Por Federico Tártara
En la tarde del 3 de Junio de 1973 Aaron Beilinson se levantó de una de la sillas de la empresa Babic SA, ubicada en 69 y 3, del Barrio “El mondongo” de La Plata, y luego se paró firme frente a los periodistas con los que había estado conversando toda la tarde y dijo: “A principios de año un grupo significativo de compañeros es llevado a romper con la actual dirección del PRT. Desde entonces se construyó en fracción, actuando con autonomía y adoptando en la actividad armada la sigla Fracción Roja del ERP”. Así, el empresario, cumplía con uno de los puntos del acuerdo que había negociado para su liberación, el otro era el pago de nada más y nada menos que 3 millones de dólares o 1.000 millones de pesos moneda nacional. Además, los guerrilleros, indicaban en el comunicado que el secuestro no era una agresión personal contra Beilinson, sino contra su clase: la burguesía.
Con voz serena y riendo por momentos, moviendo sus brazos para entonar mejor, narró que los primeros tres días los pasó en un sótano donde sólo entraba su colchón, el cual debía doblar para sentarse. Dio las medidas exactas del lugar, porque-expresó- trabajaba con esos colchones. Luego, estuvo en una carpa de lona, montada en una habitación de la casa donde se le permitió escuchar Radio Colonia y leer los diarios.
Para ese momento, el ingeniero civil de 53 años, nacido en Bakú (Azerbaijan), controlaba la empresa constructora Bubis Althabe y Beilinson, la pavimentadora Babic S.A y la firma de Supermercados Camet Total. Había participado de grandes obras públicas como la construcción de más de 1.500 km de caminos en la Argentina y los proyectos hidroeléctricos Futaleufú, Arroyito, Los Reyunos, El Tigre y Yaciretá.
Fue liberado a dos cuadras de su casa – luego de un largo viaje a la libertad – un martes a las cuatro de la tarde, cuando había sido buscado por cielo y tierra en una ciudad que no paraba ni un segundo. Horas antes de que fuera secuestrado, un comando había acribillado a tiros al líder de los metalúrgicos, Henry Klosterman, cuando llegaba a su hogar frente al Parque San Martín de La Plata.
Las ocupaciones de universidades, colegios secundarios, hospitales y clínicas, marcaban el tiempo de un nuevo reacomodamiento en el poder y una democracia que pujaba por salir bien desde la base. El 25 de Mayo de 1973, Héctor “el Tío” Cámpora había asumido tras 18 años de proscripción del peronismo.
“Caminamos desde el centro de Buenos Aires a la cárcel de Villa Devoto, por lo menos 40, 50 mil personas con antorchas. Rodeamos la zona de la prisión. En el interior de la cárcel, se habían abierto todas las celdas. Los presos políticos hablaban por la ventana. Para mí, que había llegado a Argentina casi un año antes, casi todos eran desconocidos, pero era una escena cinematográfica”, expresó tiempo después, un protagonista de esta historia, Silvio Koutzzi, guerrillero brasileño, que operaba en las afueras de La Plata.
Luego de estar once días secuestrado y con un evidente estado de shock, Aaron decidió, junto a su esposa Berta Szbar, dejar la ciudad que había adoptado a los 18 años, donde se había recibido de Ingeniero Civil y acumulado junto a socios-amigos una considerable fortuna, para mudarse a Capital Federal.
“El secuestro partió en dos a la familia”, dijo hace poco Isa Portugheis, en el libro “Fuimos Reyes”, de Mariano del Mazo y Pablo Perantuono. El batero amigo de Skay, fue testigo directo de la retención y también de los días de revelaciones espirituales en la ciudad de las diagonales. Tras la salida del jefe de familia, también sus hijos optaron por partir: Guillermo (“el Boss”) se fue en un viaje místico a Venezuela, y Skay junto con Carmen “la negra poli” Castro rumbearon hacia Salta para administrar un campo de porotos. En sintonía, Daniel, hacía tiempo que curtía el hipismo en Brasil.
La Fracción Roja
El notable, aunque pronunciado y explosivo, triunfo de Héctor “el tío” Cámpora implicó importantes debates y escisiones al interior de la guerrilla marxista. En ese marco nació el ERP Fracción Roja, auto-concibiéndose internacionalista, mientras que el ERP 22 de Agosto optó por enrolarse en el gobierno peronista, y la línea mayoritaria conducida por Santucho y la vieja guardia, sólo dijo “que no dejaría de atacar al ejército y a los grupos económicos”.
“Empezamos militando con ellos – se refiere al PRT – a principios de 1972. Más tarde nos separamos debido a algunos desacuerdos y construimos con los compañeros argentinos, un grupo, una fracción. Ese grupo era una expresión, una minoría en comparación con los dos principales”, dice Flavio Koutzzi, para un artículo denominado “Trayectorias”, y publicado en un compendio editado por el Estado de Río Grade Do Soul de Brasil.
