Por Rafael Saralegui.
En pocas horas, la investigación dio un giro brusco e inesperado. De la hipótesis de un violador serial al entorno cercano de la víctima. La evidencia más poderosa de ese cambio fue el allanamiento realizado durante la noche del miércoles en la casa de Angeles Rawson, la adolescente que desapareció el último lunes en la zona de Colegiales o Palermo y cuyo cadáver fue encontrado en la mañana del martes en la planta de tramientos de residuos del Ceamse en José León Suárez.
La fiscal Paula Assaro comandó el procedimiento que se realizó en donde Angeles vivía con su mamá y la pareja de ésta, quien tuvo que abandonar el velatorio de la joven para abrir la puerta de la casa de la calle Ravignani para que pudieran ingresar los peritos.
La investigación inicial de la brigada de calle de la comisaría 31ª, donde había quedado radicada la denuncia por la desaparición de la adolescente en la noche del lunes, apuntaba a “un violador serial” del barrio, que ya había estado detenido en otro momento.
Esa hipótesis fue la que le dieron a la fiscal. Se fundaron también en el tipo de nudo que tenía la bolsa donde había sido puesto el cuerpo después del homicidio, dijo a CyR una fuente del caso. El cadáver fue encontrado sobre la cinta que traslada las bolsas de residuos en la planta del Ceamse.
Pero esa teoría se deshizo cuando la fiscal recibió el informe preliminar de la autopsia y que sostenía que no había sido violada y que no había otros signos de violencia más allá de los que le provocaron la muerte por ahorcamiento. Esa novedad fue informada oficialmente por la fiscalía.
La fiscal ordenó una serie de medidas entre las que se encontraban “la ubicación de las posibles cámaras existentes en inmediaciones del predio del CEAMSE situado en las calles Conesa y Concepción Arenal y el envío de las filmaciones; el allanamiento de esa misma planta del CEAMSE; el pedido a la empresa de celulares correspondiente al número de abonado de la víctima del listado de llamados y mensajes de texto entrantes y salientes durante los días 10 y 11 de junio de 2013 con la ubicación física de las antenas activadas. Este último pedido se vincula con un presunto llamado telefónico que, desde el celular de la víctima, se habría cursado a una entidad bancaria el día del crimen, así como con una presunta carga de saldo de $ 50 y el posterior apagado del móvil a las 21.49 hs. de la misma jornada”.
Angeles había concurrido a una clase de educación física en un predio contiguo a la planta del Ceamse y al terminar les habia anunciado a sus compañeras que regresaba a su casa para almorzar. La familia dijo que nunca llegó.
La versión familiar entró en contradicción con dos filmaciones que mostrarían a la joven muy cerca de su domicilio, primero a unos doscientes metros y otra a un par de edificios de la entrada de su casa, dijeron fuentes del caso a CyR. También habría un testigo que la habría visto cuando regresaba a su casa.
Durante el allanamiento en la casa de Angeles, la policía secuestró una sábana con una mancha de sangre, la computadora personal de la chica y la notebook de su mamá. Sergio Opatowski, la pareja de la mamá de Angeles, dijo que esa sábana la había usado su hijo mayor y que la mancha correspondía a una herida que había tenido meses atrás.
Los peritos de la policía científica rastrearon también evidencias en una casa tomada situada en la misma zona y en otro edificio donde la familia de Angeles había alquilado una cochera, dijeron las fuentes consultadas. En las veredas del barrio también buscaron rastros de sangre.
Tras descartarse la versión inicial de un violador serial, la hipótesis que abonan los pesquisas es que Angeles conocía a su asesino y que podría ser “alguien cercano”. Por eso la mataron. Los móviles aún no están del todo claros: venganza, económico, pasional. Aún no se sabe pero las fuentes insisten en mirar hacia los más cercanos a la adolescente asesinada.