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Coimas en el Senado: porqué investigarán a Aníbal Ibarra

Los jueces denunciaron a Ibarra por falso testimonio.

Los jueces denunciaron a Ibarra por falso testimonio.

Así como los acusados recibieron una absolución contundente, el ex jefe de gobierno Aníbal Ibarra y el juez federal Daniel Rafecas fueron los grandes derrotados en el veredicto que emitió el lunes último el Tribunal Oral Federal número 3 en la causa de las coimas en el Senado.  Por otro lado, el fiscal Federico Delgado vio pasar las balas cerca pero salió indemne. El enigma Irurzun y los extraños movimiento de un abogado terminan de configurar un escenario que promete nuevos episodios.

El caso del ex alcalde Ibarra es el más llamativo dado que se trata de alguien que aparecía más bien lejos del escándalos de los sobornos, o al menos en una situación que no era la del ex jefe de Gabinete Alberto Fernández o Carlos “Chacho” Alvarez. El primero fue quien le garantizó la protección del Estado a Mario Pontaquarto con el programa de testigos protegidos  y el segundo había disparado la trama con la lectura de un anónimo que circuló por el Senado que él presidía y que hablaba de las coimas que habrían aceptado senadores del PJ.

Ibarra aparece apenas Pontaquarto se decide a hacer la denuncia que el TOF número 3 definió como el invento de embaucador. El entonces secretario parlamentario era una persona con serios problemas de juego y solía resolver sus deudas con la caja chica de la UCR (fue declarado culpable en una causa por haberse quedado con viáticos de un viaje que nunca se hizo).

Cuando esos fondos le fueron apartados decidió inventar una gran historia con el objetivo de venderla al periodismo. Encontró un cliente interesado en la figura del empresario Hugo Sigman dueño de la revista TXT. La vida descontrolada de Pontaquarto quedó en evidencia luego del testimonio en el juicio de decenas de testigos que hablaron de sus costumbres cuándo era funcionario del Senado. Por esto también Pontaquarto luchó en todo momento porque sus custodios durante el programa de protección de testigos no fueran admitidos como testigos por el tribunal, cosa que logró.

Apenas hace la denuncia en la revista Pontaquarto acude a su amigo Daniel Bravo y este lo conecta con Ibarra quien a su vez lleva Pontaquarto al despacho de Alberto Fernández. La primera vez que Ibarra declaró durante la instrucción lo hizo por escrito y fueron apenas 15 líneas de imprecisiones. La segunda vez, meses más tarde,  habló por más de cinco horas para confirmar la historia de Pontaquarto y sus supuestas coimas. Este cambio radical de actitud no pasó desapercibido para el tribunal que pidió abrir una causa por falso testimonio.

Fernández encontró en la historia de Pontaquarto una oportunidad para demostrar que el naciente Gobierno de Néstor Kirchner luchaba contra la corrupción política. Para eso contaría con la ayuda de su amigo Rafecas a quien él propuso como juez. Rafecas procesó a todos los que durante la instrucción negaron o tildaron de mentiroso a Pontaquarto. Decisiones que más tarde la Cámara Federal habría de anular.  Aún así el Tribunal enviará sus comentarios al Consejo de la Magistratura donde Rafecas deberá afrontar un nuevo expediente.

A diferencia del juez, Delgado también fue defenestrado en el adelanto de los fundamentos  (hubo una suerte de chanza por su pasión por las citas literarias que aparecen con frecuencia en sus dictámenes) pero no enviaron su caso al tribunal de enjuiciamiento de la procuración. Hay una explicación procesal: la instrucción de la causa no estaba delegada en el fiscal.

Llama la atención, en esta línea, que el tribunal guardara silencio absoluto respecto del hecho de que si bien Rafecas “le creyó” a un embaucador, como escribieron, la Sala de la Cámara que presidía Martín Irurzun le confirmó todas las decisiones. Nada dijeron sobre este camarista, actual titular de la Cámara y con buenos amigos en la Corte Suprema.

El caso del abogado de Pontaquarto,  Hugo Wortman Jofré también será analizado en el Colegio Público de Abogados donde podría terminar sancionado.  Este abogado trabajaba para Sigman, fuel el que alentó a Pontaquarto a hacer la denuncia y luego lo defendió durante años.  Todavía no se sabe quien le pagó su elevado cachet durante los 13 años que duró la causa. El empresario Sigman ya ha adelantado que él no fue.

 


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