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El conflicto en el Conicet: para los que quieran entender

Por Pablo Alabarces

Desde que comenzó el conflicto por el CONICET traté de explicar con alguna minucia las razones del mismo. No puedo dedicarle toda la extensión que sería indispensable (hay que hacer la historia del sistema científico desde la transición democrática y a la vez de la posgraduación, para entender bien todos los cambios y vaivenes que ocurrieron): en estos días, en cada entrevista, traté de poner el acento en las cosas más claras, por ejemplo en el hecho de que los 490 damnificados pasaron por evaluaciones durísimas, implacables: no hay un ñoqui o un acomodado en el sistema científico.

Pero ayer comenzaron los ataques más groseros, primero de la usina de trolls del macrismo, luego replicados por infinidad de personas que creen a pie juntillas en cualquier tontería que circule por las redes. Personalmente, me han destrozado en Twitter. Soy un blanco fácil, dadas las cosas que investigo; pero a grandes rasgos el ataque es contra toda la investigación social y cultural en la Argentina.

Nota al pie: algún experto debería comentarnos si no es posible frenar algunas cosas jurídicamente; la andanada de odio, calumnias e insultos debe tener algún encuadre delictual. Y un twittero que tenga que pagar un dinero por una demanda podría ser un buen ejemplo para tanto gil suelto).

Como este muro tiene muchos lectores, y no todos son colegas de las Ciencias Sociales y Humanas, quizás sea bueno recordar para qué sirve la investigación social. Particularmente: se la han tomado con algunos de los trabajos que hemos hecho sobre hinchas e hinchadas de fútbol. Y bien: con todo ese trabajo (somos afortunadamente muchos los que lo venimos haciendo) hemos descubierto nada menos que las posibles soluciones para un problema que ha causado algunos centenares de muertos y pérdidas monetarias descomunales, para no hablar de la incidencia en la vida cotidiana de millones de aficionados.

Que esas soluciones no se pongan en práctica ya no depende de nosotros/as. Lo mismo ocurre con la cantidad de investigaciones dedicadas a la pobreza, al mundo del trabajo, a la educación, al conflicto social, a los problemas migratorios, sigue una lista infinita: simplemente, nosotros producimos los insumos indispensables para cualquier política que se proponga hacer un país mejor. Pero no somos los responsables de ponerlas en práctica.

Los ataques se basan, además, en ignorancias profundas: confunden becarios con investigadores, confunden títulos de artículos con títulos de investigaciones, y sacan conclusiones desastrosas de malas búsquedas. Por ejemplo: ponen “buscar peronismo”, y les salen 900 menciones.

De allí concluyen: “hay 900 investigaciones sobre peronismo”, sin darse cuenta que los 900 impactos suman cualquier aparición de la palabra peronismo en una base de datos (por lo que, en realidad, son pocas menciones). El problema es que las redes están llenas de lectores fáciles que inmediatamente repiten como loros: «hay 900 investigaciones sobre peronismo».

En fin: sobre eso se suman los insultos y las agresiones más duras. A una compañera le mandaron un “ojalá te echen”. Tengo el cuero curtido, estoy grandecito y ya pasé por tres dictaduras en mi vida: pero, reconozco, nunca falta un poco de miedito. Hay gente muy desaforada, se dicen muchas barbaridades, de “ladri” para arriba.

Tomado del facebook del autor.


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