Quedó en una suerte de limbo el futuro sobre el nombramiento del nuevo procurador general. Tras la salida de Alejandra Gils Carbó el Gobierno especulaba con proponer a su reemplazo y votarlo antes del cierre de las sesiones ordinarias, algo que ya no ocurrirá.
Gils Carbó renunció a su cargo con fecha 31 de diciembre y se tomó una licencia, con lo cual ya dejó de tener el manejo diario de la Procuración General, la mayor preocupación del macrismo, que veía allí un núcleo duro de resistencia al que se vinculaba con el kirchnerismo, que hoy está en franca desbandada.
El caso es que en el Gobierno no se generó consenso sobre esa vacante decisiva. Nadie tendría conformes a todos los grupos de poder. Esta semana el fiscal Raúl Pleé le mandó decir a Germán Garavano que si él no era el elegido para la Procuración directamente se aprestaba a renunciar a su fiscalía de Comodoro Py.
El ministro de Justicia le respondió que no había problema y que esperaba la renuncia para cuando él estuviera listo,dicen en Tribunales. Sutil. Se sabe además que Pleé fue vetado por Elisa Carrió que tiene en el fiscal del distrito Saavedra José Campagnoli a su favorito. La hermana de Campagnoli fue elegida diputada nacional por el mismo espacio de Carrió.
Guillermo Marijuán estaba muy bien encaminado pero recibió el veto de Gustavo Arribas, jefe de la AFI que gracias a su reciente amistad con Rodolfo Canicoba Corral ha conocido detalles de lo más pintorescos de la vida personal de Marijuán. A esto se suman ese triángulo que le genera desconfianza al Gobierno que integran Marijuán, Sergio Massa y el empresario de medios Daniel Vila.
El fiscal Carlos Stornelli ni siquiera fue tenido en cuenta y cuando hace poco pidió ver a Mauricio Macri para reactivar sus chances de ser jefe de los fiscales recibió una respuesta glaciar que lo dejó en cierto estado de depresión. Demasiado asados en La Ñata, la quinta de Daniel Scioli que hace poco fue escenario de sorpresivos allanamientos y pesquisas.
En paralelo a todo esto, el interino Eduardo Casal va haciendo su sigiloso lobby. El primer paso ha sido la Corte Suprema, donde se ha sabido congraciar en pocas semanas con Ricardo Lorenzetti pero también con Carlos Rozenkrantz.
Casal es uno de los más antiguos funcionarios de la Procuración. Fue nombrado Procurador Fiscal ante la Corte Suprema de Justicia en 1992 y conservó el cargo hasta que fue designado interino. Una de sus últimas intervenciones como procurador ante la Corte fue en septiembre, cuando firmó un dictamen donde opinó que el Máximo Tribunal debía rechazar la apelación del líder narco «Mi Sangre», luego de que se hicieran públicas las sospechas del Servicio Penitenciario Federal (SPF) de un supuesto plan del criminal para fugarse de la cárcel de Ezeiza.
Apenas asumió como Procurador interino hizo cambios en las cabezas de la Secretaría General de Administración y Recursos Humanos; en la de Coordinación Institucional; y en la Disciplinaria y Técnica, donde puso gente de su confianza. Ya hizo cambios en otras procuraciones especiales, como la de Violencia Institucional, donde acaba de desplazar a Félix Crous.