| Declaración de la Conferencia Episcopal

Advierte la Iglesia: «El narcotráfico es un delito que mancha con sangre todo lo que toca»

Moseñor Arancedo dijo que no podemos acostumbranos a la realidad del narcotráfico y condenó también la trata de personas, la violencia y la inseguridad.

El presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor José Mara Arancedo, advirtió que el narcotráfico “mancha con sangre todo lo que toca” y aseguró que el país está “lejos” del mensaje de paz y amor de la Navidad, ante esa realidad.

El prelado dio a conocer ayer su mensaje navideño en el marco de una rueda de prensa en la curia santafesina, donde expresó su preocupación por el desprecio por la vida del otro y la violencia y la inseguridad.

“El narcotráfico es un delito que mancha con sangre todo lo que toca. Es un delito al que no podemos acostumbrarnos”, sostuvo.

Al ser consultado sobre la audiencia que mantuvo este lunes con la presidente Cristina Fernández en la Casa Rosada junto con los demás integrantes de la cúpula episcopal, Arancedo respondió: “Fueron saludos y augurios por las fiestas en tono a lo que son la paz, la fraternidad”.

“Qué lejos nos encontramos del mensaje de paz y amor de Navidad, cuando tenemos que hablar de esa realidad tan cercana que no corresponde a la dignidad del hombre”, exclamó en su mensaje navideño.

“Me refiero al desprecio por la vida de mi hermano, que se expresa en la violencia y la inseguridad, al delito del narcotráfico y la trata de personas, al odio que cierra el camino al encuentro y la reconciliación, al egoísmo que nos aísla y debilita los lazos fraternos”, precisó.

“Cuánta responsabilidad personal y social nos cabe, cuando nos acostumbramos a convivir con estas realidades que ofenden al hombre y deterioran el nivel moral y cultural de la sociedad!”, agregó.

El arzobispo recordó que “en Navidad se enciende una luz de esperanza que nos invita a proclamar su mensaje de verdad y de vida, de justicia y solidaridad, de reconciliación y de paz”, pero consideró que “este mensaje necesita de protagonistas, de testigos, no de repetidores”.

Monseñor Arancedo invitó a cada familia y hogar a rezar juntos y ante el pesebre la Oración por la Patria que los obispos escribieron en plena crisis 2001-2002.

“Danos, Señor, la valentía de los hijos de Dios para amar a todos sin excluir a nadie, privilegiando a los pobres y perdonando a los que nos ofenden, aborreciendo el odio y construyendo la paz. Concédenos la sabiduría del diálogo y la alegra de la esperanza que no defrauda”, rogó.


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