En los despachos de Comodoro Py, se habla de «El juez de la villa». Se trata del juez federal Sergio Torres que tiene a su cargo mega causas contra los narcos de las villas. Esa situación -relexionan dos jueces y dos fiscales del fuero- viola el sistema de turnos y, en consecuencia, el principio constitucional del juez natural porque hay un juzgado que ejerce un señorío especial sobre un pedazo de territorio. Por una cuestión organizativa, el sistema judicial opera en base a turnos. Cada tantos días, hay un juez que interviene en los delitos que descubre la policía. En el caso de las villas, las causas están estructuradas en base a un «arrepentido» quien va goteando información sobre la venta de drogas. Ese goteo hace que las causas se prolonguen en el tiempo y que por la propia dinámica de los juicios un juez se convierta en «El» juez de la villa. Ello impide que quienes detentan el poder ocasionalmente determinen a dedo los jueces que deben investigar los delitos. Por esta situación existe una tensión muy fuerte entre la eficacia y el cumplimiento de la ley de drogas vigente. Tal tensión seguramente, traerá problemas en el futuro vinculados a la legalidad de los procesos; y en algún momento un defensor lo puede llegar a plantear, le van a dar la razón y los esfuerzos se disolverán.