La elección del ex ministro de Justicia Rodolfo Barra como jurado para un concurso clave en el fuero federal es motivo de múltiples cruces y conciliábulos en el Consejo de la Magistratura. Un debate con opiniones encontradas incluso entre los representantes del kirchnerismo en el cual se dirime si el exfuncionario del gobierno de Carlos Menem es “apto moralmente” para el rol que le tocará desempeñar. Ya existe una certeza: cuando el concurso se ponga en marcha habrá una batería de impugnaciones.

La Sala I de la Cámara Federal en el fuero Contencioso Administrativo es un lugar estratégico no solo por el hecho de que allí se decide sobre la constitucionalidad de los actos del Estado sino también por la cantidad de empresas y gobiernos que litigan en los despachos de la calle Pellegrini. En dicha sala existen dos vacantes cuyo concurso está próximo a abrirse.

Barra fue un ministro clave en el gobierno de Menem.

Es en ese momento cuando entrará en escena Barra. Hombre encumbrado durante los años 90, arquitecto jurídico de algunas de las principales decisiones políticas y económicas de esa década,  en 1996 renunció al ministerio de Justicia luego de que la revista Noticias publicara una fotografía en la cual se lo mostraba haciendo el saludo nazi, cuando en su juventud era miembro de la organización ultranacionalista Tacuara.

Ante el reclamo de las organizaciones de la colectividad  judía Menem le pidió la renuncia cuatro días antes de viajar a los Estados Unidos para entrevistarse con Bill Clinton. En su lugar asumió el abogado riojano Elías Jassan.

Por su parte, Barra ocupó distintos cargos de menor influencia ( en 1999 presidió la Auditoría General de la Nación) y luego se refugió en la vida académica tanto en la UCA como en la Universidad Nacional de La Matanza.

Justamente, desde esa institución llegó postulado para ejercer como jurado en el concurso 260. El representante de los abogados Daniel Ostropolsky (de perfil opositor) planteó el reclamo y si bien admitió que Barra cuenta con las capacidades intelectuales no sería “apto moralmente” por su pasado en la organización Tacuara.

Los representantes del oficialismo en el Consejo se mostraron divididos, mientras algunos como el académico Manuel Urriza defendieron abiertamente a Barra (“es un mérito que siendo aristocrático y fascista de clases en esa universidad”) como evaluador otros, como el diputado Carlos “Cuto” Moreno se mostraron en favor de discutir el tema. El representante del Poder ejecutivo Hernán Ordiales fue el que definió: “el tiempo legal  para hacer reclamos sobre los evaluadores ya ha caducado, ahora no se lo puede cambiar”.  Así Barra logró la permanencia, aunque solo de forma momentánea.

Ostropolsky (de buena relación con las organizaciones de la comunidad judía) sostiene que no hizo el reclamo en el tiempo pertinente porque era imposible revisar los nombres de los cientos de evaluadores sugeridos por universidades y poderes judiciales de todo el país.

Sin embargo, asegura tener el dato de que una vez abierto el concurso habrá varias impugnaciones contra Barra, cuestiones que se deberán discutir en la comisión de Selección del Consejo y que posiblemente devengan en una citación a Barra al organismo. De ser así, no hay dudas de que el show podrá continuar.