Por Rodolfo Palacios.
Víctor Cingolani está tan confiado en recuperar su libertad que se ilusiona con irse de luna de miel con su esposa Edith Casas. Después de que la Cámara Criminal de Caleta Olivia condenara a 12 años de prisión a Marcos “El tosco” Díaz por el crimen de Johana, la gemela de Edith, Cingolani –que en junio de 2012 fue condenado a 13 años por el mismo asesinato- se aferra a los argumentos del fiscal de juicio Rubén Rearte, quien sostuvo en su alegato que no hay pruebas para vincular a Cingolani con el homicidio ocurrido el 10 de julio de 2010 en Pico Truncado, pueblo santacruceño de 22 mil habitantes.
Es por eso que hoy el abogado de Cingolani, Lucas Chacón, volverá a pedir la libertad de su defendido antes la Cámara Criminal. Hace unos diez días lo había hecho ante la Cámara de Casación de Santa Cruz. “Cingolani fue condenado por un crimen que no cometió. Nunca hubo pruebas y siempre sostuvimos que el último en ver con vida a Johana había sido Díaz. Confío en que antes de fin de año, Víctor esté en libertad”, le dijo Chacón a CyR.
El caso conmovió al mundo. Para todos, se trató de una bella mujer que se enamora y se casa con el asesino de su gemela. Pero ahora, la situación puede cambiar. En junio de 2012, Cingolani (28) fue condenado a trece años por el Tribunal Oral en lo Criminal de Caleta Olivia. En ese proceso no se juzgó a Díaz (acusado por el mismo delito) porque estaba prófugo. El veredicto del segundo juicio fue dictado el 3 de julio por la Justicia. No se explica que haya dos condenados en dos juicios por un mismo asesinato. Es más extraño aún que los investigadores crean que hubo un complot entre Díaz y Cingolani para matar a Johana, cuando entre ellos había una enemistad manifiesta. Y de haber existido ese pacto, ¿cuál fue el móvil? ¿La mataron porque Johana no quería estar con ninguno de los dos? ¿Fue una especie de “es nuestra o de ninguno”?
En los fundamentos del fallo contra Díaz, el juez Humberto Monelos desestima esa posibilidad: “Pensar que dos rivales en el amor de una mujer joven y bonita se pongan de acuerdo para matarla, no es lo que ocurre normalmente conforme la experiencia. Y el Fiscal de Cámara se ha ocupado de desvalorizar la prueba de canes con lo que en su tesis Cingolani no habría estado en el lugar. He considerado como no probado que el procesado tuviera una pistola 9 milímetros”.
Los testigos que declararon contra Díaz, lo definieron como un hombre obsesionado por Johana. “Tenía una relación obsesiva con la víctima, que era asfixiante, que por eso ella tenía pensado dejarlo, que no la dejaba tranquila, su madre refiere que no la dejó ir al cumpleaños de su nieta. Recuerda que sus amigas refieren que la víctima se encontraba cansada de esa situación, otra testigo también señala que era tan obsesivo y celoso que un día se quedó arriba del techo de su casa todo el día”, sostuvo Rearte.
La defensa de Cingolani se basa en el alegato del fiscal, cuyos conceptos más importantes son los siguientes:
-Hay dos elementos que incriminan a Díaz como la persona que estuvo con Johana en el descampado donde la mataron. En su auto apareció un CD de ella, de la cantante Johana, cuya caja apareció en la escena del crimen, y una colilla de cigarrillo con el ADN del imputado.
-No surge de esta causa que exista la presencia de otra persona en el lugar de los hechos. El procesado luego de llevar allí a la víctima, procedió a causarle la muerte. El móvil es el gran dilema. Sólo existen indicios de ello. Ya venían con una discusión previa en el auto sobre la posibilidad de que ella salga sola con sus amigas, pero lo cierto es que alguna actitud de la víctima molestó al imputado pero nunca lo vamos a saber.
-Díaz tenía poca tolerancia y no le gustaba que le dijeran las cosas. La actitud que habría molestado al imputado tendría que ver con la relación de pareja, por la historia y los vínculos que venían manteniendo y porque el imputado manifiesta una escasa tolerancia a la frustración, tiene actitudes de reacción que fueron expresadas por una de las testigos incorporadas por lectura, que dice que todos le tenían temor, era una persona violenta, esa actitud que pudo haber tomado la víctima generó la reacción que generó y llevó a causarle la muerte.
-Le causó la muerte con un arma que el imputado siempre llevaba en su poder, y en este sentido sus propios compañeros de trabajo fueron claros en sus apreciaciones, Báez expresaba que siempre se sostenía que Díaz portaba armas de fuego, lo que fue sostenido por Franco Báez y Cirilo Díaz, que decían que tenía un arma para hacerlo «zapatear» a “Martineta”, sobrenombre de Elvis Ampuero, también lo sostuvo Analía Vidal, que dijo que tenía una pistola y era de portar armas, que ella fue amenazada, que tenía una personalidad violenta y era capaz de matar, son claros indicios de que el imputado tenía un arma de similares características a la que le causó la muerte a la víctima.
-Después de causar la muerte el imputado procedió a tener actitudes evasivas, y a tener preocupación, ello lo lleva a comunicarse con su hermano, luego de cometer el hecho tuvo intención de esconder algún elemento utilizado para la comisión del delito, y no dejó de comunicarse en ningún momento con los miembros de su familia, seguramente para tener las recomendaciones de sus hermanos; estos hechos tienen vinculación con lo manifestado por el testigo Farías quien a las 19 del 16 de julio, indica que la hermana del imputado se entrevista con él y le dijo que el hermano había encontrado a la mujer con otro hombre y que sacó un arma y mató a su mujer. Hace hincapié en que el testimonio de Farías resultó claro y contundente, concretamente le dijo que su hermano habría matado a la víctima.
Puntualmente, el testigo Miguel Enrique Farías declaró: “Esa tarde recibo un llamado telefónico de Viviana Díaz, y me dice que tenía urgencia de hablar conmigo por una cuestión familiar que la tenía bastante mal, y nos entrevistamos y ella me manifiesta que uno de sus hermanos, Marcos Díaz, había llamado a otro de los hermanos, y le contó que había encontrado a su mujer con otro hombre y que él reaccionó sacando un arma que llevaba y que producto de esa reacción habría matado a esa mujer, me dice que después de esa comunicación, Marcos Díaz se habría ido con destino desconocido y ellos tenían el temor de que pudiera atentar contra su propia vida”.
En su momento, Crimen y Razón reflejó las desprolijidades que hubo en la investigación del misterioso homicidio. A Cingolani nunca se lo pudo ubicar en la escena del crimen, no hubo testigos, tampoco testimonios tendientes a identificarlo como el presunto autor. Y la prueba de parafina que se le hizo, y en la que se le encontró pólvora en la mano derecha (él es zurdo), violó la cadena de custodia y se hizo en una comisaría sin la presencia de los peritos de parte.
“Estoy con un pie afuera”, se ilusiona Cingolani. “Tiene que salir en pocos meses”, confía su abogado Lucas Chacón. ¿El tiempo les darán la razón? ¿Cuál será el próximo capítulo de esta historia que sorprendió al mundo? Continuará.