| 264 día de lucha

Crónica del año en que cayeron las caretas de los abusos en el rock

Cristian Aldana terminó el año preso, tras haber sido denunciado por varias víctimas abusadas cuando eran adolescentes. Cómo comenzó todo, la historia desde adentro.

Las denunciantes de los abusos en el rock.

Las denunciantes de los abusos en el rock.

Por Alelí Acuña Barrenechea

El sábado 16 de abril cumplí 31 años. En la noche el teléfono me tira un alerta. Mi amiga Niki me dice: “¿Te enteraste que el de “La ola que quería ser Chau” violó a una chica? Hay un video”.

Toco el link y voy. Ahí está Mailén, en una silla, sentada. Habla a cámara y cuenta: “Hago este video para hacer una denuncia pública por dos violaciones en la mañana del domingo 10 de abril por José Miguel de Popolo. “Migue” de “La Ola que quería ser Chau”. Fui a su casa y terminó abusando sexualmente de mí. Me lastimaba para que le diga que yo era su nena. El decía que le excitaba que tenga miedo.”

No puedo ver más. Reviso y  dura doce minutos ocho segundos. Avanzo: “Me levanta las piernas a la fuerza …” Avanzo más. Mailén llora, y hago lo mismo mirándola por mi pantallita. Me doy cuenta de que es mi cumpleaños y que no se puede festejar nada. Después de este llanto sincrónico tiene que haber mucho más.

Enciendo la computadora y la marea de posteos me lleva a una Fan Page llamada: “Víctimas de Cristian Aldana” El del Otro Yo. El presidente de la Unión de Músicos Independientes. El candidato a diputado por el kirchnerismo. Me doy cuenta que no sé nada de su música. Recuerdo una nota rápida que le hice. Estábamos en Casa Rosada y fueron dos preguntas sobre la “Ley de la música”.

Los comentarios eran apabullantes, detallados, coincidentes, acusatorios, escalofriantes. El “Siempre se supo” anestesia de naturalización. Lo señalaban como violador y pedófilo que organizaba orgías iniciáticas con niñas vírgenes entre algún que otro fan que hacía foco en cuan putas eran las víctimas, a las que llamaban “groupies” .

En mi casa todos duermen menos yo. Me pregunto en mitad de la madrugada: ¿Qué hago con todo esto? ¿Cómo yo que también fui abusada a esa edad puedo tratar el tema? Siento que pica la herida, que soy mujer, que tengo un hijo, que necesitan ayuda. Respiro y  me recuerdo que soy una luchadora. Quiero que se escuche la voz de esta pibas y así va a ser, me repito.

Las dos mujeres que denunciaron al cantante.

Las dos mujeres que denunciaron al cantante.

El domingo seguí algunas puntas que me llevaron hasta Ariell Carolina Luján, ella contaba como había sido violada, contagiada de Hepatitis y golpeada por Cristian Aldana. Hablamos por chat y quedamos en encontrarnos en el acto que se estaba organizando en Plaza de Mayo.

El 23 de Abril

El colectivo “Basta de abusadores en el rock y en todos lados” llamó a una convocatoria a Plaza de Mayo para repudiar los recientes casos, El de Mailén, las víctimas de Aldana y otros más. Llegué con mi cámara y grabador. Caminé. Piercings. Pins, mochilas, borcegos, melenas de colores fantasía. Me detuve frente a un par y recogí esos testimonios de quienes habían sido seguidores de “El Otro yo” e integrantes de otras bandas del indie. Pixie, bajista de Strap On Brigade me trajo al recuerdo ese concepto de “Damas gratis” en los boliches y la lectura ‘biopolítica’ de los cuerpos de las mujeres que aún vive en el rock. Lo que pueden, lo que no, a quienes le pertenecen».

Esos testimonios fueron parte de la primera nota a la que me invitó a sumarme Natalia Concina, publicada el 27 de abril en Télam.

Ese día conocí a Ariell. La observé de espaldas un rato, no quería invadirla, ni resultar molesta. Pasados 20 minutos me acerqué y nos presentamos. No eramos tantos pero eramos los que estuvimos siempre: Nahuel Briones, Mariana Bugallo, Mariposa Blanca, Jaz Pimentel. Algo de los que más me repugnaba de esas horas eran los que pedían las denuncias como caramelos, porque hasta ese momento sólo una de las sobrevivientes había denunciado en el la oficina del programa Atajo ante el fiscal de La Boca.

De ese encuentro algo me quedó resonando, la voz de Ariell diciendo: “Eres valiente. Si logras salir de esta oscuridad serás tan imparable que no tienes idea”.

Ese día me fui encendida. Ya era una necesidad llevar al papel esta historia. Comencé a escribir infinidad de caracteres siempre de noche. La periodista Luciana Peker  fue quien me dió la confianza para avanzar, le intercambiaba ideas y ella me compartía devoluciones. Recibo un mensaje donde me dicen que otras víctimas que están por denunciarlo quieren verme y sienten que están preparadas para que las entreviste.

Salir del círculo

El sábado 14 de mayo me tocan el timbre: Charlie y Felicitas, dos de las mujeres cuyas denuncias se investigan en el Juzgado de Instrucción Nº 17, a cargo de Roberto Ponce, el mismo que  le negó la excarcelación a Aldana en Navidad.

Temblaban y miraban hacia los costados. Subimos y les propuse tomar unos mates, hicimos un largo off the record que ofició de antesala y de reconocimiento entre nosotras. Pasamos al living y encendí el grabador. Sólo el 25 % de lo que conversamos fue a la entrevista que titulamos: “Salir del círculo” en base a un textual de Felicitas que así definió al punto básico que la hizo recuperarse.

