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La muerte de Kevin Molina y la urbanización de las villas que nunca se concreta

Por Javier Sinay.

Tenía 9 años y hace cuatro, cuando todavía no sabía pronunciar el sonido de la letra R, había escuchado los disparos que dieron muerte a su amiguito Kevin Ramos. Creyó entonces que habían liquidado a un perro. “Mataron al pedo”, dijo. “Sin querer, adivinó: pronunciaba mal la erre, pero no se equivocó”, aseguran ahora los periodistas de la revista de cultura villera La Garganta Poderosa. A Kevin Molina, aquel niño que arrastraba el sonido de la letra R, que iba a tercer grado y que asistía a talleres de apoyo escolar, lo asesinaron en la madrugada del sábado del fin de semana pasado. Una bala equivocada terminó en su cabeza cuando atravesó las paredes de la casilla en la que vivía, en la tira 6 de la villa 21-24, Zavaleta. Afuera de su casa, la balacera se prolongó en tres etapas. La Prefectura, dicen los vecinos, no hizo nada.

Kevin recibió un balazo por una pelea entre bandas.

Kevin recibió un balazo por una pelea entre bandas.

“¿Dónde estarán ahora los que vienen a la villa para hacer sus crónicas malditas?”, expresaron desde La Garganta Poderosa. “Vengan a ver cómo está su madre, sus amigos, sus hermanitas, pero van a tener que embarrarse los zapatos en esos pasillos inundados que la gorra sólo camina para cerrar sus negociados”.

La hipótesis de que se trata de una guerra entre pandillas dedicadas al  narcotráfico cobra fuerza. El Ministerio de Seguridad de la Nación informó que hay dos hombres detenidos, de nacionalidad paraguaya, a disposición del Juzgado Criminal de Instrucción número 41. Uno estaba escondido en los pasillos del barrio y otro fue detenido en los techos cuando trataba de escapar.

Desde la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, Rocío Sánchez Andía (de la Coalición Cívica-ARI) dice que “se suele hablar de la inseguridad causada por la gente que vive en los asentamientos precarios, pero nosotros sabemos que ahí hay trabajadores, madres, amas de casa y chicos, que nada tienen que ver con los delincuentes. Y ellos también nos reclaman seguridad cuando vamos a esos barrios por los temas de urbanización”. Para ella, como para buena parte de los que piensan en el problema de la violencia en las villas, la solución pasa por la urbanización. “Hay muchos lugares que, por la complicidad institucional de las fuerzas de seguridad, son aguantaderos, y la violencia se expande también por el paco, que los narcos usan para crear zombies. Pero yo creo que los barrios no son tierra arrasada, sino tierra donde pensar políticas de estado”.

El caso de Kevin Molina guarda alguna similitud con el de Kevin Ramos, asesinado el 22 de junio de 2009 en su casa de Loma Alegre (un asentamiento lindero con Zavaleta), cuando, también de noche, recibió un tiro en la cabeza a causa de la impericia de un vecino que estaba jugando un arma. Aunque la madre llevó al niño Ramos al Hospital Penna, de Parque Patricios, no hubo remedio. Una plaza levantada por los vecinos lleva hoy el nombre de Kevin Ramos: los vecinos intuyen que desde ahora la plaza también evocará a la memoria de Kevin Molina.

Para la legisladora Sánchez Andía, la cuestión es romper el círculo vicioso de droga, armas y explotación. “Muchas veces la policía es cómplice y si los asentamientos precarios se urbanizaran, ya no tendría lugar el argumento de decir que la policía no puede entrar a ciertos lugares”, sigue. “Hay mucha gente que pelea para que esto se termine, que pide seguridad en lo inmediato y urbanización a largo plazo, pero tiene que haber una definición política para que esto ocurra y en la Ciudad de Buenos Aires no se cumple la ley 148, de urbanización de villas, incluso habiendo delegados oficiales de cada barrio”.

“Toda Zavaleta está destrozada, llorando sangre y sintiendo que nada sirve para nada, que podemos marchar a tribunales o explotar en las redes sociales, pero seguiremos siendo ‘los marginales’”, se lamentan desde La Garganta Poderosa. “¿O van a decir que acaso fue un caso aislado? ¡Qué quilombo armarían si hubiera pasado en otro lado! Nos mataron a Kevin, la concha de su madre. Todo este amor, ahora es dolor”.


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