Según el excelente trabajo “Fracción Roja. Debate y ruptura en el ERP” del investigador Federico Cromidz, la FR llegó a tener unos 80 militantes que operaron principalmente en la zona sur del conurbano, teniendo sus acciones militares epicentro en La Plata.
En los papeles mecanografiados entregados a la prensa, además del ideario revolucionario, se informó de una decena de operaciones armadas que habían realizado los guerrilleros, algunas estando el ingeniero secuestrado.
A principios del ´73, intentaron detener al gerente general de la firma Swift de Berisso, en Camino General Belgrano, a la altura de Villa Elisa, pero un desperfecto en uno de los automóviles utilizados para la ejecución hizo que la operación se frustrara. Días después, los guerrilleros tomaron la Fábrica Petroquímica, ubicada en las afueras de La Plata, donde tras reducir a los vigilantes del lugar arengaron a los trabajadores para que se sumen a la lucha armada, y con una célula de sólo seis guerrilleros coparon el Colegio Nacional de La Plata, donde por varios minutos los alumnos pudieron contemplar y escuchar, como estos hombres muñidos de armas largas bregaban por un gobierno de trabajadores internacionalistas.
Otros operativos menores, que también se dieron a conocer a partir de los papeles que entregó Beilinson, anotaban ataques y recuperación de armas en comisarías y destacamentos, expropiaciones de pelucas y maquinas de escribir.
En pocos meses, la FR lograba cortarse sola consiguiendo puntos para el debate con las demás orgas trsokistas, convencida que ganar en operaciones militares, era dar un salto cualitativo en lo político. La “fuerte multa” aplicada al empresario platense, permitió que la sigla revolucionaria se grabe en los titulares de los medios nacionales: los diarios La Nación y La Prensa siguieron paso a paso las vicisitudes del secuestro.
Comando Víctor Fernández Palmeiro
Once días antes de estar en su empresa con los periodistas, Beilinson, circulaba con su Cupé Torino Blanca por las calles 3, 67 y 68. Hacía sólo algunos minutos que había partido de su casa, ubicada a sólo una cuadra y media de la tradicional confitería París, en el centro platense. Todas las mañanas realizaba ese camino, sin armas, sin custodia.
Cuando estaba a dos cuadras de sus oficinas, frente a una obra en construcción, se le cruzó un Peugeot 404 chapa patente C 229 478, y una camioneta F 600 roja, con caja y lona, que no llegaron a impactarlo. Se bajaron más de 10 jóvenes, con sus rostros descubiertos y a los empujones se lo llevaron atónito: sin resistencia.
Con sus armas largas huyeron – locamente – hacia el centro de la ciudad. Los vecinos, impactados, observaban los dos automóviles que habían quedado abandonados. Uno, el de Beilinson, el otro, lo habían robado hace algunas semanas en el Partido de San Vicente.
Durante los primeros días la familia negó el secuestro y esgrimió que el empresario se encontraba fuera del país. Pero, las novedades de los sucesivos días, entre ellos la aparición en 10, 71 y 72 de la camioneta que fue utilizada para la operación, fue haciendo cada vez más visible la difícil situación.
Emanuel Beilinson, el único hermano del ingeniero platense, participó directamente de las negociaciones para la libertad. Vendieron varias propiedades y finalmente el empresario pudo reencontrarse con su familia.
Dos años más tarde, en Mayo de 1975, el diario “La Razón” publicó una nota que bien podría haber sido redactada por los servicios de inteligencia del gobierno de Isabel Martínez de Perón. Bajo el título “Desbaratan red de extremistas de origen europeo”, se detallaba el arresto de una docena de militantes, entre ellos “Saul” (Paulo Panaraguá) y “Rene” (Flavio Kouzii), quienes aparecían “como los encargados de entregarle unos 100 mil dólares a Livio Maitan- dirigente troskista francés- que fueron destinados a la guerrilla chilena MIR y a la manutención de la IV internacional”.
Para ese entonces, los brasileños ya habían conformado la Liga Comunista Revolucionaria. En Paris, en Febrero de 1974, se reunieron con dirigentes internacionalistas y coordinaron acciones para aplicar en Sudamérica. Para ese entonces, también, cuatro de sus compañeros cayeron por las balas de la policía en distintos allanamientos realizados en el conurbano sur.
Los dos militantes brasileños fueron detenidos junto a sus compañeras: Norma Beatriz Spíndola, “Valeria” y María Regina Jacob Pilla, “La Negra”; y otro militante llamado Manuel Rellis,“Beto”.
