| Entrevista

Campusano, el director que busca testimonios de vida de aquellos que nadie mira

El cineasta estrenó «Bajo mi piel morena», una historia sobre mujeres trans.

Campusano

Por Julieta Scibona

José Celestino Campusano supo desde siempre que se iba a dedicar al cine y habla de un “enamoramiento indescriptible del relato secuenciado en imágenes”, que lo acompañó desde muy chico. Menos románticos son los escenarios en los que transcurren sus películas, pero en los cuales muchas veces se descubren personajes nobles y entrañables, aún en su dureza.

Con más de 15 películas en su haber, el realizador que irrumpió con “Legión, Tribus Urbanas Motorizadas”, “Vil romance” o “Vikingo” entre otras, tiene un lugar indiscutido dentro del panorama del cine nacional y, tanto para sus más fieles seguidores como para sus detractores, sus películas no pasan desapercibidas.

A propósito del estreno de “Bajo mi piel morena”, también presentada en el último Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, el director habló con el programa Crimen y Ficción sobre los pormenores de esta producción y las particularidades de su forma de hacer cine con su productora CineBruto, siempre ligada a las comunidades que pone en escena y fuera de los cánones de representación hegemónicos.  

– ¿De qué se trata Bajo mi piel morena?

– Al igual que todas nuestras películas (con la productora Cine Bruto) es un testimonio de vida. En este caso, un testimonio exhaustivo sobre lo que creemos que es la vida de mujeres trans en el Conurbano Sur. La data está aportada desde el sector y las formas del habla y la acción son directamente tomadas de apuntes y de filmaciones directas. La referencia a la realidad es constante, está en la construcción de estos discursos.

– La idea de apelar directamente a realidad para la construcción de una ficción se ve también en la elección de los actores, a veces no profesionales, pero siempre ligados a la comunidad que representan ¿Cómo trabajas este aspecto?

– Hay algo muy obsceno en los llamados “métodos actorales”, porque niegan toda una heterogeneidad en las formas del habla y la expresión, que es una variedad asombrosa e impredecible. Querer homogeneizar esas formas es negar la vida misma y las verdaderas formas de interacción. Es fundamental que la gente aporte lo que tiene, lo que quiere y lo que puede. Eso es maravilloso. No hay que llevarlo a otro lado porque, en ese caso, se desvirtúa el hecho político. Tendríamos escenarios magníficos, una historia única, pero los tergiversamos porque queremos homogeneizarlo en un “método”. Me parece estúpido y retrógrado. Se impide que la verdadera comunidad deje su sello en el audiovisual y eso es contraproducente.

– ¿Trabajas los diálogos en un guión previo o con improvisación?

– El guión es necesario para presentar los proyectos para conseguir los apoyos del Estado, pero después queremos que los actores se lo apropien desde la expresión. Intentamos trabajar con rostros nuevos, pero que no provengan del mismo establishment, sino de las propias comunidades.

– Con tus primeras películas se te identificó mucho con la comunidad de motociclistas del conurbano bonaerense, pero en las últimas producciones transitaste también por distintos tópicos y territorios: trata de personas, abusos del clero, pueblos originarios, trabajadores sociales, etc. ¿Cómo elegís los temas a tratar?

– Elijo en función de la falta de justicia de esos colectivos. Por ejemplo, en este caso: a las chicas trans, no le hacen justicia el área audiovisual ni el área periodística, siempre las tiran abajo y las relacionan con la promiscuidad y la degradación. Me parecía propicio filmar desde adentro una ficción y mostrar que son personas totalmente empáticas, inteligentes y de buen corazón. Solamente hay que tender puentes. Si tenemos toda una serie de elementos, también en la música y en la TV, que alimentan el morbo y una imagen degradada de un sector social, ahí la cosa se complica. Es el mismo caso de los motociclistas y de tantos colectivos que están tan estigmatizados, justamente porque no se puede defender y no pueden contrarrestar una campaña de imágenes y de miradas ligadas a la condena y no a la empatía.

– Recién mencionaste la política. ¿Es un cine político el que hacés?

– Yo creo que sí. Eso es algo que (como realizador) tenés que saber. Manifestarlo no es tan trascendente, pero sí tenés que saberlo al comandar un equipo y disponer de recursos comunes e inclusivos, como puede ser el plantel artístico y técnico, el acceso a locaciones o el apoyo de municipios. Uno tiene que saber en dónde se para: si del lado del establishment y sus instituciones o de las personas. En nuestro caso, sin dudas, nos paramos del lado de la gente.

– ¿Alguna vez tuviste problema con tus películas? Especialmente por la representación de los cuerpos, el sexo y la violencia fuera de los cánones tradicionales. ¿Cómo sentís la recepción por parte de los espectadores?

– Yo creo que, lamentablemente, se ha perdido un espíritu crítico en cine tanto en la producción como en la prensa. Porque son películas que no tendrían que asombrar ni generar demasiado resquemor, sino que solamente comunican desde otro lugar.  Me acuerdo el año pasado en Valladolid, en España, hubo una reacción muy fuerte y de rechazo (por Hombres de piel dura, que hablaba de curas pedófilos).

Se han filmado muchas películas sobre los abusos de la Iglesia, pero son siempre evocativas, nunca se ve nada. En esos casos, pueden ser o pueden no ser (los abusos), pero no los están constatando. En mi película mostrábamos: erección, cópula y sexo oral porque sucede. No es perversión de mi parte, sino que, si tocás estos temas, tenés que llegar a fondo.

De la misma forma, si tocamos el tema mujeres trans, no podemos no evocar el tema de los hombres bisexuales que eligen mantener una imagen hetero y cómo se liberan totalmente de la culpa y la exposición cuando están con una de ellas. Es decir, no pueden no estar esas escenas. Sino no estamos haciendo honor a las vivencias reales. Por supuesto, hay historias diferentes y no vamos a hacer la biblia de estos personajes. Pero en nuestras historias no hay “invocación”, sino que apelamos a los manuales de vida que han derivado del hecho de haber vivido.

 

“Bajo mi piel morena”, se estrenó esta semana y está disponible para ver de forma gratuita en Cine.ar (PLAY) hasta el 2/7 inclusive. A partir del 9/7 estará en Cine.ar (ESTRENOS) a modo de alquiler por $30. También en Cine.ar están disponibles, del mismo director, para ver de forma gratuita: VIL ROMANCE (2008), VIKINGO (2009) y FANGO (2012). Además, la serie de FANTASMAS EN LA RUTA (2013), con 13 episodios de aproximadamente 25 minutos, gratis en la plataforma Cont.Ar. 

 


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