escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial
para JorgeAsísDigital
El primer gran muñeco que Axel Kicillof -El Gótico- volteó fue Julio De Vido.
Al Ex Superministro lo convirtió, con el aval de La Doctora, en un secretario calificado. Un tío bonachón, sexagenario e inofensivo. Un peronista despojado, amante de los tangos de Julio Sosa, apenas útil por el caudal de información acumulada.
De Vido representa la memoria del kirchnerismo. Como en menor medida José López, El Neolopecito, quien también tallaba en aquellos tiempos nostálgicos del IDUV. Santa Cruz. Como muñeco, El Neolopecito aún no molesta (como tampoco molesta demasiado Alicita, La Fotocopia).
Atisbos vivos del pasado (superado) que no le bastaron para sobrevivir a Rod Cameron, El Golfista Bravío.
Es otro muñeco que Axel también desplazó de la Energía (que tanto falta). Lo liquidó como si fuera el vulgar muñeco Espinosa de Enarsa (para Romero, En Farsa).
Ambos muñecos fueron suplidos por un titán y una titana del flamante engendro de poder que cautiva generacionalmente a La Doctora.
Es la entente pragmática de los Tontos pero no Tanto, pero absorbida por La (Agencia de Colocaciones) Cámpora, que conduce virtualmente Máximo, En el Nombre del Hijo. Junto a Wado, El Salamín de Mercedes, y Larroque, el Solemne Distribuidor de Camisetas. Y Ottavis, El Peronista Originario.
La Cámpora es, después de todo, lo único que persiste con algo de mística, así sea artificial, en la armada agonizante del cristinismo.
Junto a Los Pibes grandulones para La Liberación, que suelen cantar en las paradas de los patios, La Doctora vuelve a sentirse aquella Samantha de Tolosa.
Aunque no pertenezca a la congregación dominante, a la señora Déborah, La Duquesa de Tierra del Fuego, se la deja continuar adentro. Para que aplauda a La Doctora, que en el fondo la estima. Y hasta valora, incluso, su empalagosa lealtad. Por ahora, la dejan también hacer “la suya”. Administrar el ducado patagónico, y también sus dilemas pasionalmente domésticos. No ampliaremos.
Tal vez el muñeco que a Axel le costó más voltear fue a Morenito, El Ingenioso Degollador.
Pero La Doctora le hizo caso a El Gótico y lo despachó a Morenito hacia Roma. Para que se ilustrara, durante el ocio creativo, con las clases del embajador Torcuato Di Tella. Y para se entretenga en las severas preparaciones de las visitas rituales a Francisco, El Gran Borocotó. Mientras entona, con el puño en alto, la marchita de Los muchachos Peronistas. En un coro de ángeles con Eduardo Valdés, El Nuncio Móvil. El Gordo Peretti y Maradona.
El último muñeco que Axel pudo voltear fue Fábrega, El Sensato Marginal. El histórico “bancario” que lo fastidiaba. Obstaculizaba la penetración de sus teorías, y no vacilaba en decir, en el relativo privado, que “estos funcionarios de Economía no están a la altura de la responsabilidad”.
O peor aún: que La Doctora está “muy mal asesorada, la hacen equivocar mucho, perder credibilidad”.
Hoy Axel logró reducir al “bancario”, quien sólo puede disfrutar de un par de días de cierta inmortalidad.
Pero El Sensato Marginal es un muñeco volteado que no debiera retirarse en silencio hacia el ocaso de Mendoza. En general no gusta, en la patología del cristinismo, que nadie se vaya con alguna cuota de prestigio alto.
Significa confirmar que, en adelante, llega el turno de podarle el prestigio al muñeco que se va.
Lo gravitante es que, en presencia de La Doctora obnubilada, nunca más Fábrega le va a preguntar.
“¿Por qué le mentís a la Presidenta, Axel? ¿Para engañarla sólo con buenas noticias? Decile la verdad”.
