En el ámbito judicial, Cristina Kirchner también supo cosechar sus enemigos, durante sus ocho años de Gobierno. Seguramente, descorcharán alguna bebida espumante cuando la presidenta abandone la Casa Rosada.
El más institucional fue la Asociación de Magistrados y su presidente, Ricardo Recondo, de aciteados y buenos vínculos con el Grupo Clarín e invitado habitual en la señal de cable del multimedios, Todo Noticias.
Perteneciente a la misma institución, que agrupa a los magistrados y fiscales más conservadores, que detestan a Justicia Legítima, también se anota en la lista el juez Luis Cabral, también crítico del Gobierno sobretodo cuando integró la Cámara de Casación Penal y falló casi siempre en contra de los intereses del gobierno.
El fiscal José María Campagnoli, a quien la diputada nacional Elisa Carrió, artífice de Cambiemos, considera un sex symbol, pasó por un jury que no lo pudo condenar por haber investigado al empresario Lázaro Báez y se convirtió en un ícono para los opositores al Gobierno, lo que lo llevó a sentarse en la mesa de Mirtha Legrand.
El más molesto es el juez federal Claudio Bonadio. A cargo de causas que significar un dolor de cabeza para el gobierno saliente y títulos destacados en los diarios opositores. El kirchnerismo nunca pudo doblegarlo -pese a su origen peronista- porque nunca consiguió los votos necesarios en el Consejo de la Magistratura para iniciarle un jury que pusiera fin a su carrera judicial. Cómo máximo se le impuso una sanción que implicó una quita en parte de su salario, por mal desempeño en un expediente.
El presidente de la Corte, Ricardo Lorenzetti, que llegó a su cargo durante la presidencia de Kirchner, también pasó a engrosar la lista de enemigos. Volteó las leyes para llevar adelante la llamada “democratización de la Justicia” y uno de los pocos fallos favorables al Gobierno fue convalidar la Ley de Medios. Pero durante este año impulsó una seguidilla de fallos todos contrarios a los intereses del Gobierno.
El fallecido fiscal Alberto Nisman también gozó al comienzo del apoyo de Néstor Kirchner y de Cristina, hasta que se firmó el Memorándum con Irán. Nisman fue quien más militó en contra de ese acuerdo y la multitudinaria marcha de febrero luego de su muerte -fue un golpe para el Gobierno-, ya lanzado el año electoral. Más allá de que aún no fue aclarado si se mató o lo mataron, el fantasma de Nisman sigue vivo.
El juez federal de Nueva York Thomas Griesa es otro de los enemigos judiciales del cristinismo, también construido por el gobierno saliente como un blanco fácil en el extranjero. Después de haber aceptado el reclamo de los fondos buitre y ordenado al gobierno que cumpla su fallo, obtuvo el respaldo de instancias superiores y será Macri quien deberá resolver ese entuerto.