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Cuando las armas de la Policía Federal se disparan solas

Por Javier Sinay.

Usan pistolas Browning y Bersa 9 milímetros, ametralladoras FM K III 9 milímetros, fusiles FAL en calibre 7.62 mm y escopetas en calibre 12.70, fusiles de asalto SIG 552 commando en calibre .223, pistolas Heckler & Kock USP .45 ACP, rifles en calibre .308W, rifles de asalto Colt M4A1 y subfusiles Heckler & Kock MP5. Y más. Pero no siempre las armas de los policías federales se encuentran en el estado en que deberían.

Aranda fue condenado a 31 días de arresto.

En ese sentido, la semana pasada la Justicia condenó al Estado Nacional a indemnizar a Héctor Javier Aranda, un policía que hace más de diez años resultó herido con un disparo accidental. El 15 de noviembre de 2001 Aranda tenía 23 años y se hallaba en el vestuario de la comisaría donde prestaba servicios, listo para irse, cuando se colgó la mochila al hombro y una fuerte detonación abrumó sus oídos. Su arma reglamentaria, guardada en la funda, colgada de su cintura, se había disparado sola. Aranda sufrió heridas graves en sus genitales y en su pierna izquierda. Fue operado dos veces y perdió un testículo. Sin embargo, la Policía Federal lo acusó de negligencia en el manejo del arma, lo obligó a pagar el cartucho disparado y lo condenó a 31 días de arresto cuando, luego de una larga recuperación, el agente volvió a entrar en servicio.

Durante un largo juicio (cuya primera instancia no fue favorable a Aranda), quedó demostrado que el disparo de la pistola que el agente llevaba aquel día pudo producirse sin intervención humana y en forma accidental y casual, utilizando la tensión del martillo desde la distancia del “primer descanso” sin llegar a encastrarse en el diente de retenida del mismo, hasta el punto final de su recorrido, con una mínima tensión.

“Que un arma se dispare sin intención podría tener que ver con la antigüedad, pero no tanto: las armas de ahora son seguras. Que se dispare tiene que ver con que tenga el seguro puesto o no, y con que tenga una bala en recámara para que salga el tiro”, dice el perito balístico Luis Olavarría. Y recuerda el caso de un compañero cuyo revólver calibre .357 se disparó solo apenas fue apoyado en una mesa. “En términos generales y balísticamente, para que salga un disparo es necesario oprimir la cola del disparador. Hay circunstancias en las que esto puede darse de una manera fortuita. La vibración puede ser otro mecanismo. Es poco frecuente, pero no imposible. Yo nunca descarto nada, pero es poco probable que se dispare sola el arma o que haya una acción secundaria –roce, movimiento, golpe- que lleve al disparo”, agrega.

El caso de Aranda no es el primero que pone en tela de juicio el funcionamiento de las armas de la Policía Federal. En julio de 2011, Ariel Domínguez –un muchacho de 22 años que trabajaba en una empresa de carga y descarga en el cruce de las calles Humberto Primo y Azopardo- perdió la vida cuando fue alcanzado en la cabeza por una bala policial cuando el cabo Ariel Mendoza perseguía a dos ladrones. Según la versión que la Policía Federal dio inmediatamente, al efectivo se le había caído el arma mientras corría y así se había disparado accidentalmente y por error hacia la víctima, en la avenida Paseo Colon al 1100.

El cabo Mendoza fue procesado por el delito de homicidio culposo: la jueza de primera instancia María Gabriela Lanz y los camaristas Luis María Bunge Campos y Alfredo Barbarosch no creyeron que el arma se hubiera accionado sola, sino que el propio Mendoza había disparado. El caso, sin embargo, es emblemático en tanto la propia institución admitía que sus armas eran deficientes.

Pero en la región el asunto parece no remitirse sólo a la Argentina: en Perú, por ejemplo, las armas que utiliza la Policía Nacional tienen hasta más de 30 años de antigüedad. Según la lista de últimas adquisiciones del Ministerio del Interior, las ametralladoras UZI y revólveres Smith & Wesson que portan los policías incas fueron comprados en 1976 y en 1977 respectivamente; los fusiles y ametralladoras AKM llegaron en 1986 y las pistolas Beretta fueron compradas en 1994.

En la Argentina la situación no es tan drástica. “Todo depende del trato que le da cada uno a su arma”, dice el perito Luis Olavarría. “En términos generales, con un buen cuidado, no deberían deteriorarse. Si se limpian luego de tirar, no tendrían que sufrir daños mecánicos”.


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