El Complejo de Cavallo
Ya vaciado De Vido, despachado Morenito, derrocado Fábrega, para superar el Complejo de Cavallo, lo único que le falta a Axel es cargarse también al muñeco Echegaray, El Patriarca Neoliberal de la AFIP.
Un chartalista heterodoxo, de la magnitud intelectual de nuestro post keynesiano Kicillof, para tener éxito, y para imponer sus delirantes teorías, debe controlar la política monetaria. Pero también debe asegurarse el control de la recaudación. El cobro de los impuestos.
Hasta aquí cabe consignar que fue un desastre la gestión de El Gótico. Junto a Álvarez Agis, El Culata (como lo llamaba Morenito), y Costa, Pañal Reforzado.
Pero fue un desastre porque no manejaban el Banco Central, “ese reducto anclado en el neoliberalismo”.
En adelante, para justificar la instalada inoperancia, no habrá otra alternativa que enfocar los cañones contra Echegaray. Aunque El Patriarca sea bastante más morrudo, tan pesado como El Culata. Y aunque la AFIP sea informativamente mucho más penetrante que la Jefatura 2, del General Milani, El Seductor de Sexagenarias, o la Cooperativa de Crédito de 25 de Mayo, con El Ingeniero incluido.
Es de esperar, a propósito, por el bien moral de la república, que nunca trasciendan los datos novelescos, o las fotografías expresionistas que le atribuyen poseer a El Ingeniero. Partes sustanciales del activo que lo legitima. Y lo hacen formar parte del patrimonio vivo del estado.
El Descuidista
La cuestión que, como a una media o un echarpe, El Gótico se llevó puesto, hasta aquí, a todos los muñecos que obstaculizaban el ascenso irresistible hacia el corazón del poder que se esfuma. Que es otro poder, menos poderoso (leer al respecto a Moisés Naim).
Sin embargo el implacable encumbramiento de Axel sólo se explica a través del descenso escatológico de Amado Boudou, El Descuidista. Es el único que podía haberle presentado, en definitiva, alguna competencia a El Gótico.
Pero por su pasión por la moneda rápida El Descuidista se quedó muy pronto fuera de combate. Sometido a la concatenación de las picarescas que jalonaron su trayectoria de personaje secundario del siglo de oro español.
Como Benjamín Otálora, el protagonista del cuento clásico de Borges, El Descuidista ya estaba condenado. Ahora no saben dónde ponerlo al pícaro. Aunque tienen, como sea, según nuestras fuentes, que bancarlo. En defensa propia. Como si fuera otro Ingeniero. Para mantener enhiesto el prestigio de El Furia. Sin producirle ninguna mancha a la condición presentable de Eternauta.
El Descuidista es, según nuestras fuentes, el muñeco más afectado por el ascenso de El Gótico en el palo enjabonado.
Como ministro, jamás Boudou llegó a tener el poder y la influencia que conquistó Kicillof desde que era vice ministro.
Cuando El Gótico lo tenía, como cobertura y para que firmara, al muñeco menor de Lorenzino, hoy confortablemente acotado en Bruselas, apenas transformado en un triste receptor de comunicaciones ministeriales. Mientras contempla acongojado la lluvia que cae sobre la Gran Plaza, Lorenzino evoca cuando, para Kicillof, él era lo mismo que es hoy la señora ministro Rodríguez para Berni, El Licenciado Serial. O, dicho sea dolorosamente, lo que Alak, El Alcalde que prometía, aún es para Julián Álvarez, El Soberbio de Lanús.
La crónica concluye con un final abierto que debiera complementar el lector. ¿Podrá El Gótico superar El Complejo de Cavallo y cargarse al muñeco que le queda?
De pronto se siente, en el portal, la carcajada del Patriarca de la AFIP. Se jacta que no le entra ninguna bala de La Cámpora. Continuará.