Por Ignacio Ramirez.
Antes de ser asesinado a quemarropa Gabriel Eiriz (41) había recibido varios llamados amenazantes. El motivo y el corazón del homicidio: Gabriel encabezaba una férrea lucha contra las fiestas clandestinas de Pilar. La razón: las despedidas de soltero y las fiestas electrónicas alteraban la tranquilidad del barrio de La Lonja, en ese partido del norte del conurbano bonaerense.
A Gabriel lo mataron en el jardín de su casa pasadas las 00.30 del 8 de octubre pasado. Lo fusilaron a corta distancia, sin robarle los 600 pesos que llevada, el celular de alta gama, y otros elementos de valor. Tampoco ingresaron en su casa. El o los asesinos, simplemente lo abordaron, dispararon en su rostro y se fugaron sin que nadie viera nada.
Lo encontraron los vecinos tendido en el suelo del parque delantero de su vivienda, estaba separado y tenía tres hijos. Veinte días antes del crimen había comenzado con las denuncias de las fiestas ilegales.
La víctima también radicó días antes denuncias por amenazas en la UFI 3 de Pilar a cargo del fiscal Gonzalo Eduardo Acosta, sin que la justicia se expida con una medida para salvaguardar su integridad física. Tampoco tomando la decisión de citar a declarar a los denunciados, omitiendo librar protección policial al denunciante.
“La fiscalía y el Juez de Garantías no tomaron una sola medida que tendiera a protegerlo. Primó la más absoluta inacción, inoperancia y desinterés. Con sólo haber citado e indagado a los amenazadores, esta tragedia podría haber sido evitada. Las autoridades municipales guardan silencio, como si nada hubiera sucedido, mientras las fiestas se siguen realizando en cinco quintas de la zona”, expresa Cecilia Eiriz, hermana del joven fusilado.
Las amenazas y el barrio cambiaron luego de una discusión con un vecino que alquila una quinta lindera a la casa de la victima. El propietario además vivía sobre la misma cuadra, junto con su padre, actualmente preso con cadena perpetua por enviar a matar a su cuñado.
Según los familiares de la victima, la suma de irregularidades en el expediente está fuera de control. Por un lado, efectivos de la policía bonaerense peritaron la escena del crimen sin contar con la presencia del fiscal y en diferentes días sin dejar el teatro de los hechos con la debida protección y custodia policial.
Las circunstancias del homicidio, y los antecedentes de amenazas apuntan directamente a la hipótesis del homicidio a una clara venganza motivada por las denuncias. Solo sospechas, porque a dos meses de la muerte, la causa sigue sin detenidos ni imputados.
Según la reconstrucción judicial del crimen, indica que al momento de guardar el vehículo en el garaje, cuando la víctima se dirigía a la puerta de entrada de la casa fue abordado por dos delincuentes armados que estaban dentro del parque de la quinta para ejecutarlo sin piedad. La víctima murió en el acto al recibir un balazo en el rostro aunque dos vecinos relatan haber escuchado por lo menos dos disparos.
Mientras los familiares de Gabriel marchan semanalmente al municipio de Pilar, las fiestas clandestinas se siguen realizando en la zona, y las falsas promesas del intendente Humberto Zúccaro sobre controles y seguridad, siguen a la orden del día.