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El paso al frente, los gerentes wannabe y las seis semanas más largas del año

Por Alejandro Bercovich
-¡Lo están haciendo macrista a mi viejo por culpa tuya! ¡Apenas lo convencí de que corte boleta para votarme a mí!El reproche de Facundo Moyano al vicejefe de gobierno porteño electo Diego Santilli se oyó esta semana durante una pausa publicitaria en un estudio de TV, e ilustra la tensión entre las huestes de Mauricio Macri y Sergio Massa que tiñe la recta final de la campaña. La aparición de Hugo Moyano en un segundo acto público con el candidato del Pro no hizo más que agravar esa disputa, de la que Macri no logró escabullirse y donde perdió pocos pero valiosísimos votos desde que se abrieron las urnas de las PASO.

La prodigalidad con que los medios públicos y filokirchneristas cubrieron las últimas provocaciones del líder renovador contra el expresidente de Boca disparó todo tipo de sospechas de acuerdos espurios entre el primero y el tercero más votados el 9 de agosto. Massa no se esfuerza demasiado por desmentirlos, mientras apuesta a que Macri sea derrotado en primera vuelta y a que un digno tercer puesto suyo lo erija en líder máximo de la oposición, con bancada propia en el Congreso y media vida por delante. Así planea presentarse ante el influyente Consejo Interamericano del Comercio y las Producción (CICyP), que se reunirá para escucharlo solo a él en una fecha impensada: el 4 de noviembre, después de la primera vuelta y antes de una eventual segunda.

El razonamiento de esos peces gordos del establishment es lógico: si hay segunda vuelta entre Macri y Scioli, Massa será una especie de árbitro. Si no la hay, Macri será quien habrá perdido su oportunidad histórica y Massa quedará en pie, exhibiendo incluso crecimiento. Si sobrevive después al alineamiento del peronismo que intentará un eventual Scioli presidente con la misma gallardía con que resistió la polarización post-PASO que quiso imponer Macri en estos 60 días, tiene mucho futuro por delante. Para los mecenas más generosos del líder del Pro, como Federico Braun, dueño de la cadena de supermercados La Anónima y compañero suyo de estudios en el ITBA, se trata de una comprobación muy irritante. Acaso la primera vez que invierte mucho dinero en un muy mal negocio.

En el sciolismo tampoco reina la tranquilidad. Su gurú estadounidense James Carville, el mismo que llevó a la Casa Blanca a Bill Clinton y a la presidencia de Bolivia al camba Gonzalo Sánchez de Losada, lo sintetizó en una frase que soltó ante inversores de su país esta semana: “We’re almost there” (“Estamos casi ahí”). Para borrar el “casi” de la afirmación, Scioli se lanzó tardía y enrevesadamente a la pesca del voto no kirchnerista convirtiendo en líberos a dos de sus alfiles, Maurice Closs y Juan Manuel Urtubey. Si habían quedado dudas sobre si el salteño había ido en su nombre a prometerle al Council de las Americas un pronto acuerdo con los fondos buitre, el exmotonauta las despejó al llegar con él al coloquio de IDEA y al reivindicarlo en su discurso ante los casi mil gerentes que poblaban el salón del Sheraton marplatense.

La IDEA fija

Si bien siguen sin participar los verdaderos dueños de la Argentina, que prefieren enviar a sus gerentes de marketing o de relaciones corporativas al coloquio de IDEA y que lo sienten como un lobby devaluado desde que dejaron de asistir funcionarios clave del Gobierno con los cuales confraternizar, la inscripción récord para la edición número 51 que cierra hoy Mauricio Macri les permitió a los organizadores empezar a dejar atrás el abochornante coloquio del año pasado, donde Daniel Sabsay reclamó a los gritos que Cristina Kirchner exhibiese su título de abogada, donde un viejo asesor del autogolpista peruano Alberto Fujimori instó a los presentes a “robarle los pobres a la izquierda” y donde la jefa de la filial local de General Motors, Isela Costantini, terminó sollozando ante la evidencia de que el cónclave se había desdibujado completamente.

