfono desde la Corte Suprema bonaerense. Misteriosamente se cortó justo en este contexto y tengo acceso limitado a internet. Lo importante es que más allá de estas cosas, en la causa se han demostrado irregularidades. Hay una vieja práctica que pone en evidencia una vez más lo que habíamos visto en la época de la dictadura, cuando se tergiversaban la muertes… (se corta la comunicación, Arias vuelve a atender).
–Hola doctor, se cortó la llamada, tan misteriosamente como se le cortó el teléfono en su despacho…
–Y…bueno, vio cómo es esto. Sigamos charlando. Cómo decía, lo más importante acá es que hay una cuestión: están falseando las causas de muerte, una práctica de la policía de mucho tiempo, que también lo vimos en el caso Belsunce y ahora lo vemos en el tema de los muertos por la inundación. Esto es grave pensando en el futuro porque del mismo modo pueden matar a un pibe en la calle y la policía puede hacerlo figurar como víctima de un paro cardiorespiratorio no traumático. Hay una reiteración de hechos que dan cuenta de un modus operandi policial. Casos que se reiteran: gente que es encontrada muerte en la vía pública y no hubo causa judicial ni fue a la morgue, sino a una casa velatoria privada y al crematorio. Y no pudimos comprobar si murió por inmersión. Pasó en la inundación y puede pasarle a cualquiera.
–¿Tiene aspiraciones de ascender en la Justicia?
–Para nada. No pretendo ser camarista ni nada de eso. Me gusta ser juez en primera instancia, me siento muy bien en lo que hago. Por eso tengo la libertad de decir lo que digo y lo que hago. Además mis chanches de poder prosperar en una carrera judicial son muy escasas.
–¿Le gustaría incursionar en la política?
–Hubo insinuaciones de ofrecimientos para entrar en político, pero yo no pretendo eso.
–¿De qué partidos lo tentaron? Seguro que del sciolismo no.
–(Risas) No, ellos no. No sería prudente dar detalles de este asunto. Además no me interesa meterme en política.
–¿Cómo surgió su vocación por la justicia?
–Cuando era chico y caminaba por los pasillos internos de la Suprema Corte de la provincia y veía los aires acondicionados que refrescaban los despachos de los funcionarios al mismo tiempo que tiraban calor para afuera, donde esperaba la gente. Al ver ese desprecio, esa diferencia, sentí desprecio y dije que nunca iba a trabajar aquí.
–Sin embargo, con el tiempo se contradijo.
–Es verdad. Me recibí como abogado, me especialicé en derecho administrativo y a partir de la insistencia de una amiga me presenté en un concurso para cubrir cargo en un nuevo fuero. Lo hice con la sola intención de salir aprobado y tener un mérito más en el CV, no pensaba llegar a la magistratura. Pero me fue ganando el entusiasmo y el fuero nuevo era una posibilidad para demostrar una nueva forma de administrar justicia muy distinta a la de los aires acondicionados en los pasillos con aire caliente. Detesto las injusticias y a veces queda una sensación de alivio yde revancha contra todas esas situaciones humillantes que la gente padece.