Por Rodolfo Palacios. La historia de Sebastián García Bolster es comparable a la de Walter White, el docente malogrado que de un día para el otro entra en el delito y cambia el rumbo de su vida para siempre. Especialista en ingeniería electrónica, buen esposo, hijo ejemplar, amigo de fierro, García Bolster se convirtió en uno de los miembros clave de la audaz banda que el 13 de enero de 2006 robó unos 15 millones de dólares del banco Río de Acassuso.
Mientras algunos de sus compañeros gozan de la libertad condicional, el llamado “ingeniero” del robo del siglo recibió el miércoles 11 un revés judicial: la Sala I de la Cámara de Apelaciones y Garantías de San Isidro, integrada por los jueces Ernesto García Maañón, Oscar Quintana y el secretario del tribunal Bernardo Hermida Lozano, rechazó el pedido de libertad asistida que había pedido García Bolster, quien en la actualidad está detenido en su casa de Acassuso con una tobillera del Servicio Penitenciario Bonaerense.
Lo llamativo del asunto es que en prisión “el ingeniero” había desarrollado una especie de “maratón educativa”: se anotó en cursos y talleres para que los jueces lo disminuyeran la pena. El artículo 140 de la ley 24.660 permita una reducción de la condena mediante la aplicación del sistema de estímulos educativos. Por ejemplo, pueden disminuirle la pena hasta tres meses si completa estudios universitarios y tres meses si desarrolla estudios secundarios.
En los tres años y ocho meses que lleva detenido, Sebastián García Bolster –condenado en 2010 a siete años por el Tribunal Oral en lo Criminal 1 de San Isidro- hizo al menos diez cursos. “Su estrategia fue estudiar para disminuir la pena, pero le salió mal. Hasta hizo parte del secundario de nuevo, cuando ya lo tenía aprobado”, contó una fuente judicial.
La Justicia entendió que los cursos presentados por García Bolster no estaban debidamente acreditados o no cumplían con los requisitos. Según manifestó a través de su abogado, el ingeniero estudió bachillerato con orientación en administración de personal; bachillerato con orientación en bienes y servicios; curso básico de programación neurolingüística; curso de alfabetización; de operador de PC; de inglés básico; de electrónica; de panadería; seminario de técnicas respiratorias, de capacitación y crecimiento personal del “Arte de vivir” y aprobó la materia matemática de la Universidad Tecnológica Nacional.
Para los investigadores, García Bolster fue una pieza fundamental del grupo criminal que vació más de 140 cajas de seguridad y huyó por un boquete que conducía a un túnel que hizo la banda. García Bolster, se cree, planificó la construcción de un dique para contener el agua y crear un caudal de navegación para huir en dos gomones.
El ingeniero se imaginaba un verano relajado. Playa, sol, mar, tragos y moto de agua. Pero deberá conformarse con estar en su casa, monitoreado a través de una tobillera electrónica por el Servicio Penitenciario Bonaerense. Algunos de sus ex compañeros (Julián Zalloechevarría y Fernando Araujo) están en libertad condicional, otros también cumplen arresto domiciliario (Rubén Alberto de la Torre) y uno de ellos (Luis Mario Vitette Sellanes) fue expulsado a Uruguay, donde está en libertad pero no puede volver a la Argentina.
“García Bolster, creemos, fue el primer reclutado por el líder de la banda. No tenía antecedentes. Tenía un taller y era experto en ingeniería electrónica. No entró en el banco, es decir no tomó rehenes ni vació las cajas. Esperó al resto de la banda del otro lado del boquete”, dijo a CyR una fuente con acceso a la causa.
“Yo no voy a dar nombres, pero uno de los muchachos no tuvo códigos. Quizá por miedo o inexperiencia, mandó en cana a todos. Un día durante un traslado la cana lo apretó, le hizo una simulación de fusilamiento, y el muchacho cantó todo”, dijo a CyR Luis Mario Vitette Sellanes, el uruguayo y mediático ladrón que participó del gran golpe. No dio nombres, pero todo indica que se refirió a García Bolster.
El robo al Banco Río de Acassuso está considerado el mejor asalto de la historia criminal argentina. Siete delincuentes (sólo cayeron cinco: Fernando Araujo, Rubén de la Torre, Julián Zalloechevarría, Luis Vitette Sellanes y Sebastían García Bolster) fingieron que tomaban rehenes pero el objetivo era otro: vaciar las cajas de seguridad. En el robo recurrieron a todo tipo de trucos para tener todo el tiempo a su favor. Afuera, en la calle, todos –la Policía, los fiscales, los vecinos, los periodistas, seguían los acontecimientos con desesperación. La banda fugó por un desagüe, en dos gomones, sin disparar un solo tiro. En el lugar dejaron tres armas de juguete y una falsa granada. A los pocos días, la delación de una mujer despechada los mandó a la cárcel. Fueron condenados a penas de hasta 15 años. No se sabe dónde está el botín. El millonario golpe fue considerado por un documental de Discovery Channel como uno de los cuatro mejores asaltos del mundo, junto a los ladrones que robaron 600 millones de dólares en joyas preciosas del Centro de Diamantes Mundial de Amberes, en Bélgica; el robo al banco United de California y la banda que robó casinos en Nevada, Estados Unidos.