El kirchnerismo encontró en IDEA un némesis perfecto, pero no supo construir una interlocución empresarial para gobernar al capital (o al menos cogobernar con él) pese a que nunca dejó de perseguir el santo grial de la “burguesía nacional”. Este año volvió a organizar un “contracoloquio”, donde el diputado Héctor Recalde deschavó sin querer el desagrado que produjo durante todos estos años el hecho de que Scioli no haya faltado nunca a la cita frente al campo de golf de La Feliz, incluso cuando Néstor Kirchner lo convirtió en un sitio prohibido para los suyos, en 2005. ‘Los empresarios le van a plantear a Scioli por un mayor fomento a la educación para los futuros obreros, pero también le van a pedir por una nueva reglamentación laboral para el sector privado y esto es flexibilización laboral‘, remarcó.

Recalde también repudió el rechazo de IDEA a su proyecto para que el Congreso investigue la responsabilidad de las empresas en los delitos de lesa humanidad de la última dictadura. Con algo de indulgencia o cierta candidez para un político de su edad y su trayectoria, soslayó que el Instituto organizó su primer coloquio en 1965 en la base naval de Puerto Belgrano y que entre quienes frecuentaban su sede en la calle Moreno en 1976 estaban los dos hijos veintiañeros del entonces general y hoy extinto Albano Harguindeguy, uno de los más feroces comandantes de la represión ilegal. Uno de ellos, el polista retirado Guillermo Jorge Harguindeguy, demostró en 2010 su escaso apego a la defensa de la propiedad privada que pregona IDEA. Al menos de la ajena, porque intentó irse sin pagar de una estación de servicio YPF en Vicente López y atropelló en el intento a uno de los playeros que quiso impedirlo.

Tiempo de valientes

El viejo contador de Casa Scioli Internacional, Rafael Perelmiter, se mostró con el presidenciable en Uruguay y en Brasil pero sin descuidar el perfil bajo de los últimos años, cuando se limitó a auditar la gestión de Silvina Batakis en la cartera económica provincial. Tras la confirmación de ayer de que la ex becaria Chevening ocupará la silla de Axel Kicillof si los resultados acompañan a su jefe, quedó claro que Perelmiter ocupará un lugar similar en la Nación. Un asesor en las sombras, como Miguel Bein y Mario Blejer. Todos los economistas del sciolismo saben que el primer ministro de Economía del próximo gobierno deberá encarar medidas muy impopulares y recuerdan nítidamente la experiencia de Jorge Remes Lenicov, quien debió expatriarse durante casi una década tras haberle puesto la cara a la devaluación de 2002. Reivindicación para su género, la más valiente del equipo y la única que aceptó dar el paso al frente fue una mujer.

Ricardo Echegaray, en tanto, volvió a reunirse con Daniel Scioli y tiene casi acordada con él su continuidad al frente de la AFIP en caso de que triunfe el Frente para la Victoria. En La Plata desconfían de sus reportes diarios a la AFI (ex SIDE), pero terminaron por aceptar que siga acompañado por Iván Budassi, el jefe de ARBA. Budassi estudió con él y se crió en Bahía Blanca, muy cerca de la Punta Alta natal de Echegaray.

El foco de la transición económica, sin embargo, estará en el Banco Central. El establishment se pregunta si Alejandro Vanoli empezará a reportar a un eventual Scioli electo antes del 10 de diciembre o se mantendrá fiel a Cristina Kirchner durante las que prometen ser las seis semanas más largas del año. La nueva carta orgánica del Central otorga el resorte de “operar en los mercados monetario y cambiario” exclusivamente a su titular y no al directorio, dominado por Kicillof, aunque politólogos y economistas coinciden en que nadie se atreverá a tanto.

Si Vanoli cuida esas formas, como sugiere la trayectoria que le permitió ascender hasta donde lo hizo en el firmamento K, habrá que estar atentos a los días previos a las Fiestas y a la semana corta entre Navidad y Año Nuevo. A la City no se le escapa que Scioli en IDEA ya no descartó una devaluación sino una “megadevaluación” (¿dónde estará el límite entre una y otra?) ni que Bein hizo saber a varios colegas que la suba del dólar tiene que ser durante el ejercicio 2015 si es que el Central quiere anotarse una cuantiosa ganancia contable en pesos que le permitiría sostener el gasto en los primeros meses de gobierno sin presionar más sobre la emisión y los adelantos al Tesoro.

Fuente: Diario BAE.


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