Por Rodolfo Palacios– La boda generó una repercusión mundial, como si se hubiese tratado de un asunto de la realeza. Pero no había príncipes ni princesas, ni coronas ni lujo imperial. Eso no desalentó a los medios internacionales que quisieron retratar el momento, desde la BBC de Londres hasta la cadena norteamericana CNN. Un canal argentino de tevé ofreció dinero y pudo entrar en el casamiento, celebrado en Pico Truncado, Santa Cruz, y registrar imágenes. Hace un año, en el Día de los Enamorados de 2013, se casaban Edith Casas y Víctor Cingolani. Hubiese sido una unión matrimonial más, pero había un detalle que causó el interés de la sociedad: él estaba acusado de haber matado de dos balazos a la hermana gemela de su esposa. Aquella se llamaba Johana Casas, y había sido su novia.
“A la novia le arrojaron piedras y huevos cuando salió de la oficina de registro, mientras su marido, disfrazado en gafas de sol y una boina, salía precipitadamente de la puerta de atrás de una patrulla”, publicó el diario Daily Mail de Inglaterra, sobre el acontecimiento.
A un año de la noticia, la historia de amor de los protagonistas al parecer es lo único que se mantiene inalterable. Cingolani fue liberado el 5 de diciembre de 2013 después de que el Superior Tribunal de Justicia de Río Galleros considerara que no había pruebas de peso para condenarlo por el crimen de Johana Casas, por el cual había sido penado con 13 años de prisión en primera instancia. Por el asesinato hay ahora un solo detenido: Marcos “el Tosco” Díaz, otro ex novio de la víctima.
La situación procesal no fue el único cambio en esta historia policial. Los padres de Johana acusaban a Cingolani de haberle lavado la cabeza a su otra hija Edith, pero ahora ya no se animan a tanto. Incluso hay un acercamiento entre Edith y su madre Marcelina. Antes la mujer decía que su hija estaba poseída por el demonio, pero ahora duda: “¿Y si Cingolani no fue el asesino?”, es una de las preguntas que suele hacerse.
La feliz pareja planea tener un hijo e irse de luna de miel. También quiere casarse por Iglesia. “La Edith y el Víctor quedaron conmovidos con el mensaje de amor del Papa Francisco, que por San Valentín recibió en San Pedro a veinte mil parejas de enamorados”, dijo a CyR un allegado al matrimonio. Pero deberán postergar el viaje porque no pasan un buen momento económico. Los dos están sin trabajo y las promesas de aparecer en las tapas de las revistas (ella coqueteó con Playboy) y de contar la historia en una película no se concretaron. “Hay medios internacionales que perdieron interés en la historia porque cierra mejor que el Víctor sea el asesino”, dijo el mismo allegado.
Hace unos días el apellido Cingolani se vio envuelto en otro caso policial. Claudia, hermana de Víctor, atropelló en un accidente a un motociclista que salió ileso. Pero la Policía encontró en la camioneta de la mujer una carabina calibre 22. Le incautaron el vehículo y el arma. Aunque fue un caso menor, en Pico Truncado no están acostumbrados a las noticias policiales: hay pocos robos y las personas duermen con la puerta abierta.
Por su parte, Víctor Cingolani, que está en libertad, sigue vinculado a la causa y tiene algunas restricciones: debe presentarse dos veces por semana en el Juzgado de Pico Truncado, no puede salir de esa ciudad sin autorización, no puede salir de noche (más tarde de las once) y no puede beber alcohol.
Johana Casas fue asesinada de dos balazos el 16 de julio de 2010. Su cuerpo fue encontrado por un entrenador de perros que recorría un descampado ubicado a unos cuatro kilómetros del centro de Truncado, en una zona conocida como cordón forestal, cerca de un santuario de la Difunda Correa. Por ese entonces, Cingolani había dejado de salir con Johana: era novio de Edith.
Los investigadores llegaron a dos sospechosos: Cingolani y Marcos “el Tosco” Díaz, el último novio de Johana. Según los pesquisas, los dos se habían puesto de acuerdo para matarla. Primero fue juzgado Cingolani porque Díaz estuvo prófugo siete meses. En junio de 2010 lo condenaron a trece años. Hace cuatro meses, Díaz fue condenado a doce años por el mismo delito. “Hallaron ADN de Díaz en la escena del crimen. En cambio, a Cingolani no lo ubicaron ni siquiera en ese lugar y nadie lo vio. Y la prueba de parafina que encontró pólvora fue mal hecha”, dijo a CyR Lucas Chacón, abogado de Cingolani.
En el expediente se describe al Tosco como un hombre violento, que solía espiar desde el techo a sus novias, que no las dejaba salir, que peleaba en duelos de cuchillo con sus rivales y que incluso les disparaba en los pies para hacerlos “zapatear”.