Los pasaportes de los detenidos fueron destruidos en minutos por las autoridades argentinas. Algunos militantes fueron absueltos en el juicio que se les inició, pero quedaron presos debido al estado de sitio vigente y eso, paradójicamente, les salvó la vida.
Brasileños, el Mundial ´78 y La Plata
Tras una enorme campaña internacional que pidió por su liberación, entre los que participaron dirigentes franceses y norteamericanos, además de figuras académicas, en Septiembre de 1979, Flavio Koutzzi, fue liberado y salió hacia Francia. Dos años antes, Paulo Paranagua, y su mujer María Regina Pilla, lograron escapar de la garras de la dictadura de Videla, por la activa participación del padre diplomático de uno de los jóvenes, que oficiaba de embajador brasileño en Kuwait y era allegado al político francés Francois Mitterrand, al entonces presidente de la FIFA Joao Havelange, y al senador demócrata, Edward Keneddy.
Durante los interrogatorios a los que fueron sometidos por las fuerzas militares, quedó más que clara la colaboración entre las dictaduras de Argentina y Brasil, en el marco del Plan Cóndor, con el intercambio de información obtenida bajo torturas y vejámenes. También, un reciente documento desclasificado por el Departamento de Estado de los Estados Unidos, menciona la detención de Paranagua, y confirma la complicidad ante los crímenes de las dictaduras latinoamericanas.
Flavio, explica como lograron salvar sus vidas: “Por actividades políticas, soy arrestado en mayo de 1975. Yo y algunos otros en el grupo. Eran momentos muy difíciles, porque estaban empezando a desaparecer gente y había una fuerza paralela. Al principio no nos legalizaron. Como éramos brasileños pronto el caso repercutió en Brasil, y hubo una interferencia del Ministerio de Relaciones Exteriores, que mejoró nuestra situación. La caracterización que nos hizo la prensa, como actores internacionales, creo que nos determinaba para que no saliéramos con vida de la primera mitad. Nos torturaron. Íbamos a ser asesinados, pero por la interferencia de Brasil eso no pasó. Incluso con el gobierno militar en Brasil, que estuvo en medio de este proceso“.
En el año 2002, ya con 53 años, Paulo concedió una entrevista al diario Folha de Sao Paulo: “En nuestras entrevistas, era muy evidente que las autoridades argentinas tenían información que había sido facilitada por las autoridades brasileñas. Estaba claro que los servicios de inteligencia de los dos países intercambiaban información y datos sobre la guerrillas de izquierda “, reflexionó.
Flavio escribió el libro “Pedazos de muerte en el corazón”, editado en 1987, donde narra su paso por las cárceles de La Plata, Rawson, Coronda, y Devoto, durante la dictadura militar argentina y cuenta como se organizaron con sus compañeros para contrarrestar los efectos del encierro. “Cada ser humano tiene una cámara digital, una personalidad, una singularidad. Incluso teniendo en cuenta que cada persona reacciona de la misma manera en situaciones extremas, se podría decir que hay marcas eternas, como un tatuaje, algo que no viene más en el alma. Y la gran mayoría de los presos en Argentina sobrevivió a este sistema con cierta integridad. Fue una gran victoria humana”, dispara Flavio.
El investigador Ernesto Carneiro Rodrigues publicó en el año 2007 la biografía del líder histórico de laFIFA, Joao Havelange, titulada “Jogo duro”. En el libro explica como las negociaciones fueron encabezadas por Jorge Videla y luego continuadas por Roberto Viola, que se sintetizan así: se liberaba a Paranaguá, si la FIFA apoyaba la candidatura de la Argentina como sede para el Mundial de 1978.
También el tristemente célebre acontecimiento fue recreado por el abogado y periodista, Pablo Llonto, en el libro “La vergüenza de todos”:
-Está bien, los sacaremos del país a Francia. Probablemente serán expulsados, pero a cambio de ello necesitamos la confirmación de que la FIFA respaldará a la Argentina como sede del campeonato del mundo para poner punto final a todo lo que se está diciendo en Europa, dijo Jorge Rafael Videla.
-General, usted tiene mi palabra. La FIFA no pondrá en duda a la Argentina como organizadora y tendrán todo nuestro respaldo, contestó Joao Havelange.
En el año 2009, Aaron Beilinson murió en Capital Federal a los 89 años. Sus últimos momentos los dedicó a perfeccionar sus esculturas, por las que obtuvo premios nacionales. Flavio, fundó junto con Lula el PT y fue diputado, y en la actualidad es miembro orgánico del Partido, y Pablo Antonio saltó de las filas internacionalistas para escribir en contra de la Revolución Bolivariana de Hugo Chávez. Posiblemente estuvieron juntos en la casa de las afueras de La Plata, durante once días. Pese a no compartir nacionalidad, ni tampoco ideología. Pero sí, tiempos violentos.
Fuente: InfoBlancosobreNegro.