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Marcando la cancha

Por Carlos Fara

El debate que se generó frente a la ley anti despidos permite sacar varias observaciones políticas. Hace unas semanas hablamos en la nota “El laboratorio del impuesto a las ganancias” sobre la viabilidad de que se le imponga al gobierno una ley que no quiere: salvo que cuadre una matemática rara, es casi imposible.

Veamos qué sucedió en pocos días:

  • la CGT mutó su prioridad de ganancias a despidos (es probable que lo haya influido la percepción popular que no veía muy importante el primer tema);
  • lo que iba a ser una movilización por el Día del Trabajo, va camino a ser una movilización opositora;
  • el FpV (o el peronismo oficial) se puso el tema al hombro rápidamente y estaría para aprobarlo en el Senado;
  • no está funcionando en este caso la presión del gobierno a los gobernadores para que aliñen a sus senadores;
  • la cuestión generó debate interno en el Frente Renovador, que busca consenso acerca de una “propuesta superadora”;
  • el gobierno vuelve a depender de para dónde Massa incline la balanza en Diputados;
  • Macri frena la movida en Diputados o veta y aborta la iniciativa;
  • tras cartón, también se traba la aprobación del pliego de los 2 nuevos miembros de la Corte Suprema.

¿Por qué se produce todo esto?

  • 1.  claramente el clima de calle ha desmejorado, con una pobre calificación del gobierno en materia económica, que arrastra hacia abajo la aprobación de la gestión Macri y las expectativas positivas;
  • 2.  este dato es como la sangre que huelen los tiburones: si el gobierno tiene problemas, crecen las probabilidades de que la oposición se le anime a complicarlo;
  • 3.  los gobernadores le dieron al gobierno la ley para salir del default con los buitres, pero creen que deben ejercer su poder frente al oficialismo para aleccionarlo y marcar la lógica de relacionamiento que les conviene: negociar caso por caso para desplumarlo.

Aún cuando la ley no salga, la oposición lo habrá obligado al gobierno a trabajar a destajo con una cuestión que no le trae ningún beneficio, haciéndole perder tiempo, energía y obligándolo a hablar de lo que no quiere (es un ejercicio de desgaste “para ver donde renguea el perro”).

  • El gobierno, por su lado, no se queda atrás:
  • 1.  anuncia un paquete de obras para la provincia de Buenos Aires;
  • 2.  promueve una ley de primer empleo;
  • 3.  presenta un plan de turismo poniendo acento en el empleo;
  • 4.  paga deudas a los contratistas de obra pública;
  • 5.  muestra impaciencia por que las obras empiecen ya;
  • 6.   le da marco a un paquete de medidas sociales.

Para redondear, hay varias moralejas a partir de esta fábula:

  • 1.  donde la opinión pública se vuelve más crítica, la oposición desoye las cuestiones de gobernabilidad;
  • 2.  donde se puede sacar ventaja con un poco de demagogia, la oposición cada tanto lo hará;
  • 3.  el sindicalismo tiene una lógica distinta de la política y no aceptará en el corto plazo que le cambien la agenda por conveniencias ajenas;
  • 4.  el gobierno tiene capacidad de reacción, pero le falta potencia y habilidad comunicacional.

Lo más probable es que esto termine en un empate: se para en diputados o se veta, y cada parte habrá hecho su agosto.

Sin embargo, en cuanto a agenda de la sociedad habrá que ver si el gobierno no termina diciendo algo así como “les hable con la corrupción y me respondieron con el bolsillo”.


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