Por Rafael Saralegui.
Sus compañeros no salen aún del estado de shock que les provocó la noticia. El psicólogo Marcelo González Calderón, 54 años, detenido en la madrugada del domingo, luego de ser señalado por una víctima de violación, trabajó durante casi toda su vida en programas de asistencia a víctimas de violencia familiar o sexual para el Ministerio del Interior primero y para el Ministerio de Justicia después. Ahora se investiga en la Justicia si fue el autor de siete ataques ocurridos entre mayo y agosto de este año en diversos barrios de la ciudad.
Cómo adelantó CyR, González Calderón trabajaba actualmente en la Dirección Nacional de Readaptación Social, que depende de la Subsecretaría de Gestión Penitenciaria, del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, pero inició sus tareas en el Cuerpo Interdisciplinario de Violencia Familiar, creado por decreto en 1996.
En el ámbito del Ministerio del Interior se crea en el año 2006 el Programa de las Víctimas contra las Violencias, que en el año 2010 pasa a depender del Ministerio de Justicia. En ese momento, todos los integrantes del Cuerpo Interdisciplinario pasan a trabajar en el Programa que dependía de Eva Giberti. Pero no duró mucho en ese cargo.
«Lo mandaron a fines del 2010 para trabajar en el Programa ‘Víctimas contra las Violencias’ junto a otras 13 personas. Estuvo a prueba unos días y me di cuenta que no servía. Quería trabajar cuatro horas porque decía que no tenía más tiempo y acá se necesita gente dispuesta a trabajar», contó una fuente de ese Ministerio.
En diciembre del 2010, la Secretaría de Derechos Humanos a cargo de Eduardo Luis Duhalde se comunicó con Eva Giberti para comentarle que tenía un grupo de 14 personas sin trabajo y que podrían servirle en su programa de «Víctima contra las Violencias».
«Estuvieron en observación en diciembre de ese año y enseguida nos dimos cuenta que eran 14 inservibles. Eran profesionales, todos ellos, pero se caracterizaban con la pretensión de querer trabajar cuatro o cinco horas porque tenían otros trabajos», relató.
Como en enero comenzaban a tomarse las vacaciones de verano, los encargados de ese programa «aprovecharon» para decirles que se buscaran destino, lo que generó algunos problemas con la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE).
«Los fuimos trasladando a todos», dijo una fuente del programa, quien aclaró que esos profesionales «habían sido contratados por la Secretaría de Derechos Humanos».
Las personas que se alejaron del programa de «víctimas contra las violencias» finalmente fueron al Área de Acceso a la Justicia, a cargo de Florencia Carignano. González Calderón pasó de allí a trabajar en la Dirección Nacional de Readaptación Social, una dependencia que se encarga de entrevistar a los reclusos que están a punto de recuperar su libertad.
Sus compañeros de trabajo seguían ayer consternados tras la detención del psicólogo, a quienes consideraban un hombre de bajo perfil, tranquilo. “Marcelo esto no lo va a poder aguantar”, dijo uno de sus compañeros más cercanos. Sus amigos hablan de “algo armado” para perjudicarlo, pese a las pruebas que se acumulan en su contra.
A saber: el testimonio de la mujer que lo reconoció como quien había abusado de ella el 22 de agosto último en Villa Urquiza, cuando González Calderón estaba por ingresar en el boliche Azúcar, en el barrio de Palermo; una huella dactilar suya encontrada en uno de los locales donde ocurrieron los abusos, y los elementos secuestrados en su casa que pertenecerían a las víctimas. Sus compañeros recuerdan que hacía dibujos en carbonilla de mujeres desnudas, pero que se trataban de imágenes delicadas, de tipo artístico, como podría realizar cualquier estudiante de Bellas Artes.
Lo paradójico del caso, es que en el programa contra las Violencias se comenzaron a recibir una serie de denuncias entre los meses de mayo y agosto, que hicieron pensar que se podría estar frente un violador serial. Las descripciones eran coincidentes: un hombre de mediana edad, contextura física media, con un parpado caído que actuaba de la misma forma. Ingresaba a los locales al mediodía, hablaba con la vendedora, y volvía un rato después armado para atacar a sus víctimas. Se cree que puede haber atacado mujeres en los barrios de Caballito, Villa Urquiza, Villa del Parque, Caballito y Palermo. Por cierto, nadie sabía que el principal sospechoso trabajaba en el Ministerio de Justicia.