El grooming o ciber hostigamiento es toda estrategia realizada por un mayor de edad a través de un medio de comunicación electrónico (Internet, mail, redes sociales, chats, celulares, etcétera) con el fin de ganar la confianza de un menor y obtener concesiones de índole sexual.
Sin duda lo mejor para prevenir a los chicos de este mal de nuestro tiempo es educarlos y acompañarlos, pero muchas veces con eso no alcanza. Actualmente, contamos con estadísticas muy serias que así lo confirman.
Según datos de Unicef, en los grandes centros urbanos de la Argentina el 64,4 % de los adolescentes de entre 13 y 17 años navega sin la compañía de un adulto, y el 27,1% de ellos dice usar las redes sociales para conocer nuevos amigos. Muchos padres declaran no saber cuál es el apodo que sus hijos utilizan en las redes y la ONU estima que hay alrededor de 750 mil pedófilos en el mundo conectados permanentemente al acecho. Unicef indica que el 30% de los adolescentes reconoció haber sido alguna vez víctima de acoso sexual en el chat y sólo el 7% de ellos se lo contó a sus padres porque teme que le limite el acceso a internet.
Estamos convencidos que además de proteger a los chicos debemos adecuar la legislación. En el resto del mundo – con distintos alcances – así lo entendieron países como España, Gran Bretaña, Costa Rica y Australia que están muy evolucionados en el tema. La conducta del ciber-acoso no es suficiente para constituir corrupción de menores en la Argentina, ni siquiera en grado de tentativa, por lo que existe un vacío legal al respecto.
En este contexto el pasado miércoles aprobamos en Diputados un proyecto que llegó con media sanción del Senado al cual le hicimos una serie de mejoras. Semanas antes organizamos unas jornadas interdisciplinarias en el Congreso a las que concurrieron especialistas de distinto tipo y luego de ellas resolvimos en forma consensuada con todos los bloques hacer las modificaciones necesarias para que finalmente podamos penar el grooming como un delito específico que deja consecuencias en los chicos y atenta contra su integridad sexual.
Lo que buscamos fue una propuesta alternativa que concretara aun más el tipo penal, revisara la escala de las penas y distinguiera según la edad de las víctimas. Valoramos la intención del proyecto del Senado y esperamos que reciban las modificaciones afirmativamente para que podamos incorporar al Código Penal el delito de grooming que tanto daño provoca en el normal desarrollo sexual de niños, niñas y adolescentes.
Necesitamos adaptar nuestra ley para dejar de tener jueces y fiscales que se convierten en héroes por no tener herramientas para la intervención temprana. Prevención es adelantarse a los daños.
*Diputada Nacional PRO.