
Es imposible omitir el carácter político-electoral de la conmocionante denuncia que un condenado a prisión perpetua hizo sobre el precandidato a gobernador bonaerense por el partido gobernante, Aníbal Fernández.
Podía haberla hecho hace siete años en sede judicial y se mandó ahora por televisión, abriendo un sinfín de especulaciones sobre los beneficiarios políticos de sus nuevos dichos, su propia situación procesal y otras más sobre quiénes autorizaron la entrada del periodismo a la cárcel de General Alvear, en la provincia de Buenos Aires y por qué.
Esta última intriga quizás es la más relevante para que el actual jefe de Gabinete sepa dónde está parado en el Gobierno, más allá de las pocas solidaridades que dice que recogió entre sus pares.
Es obvio que el director de la cárcel tiene que haber requerido una autorización superior del área de las penitenciarias provinciales, éste del ministro de Seguridad bonaerense, éste de Daniel Scioli y así, en la escala, quizás hasta llegar a la propia presidenta de la Nación.
Y no es ocioso especular sobre ello porque Jorge Lanata, periodista del Grupo Clarín, no entra a una cárcel así porque sí con dos cámaras para hablar con una bomba de tiempo como Martín Lanatta y lo autoriza cualquiera.
Es evidente que Julián Domínguez, rival en la interna del FPV, es quien objetivamente más se beneficia electoralmente con la mano de bleque que los entrevistados por Periodismo para Todos (PPT) le han dado a Fernández, a quien el apodo de «la morsa» le cuadra como anillo al dedo.
La primera en referirse públicamente al apelativo fue Solange Bellone, la esposa de uno de los tres asesinados que aparecieron tirados en General Rodríguez, a la hora de contar tìmidamente ante el tribunal sobre los pagos extorsivos que tuvo que hacer su marido a figuras prominentes que no identificó.
Fue más contundente sobre la autoría intelectual del triple crimen el segundo entrevistado por PPT, el ex policía José Luis Salerno, quien en el juicio que se sustanció en Campana había dicho que no estaba el día en que aparecieron los cuerpos y cuando en su negocio se recibió un llamado de la oficina de Fernández.
Más allá del dinero, otra hipótesis sobre el por qué del momento que eligió Lanatta para decir lo que dijo pasa porque las apelaciones que hizo el condenado al máximo tribunal provincial naufragaron y si alguien le prometió conseguirle algún beneficio allí no se lo cumplió.
Y volviendo a poner en la mira las elecciones del próximo domingo, a quienes peor les cayó la vinculación del candidato con tan sórdido episodio fue a sus competidores del PRO y del Frente Renovador, quienes se restregaban las manos sobre las encuestas que lo muestran al jefe de Gabinete por encima de Domínguez. No sea cosa que caiga en la estimación pública antes del domingo y se les dé vuelta todo.
María Eugenia Vidal y Felipe Solá no tienen empacho en decir que quieren cruzarse sí o sí con Aníbal F. en las elecciones de verdad, las de octubre, suponiéndolo más vulnerable y sin la bendición papal de su lado.
Fuente: DyN.