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Cómo el encargado del edificio pasó a ser el único imputado del homicidio de Angeles

Por Rafael Saralegui.

Después de 18 horas febriles de declaraciones testimoniales y búsquedas de pruebas en forma simultánea, el portero del edificio donde vivía la adolescente Angeles Rawson, de 16 años, fue imputado por la fiscal Paula Asaro como autor del crimen y el próximo lunes prestará declaración indagatoria.

Jorge Néstor Mangeri, de 45 años, fue sacado a cara descubierta y con las manos esposadas del edificio donde se encuentra la fiscalía, en Tucumán al 900, poco antes de las 7 de hoy en principio como único imputado del homicidio de la menor para ser llevado a los calabozos de la División Homicidios de la Policía Federal donde pasará el fin de semana.

El juez de instrucción Roberto Ponce encabezó en la noche del viernes nuevos procedimientos que se realizaron en el edificio situado en Ravignani 2360, donde trabajaba Mangeri como encargado desde hace más de 10 años, y en su coche, que estaba estacionado en la vereda. Allí vivía Angeles con su familia.

La mamá de Angeles declaró como testigo.

La mamá de Angeles declaró como testigo.

El auto es un Renault Megane, modelo 1999, patente CVP 039, y estaba estacionado en la misma cuadra del edificio. Los peritos de la policía científica realizaron las primeras búsquedas de rastros en la misma noche del viernes, en el baúl del vehículo y en la parte posterior. Primero se llevaron la alfombra del baúl y luego el mismo auto para ser sometidos a peritajes más exhaustivos.

En el caso del edificio los allanamientos se realizaron en el octavo piso, donde se encuentra la vivienda del encargado, ocupada por Mangieri y su esposa, y en el sótano donde también trabajaron los peritos en la búsqueda de rastros, que pudieran determinar que el cuerpo de Angeles estuvo escondido ahí.

El mismo lunes 10 en que se denunció la desaparición de Angeles, Mangieri pidió al consorcio licencia por enfermedad, pero no regresó cuando se le terminaron los días que se le habían asignado. Fue ubicado por la Policía y llevado a declarar anoche cerca de las 21. Comenzó su exposición como testigo, pero un momento determinado la fiscal decidió imputarle el crimen y se convirtió en el primer detenido del caso.

Según informó la agencia Télam Mangeri se autoincriminó en el hecho (¿se pisó en sus explicaciones?) y la fiscal lo relevó del juramento de decir verdad. Como se sabe todos los testigos juran decir la verdad cuando prestan testimonio. En cambio los imputados pueden mentir, ya que se considera que la declaración indagatoria es parte de su defensa. De inmediato, la fiscal solicitó la declaración de la esposa de Mangeri, con quien vivía en el octavo piso del edificio de Ravignani, y su testimonio fue de vital importancia, dijeron las fuentes.

La familia de Angeles fue citada a declarar en condición de testigo al mediodía y se retiraron pasadas las dos de la madrugada del sábado. Los hermanos mayores de Angeles, Jerónimo y Juan Cruz, la abuela María Inés, la mamá María Elena Aduriz (que se hace llamar Jimena) y su pareja Sergio Opatowski, se retiraron de la fiscalía en dos grupos a las 2,31 de la madrugada.

Durante todo el viernes y el jueves los investigadores habían apuntado la pesquisa hacia el círculo íntimo de Angeles, luego de que pudieron demostrar que había regresado a su casa después de la clase de gimnasia, pese a que su familia había dicho que nunca regresó.

Una cámara de video grabó su paso minutos antes de las diez del lunes cuando estaba a pocos metros de su casa, situada en el planta baja del edificio de Ravignani 2360. Además se encontraron las zapatillas y el morral que había llevado a la escuela. También apareció su manojo de llaves.

El portero se contradijo y quedó como imputado.

El portero se contradijo y quedó como imputado.

Quien reveló que el llavero estaba dentro de la casa fue María Elena Leuzzi, titular de la agrupación AVIVI, de ayuda a víctimas de abusos. Leuzzi le contó a la prensa que se presentó el martes pasado, a las 2 ó 3 de la tarde, en la casa de Ravignani, y recordó que había visto unas llaves al lado de la computadora, y ella le recomendó a uno de los hermanos de la menor que la guardara porque se iban a perder. «El me dijo ‘no esas llaves son de Ángeles’. No le presté atención al tema recién cuando un abogado me lo hizo ver. Por eso estoy acá, siempre asisto a víctimas y nunca me tocó declarar como testigo», dijo la mujer.

A esa altura se creía que Angeles había sido sometida por un violador en el predio donde había concurrido a la clase de gimnasia o bien que podría haber sido secuestrada a plena luz del día en la misma calle. Las dos posibilidades no cerraban por tratarse de lugares muy concurridos, donde era inevitable la presencia de testigos.

En las últimas horas volvió a tomar fuerza la hipótesis del abuso. No ya de un violador serial como se había pensado en un principio, sino que el sospechoso pasó a ser el encargado del mismo edificio, dijeron fuentes del caso. Las estadísticas muestran que en los casos de ataques sexuales la mayoría de los veces los atacantes son personas que ya conocían a sus víctimas.

Una posible explicación de cómo ocurrieron los hechos sería que Angeles fue atacada en el edificio por el portero, quien supuestamente después de matarla escondió su cuerpo en el sótano, lo envolvió con bolsas de consorcio y de supermercado (de un Vea que queda a la vuelta de la manzana) y durante la noche la sacó en su auto para tirarla en un contenedor de basura. Así podría haber llegado el cuerpo hasta el predio del Ceamse en José León Suárez donde finalmente fue encontrado en la mañana del martes 11. Ese agitado periplo deberá ser probado en sede judicial.


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