Por Rafael Saralegui.
Los hijos del ex jefe de la Fuerza Aérea, José Juliá, Eduardo y Gustavo, fueron condenados por la Justicia española a trece años de prisión por narcotráfico, que además les impuso una multa de 100 millones de euros por haber tratado de introducir casi una tonelada de cocaína en la Península Ibérica.
El mismo tribunal de Barcelona resolvió absolver al piloto Matías Miret, quien había sido contratado como copiloto por los hermanos Juliá para volar a España en un viaje privado, para traer a un pasajero desde allá, según le explicaron en su momento.
El caso deja abiertos numerosos interrogantes, que deben tener una respuesta por parte de la Justicia argentina, que hasta ahora no avanzó demasiado en la parte local de la investigación.
El avión de los hermanos Juliá, un Bombardier Challenger, fue visto en la Base Aérea de Morón días antes del despegue y se supone que allí fue acondicionado. En el piso, debajo de los asientos y en otros lugares del fuselaje se armaron los espacios para guardar la carga de cocaína.
Personal que trabaja en la base dijo haber visto el auto de Gustavo Juliá estacionado al lado del avión en las jornadas previas a la partido. Desde Morón el avión fue hasta el aeropuerto de Ezeiza, desde donde finalmente despegó.
¿Cómo hicieron los hermanos Juliá para acondicionar la droga dentro de una base de la Fuerza Aérea? ¿Cómo hicieron para que en el aeropuerto de Ezeiza se hubiera autorizado la partido sin que hubieran tenido ningún inconveniente? ¿Cómo llegó la droga hasta la base? ¿Quiénes son los otros integrantes de la banda en la Argentina? ¿Quién fue el proveedor de la cocaína? De todo esto poco se sabe.
Los dos hermanos eran conocidos en el ambiente aeronaútico. “En la base se movíán cómo si estuvieran en su casa”, dijo un suboficial de la Fuerza Aérea que trabaja en los talleres aeronaúticos. Ese trato especial que recibían se supone que era consecuencia de ser hijo del bigadier Juliá, feje máximo de la Fuerza Aérea durante la presidencia de Menem.
Durante el juicio que se realizó en diciembre, los tres acusados dijeron desconocer que el avión estaba cargado con cocaína, aunque Gustavo Juliá, había dicho en un primer momento a la policía española que el cargamento era suyo y exculpó a Miret y a su hermano.
La cocaína estaba distribuida en 34 y fue incautada por la Guardia Civil en el aeropuerto de Barcelona el 2 de enero de 2011. Miret fue excarcelado por la Justicia española el mes pasado, ya que el tiribunal creyó su versión de que era ajeno al tráfico de cocaína.
La sentencia dictada contra los hermanos argentinos es la misma que había solicitado el fiscal del caso el 5 de diciembre pasado durante la segunda audiencia del proceso. Según el fiscal, la cocaína incautada resulto ser de «una pureza media del 83 por ciento» y «hubiera alcanzado en el mercado clandestino un valor 32.116.778 euros», por lo que acusó a los tres imputados de cometer «un delito contra la salud pública en su modalidad de sustancias que causan grave daño a la salud, con la circunstancia de extrema gravedad por el uso de una aeronave como medio de transporte específico».
El Bombardier hizo una escala técnica en Cabo Verde antes de aterrizar en el aeropuerto de Barcelona, por lo que quedó descartado que allí se hubiera gargado la cocaína. La droga salió desde la Argentina.