Charlie recordó: “La primera vez que estuve con él me violó. Tenía 14 años.” Con agua intentaba desanudar la garganta. Le consulté si tenía una idea aproximada de la cantidad de niñas que había pasado por esos aberrantes hechos: “Somos cientas”.

El medio cooperativo Revista Cítrica fue quien aceptó la nota y la publicó el 19 de Mayo de 2016 y replicada por Crimen y Razón y Cinco días.

Estábamos a un día del acto de repudio a abusadores en el Obelisco. Aldana había advertido que iría con su guitarra. El equipo de la Revista lo llamó, trató de ubicarlo todo el día para darle el derecho a réplica. El contestó que agradecía pero no lo iba a tomar y confirmó su presencia.

Feminazis

Viajo en el subte hacía el acto mientras me mensajeo con las denunciantes, algunas tienen miedo y no van, otras estarán pero con capucha. Estaba todo preparado para que fuera un encuentro pacífico Era unánime el voto sí Aldana aparecía: “No le toquen un pelo porque es una provocación”. Se abrió el micrófono, leí el testimonio de Felicitas y Charlie.

Después hicieron una cronología desde el video de Mailén y fue ahí cuando se escuchó a la policía. Me acerco al tumulto con la cámara, no podía creer lo que veía. Había cumplido con lo prometido. Cristián Aldana estaba ahí y vestido de monja. Como en las fiestas perversas que organizaba. Estaba con su pareja: Guillermina Bolig y unos cinco fans. Comienzan a gritarle: “Violín, que venís a provocar”. Cruza la calle y canta: “ La música salva vidas”. Camina, lo sigo con la cámara, hace fuck you, dice que le enfoque la sotana, la retuerce y la muestra. Aprieta los dientes, traga saliva, camina mirando para atrás. Le preguntó: “¿No sentís esto como una provocación? Hay siete denuncias”, a lo que me escupe: “Feminazis. Son como Skinheads”. “¿Tenés conocimiento de las denuncias?. Cristian las chicas dicen que vos tenés una colección pornográfica personal, ¿es cierto?. Una de las denunciantes de identidad reservada cuenta que la primera vez que estuvo con vos la violaste. Dicen que tenían 14 años cuando estuvieron con vos. Una cuenta que la primera vez la violaste.” La voz me temblaba, no tenía miedo sentía asco de su impunidad. Las voces de las chicas me hacían eco y ahnelaba que la justicia llegue.

El acto fue mucho más fuerte que su intento de opacar la unión. Pese a los dolores de cada historia contada, el clima fue poderoso y esperanzador. Ese día le tomé una foto a Ariell y Mailén, creí que se me iban de plano de tan enormes que las percibía. Estas dos mujeres levantaron la alfombra para que se viera toda la mugre del rock que se acumuló durante décadas.                           

¿Músicos independientes?

Desde el  primer día le escribí a diferentes integrantes de la Unión de Músicos Independientes, la que Aldana presidió hasta diciembre. Les consultaba si emitirían un comunicado para ampliar su postura. En un principio me dicen que no saben nada del tema y que se informarán. “Es una persona genial, un tipazo. Lo conozco desde 2004, jamás violaría” y  “Hay que atenerse a la justicia”, era el remate.

A medida que pasan los días me hacen saber su malestar por mis referencias a UMI en el caso y me dicen que no hay otros periodistas preguntando. Prometen tener una reunión de comisión hasta que a los días me comunican el pedido de licencia de Aldana.  

Romper el silencio  

El 9 de agosto el músico Gustavo Cordera en una clase de TEA dice algo que pensaba y que piensan muchos: “Hay mujeres que necesitan ser violadas”. Lo que me movilizó ese día no fue lo que Cordera pensaba sino la reacción del estudiante: Jonatan Dalinger, que repudió y difundió los aberrantes dichos porque entendió que es necesario romper el silencio y desenmascarar a los violentos.

El 11 de Agosto la revista digital autogestiva publica la columna: “Romper el silencio”, ese fue una nota de opinión que había escrito para Revista 23, pero a ojos del editor no me ayudó que en la enumeración de maltratadores de mujeres estuviesen los periodistas: Dante Palma y Patricio Klimezuk.

El debate en las aulas

El colectivo Trama organizó una mesa debate con colegas y sobrevivientes de abuso en el ámbito del rock en la Facultad de Letras, en la calle Púan. Fue enriquecedor poder intercambiar miradas en conjunto para deconstruir conductas, vocabulario para visibilizar los abusos y las violencias que se dan en todos los ámbitos.

En Nochebuena

El 22 de diciembre al mediodía me llega un mensaje al chat de una de las luchadoras de estos casi 300 días, me dice: “Alelí tengo una re buena noticia para darte. Aldana está preso”. Respiré largo, me paré agité los brazos y me senté de nuevo para largar de esos llantos regocijantes. Comencé a chequear la data y a hablar con las denunciantes. Era la verdad. “Fueron a buscarlo a su casa y se lo llevaron”. Cuando leí la negativa a la excarcelación del juez Roberto Ponce, no lo podía creer. No paraba de releer el fallo y apreciar su contundencia: “Se denota la ausencia total de consideración a la minoridad de las víctimas, también un claro desprecio al género femenino e incluso una falta total de respeto a la noción más elemental de la dignidad humana».

El 31 de diciembre nos reunimos por primera vez con Ariell, Feli y Charlie en mi casa. En el mismo living donde siete meses antes temblaban ahora estábamos vibrando de empoderamiento cantando: “Volver a los 17”. Estábamos recuperándonos.