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La decadencia del país donde Nisman ya no importa

Por Fernando González

Todo puede suceder en el país adolescente. La noticia del fin de semana fue que el empresario y número uno de la TV argentina, Marcelo Tinelli, tenía una oferta del kirchnerismo para ser candidato a gobernador. El dato fue novedoso pero no sorprendente. Estamos en el país donde Daniel Scioli y Mauricio Macri pelean voto a voto con Sergio Massa para convertirse en presidente. Y uno viene de la motonáutica y el otro de la presidencia de Boca. ¿Por qué entonces Tinelli no podría convertirse en gobernador de la provincia más insegura de la Argentina y la más difícil de gobernar?
Pero el dilema de la Argentina actual ya no pasa por ahí. El gran interrogante de este tiempo es saber cuánta decadencia debe afrontar la sociedad para que sus demandas se concentren en las grandes deficiencias como la recesión, la inflación, el freno del empleo, la inseguridad, el narcotráfico y la pobreza creciente.
Y una prueba fehaciente de nuestra decadencia es todo lo que vino a revelarnos la muerte del fiscal Alberto Nisman. Gracias a su muerte sabemos que la Justicia argentina no puede determinar en tres meses si fue un suicidio o un crimen. Sabemos que la Presidenta puede especular públicamente sobre las dos hipótesis en menos de 48 horas. Y sabemos que el Gobierno puede ensuciar sin límites su trayectoria sólo para que la denuncia contra Cristina pierda el impacto inicial.
Lo que puede observarse en las últimas horas es un atisbo de triunfo en todos aquellos que jugaron a matar la memoria de Nisman para obtener ventajas políticas. Después del temor que el impacto social post Nisman había producido en la Casa Rosada, ahora la Presidenta y los kirchneristas aspirantes a heredar alguna cuota de su poder difunden con optimismo encuestas que reflejan un supuesto repunte de sus expectativas electorales. En ese contexto, Scioli exagera sus elogios a aquellos dirigentes que en realidad desprecia. Martín Insaurralde cree que su candidatura a gobernador alimentada en las revistas del corazón vuelve a ser posible y Máximo Kirchner considera que Tinelli es una buena alternativa para extender la ilusión de un proyecto nac&pop que finaliza entre la ineficacia y la corrupción.
Bien o mal, la sociedad argentina intentó encontrar los caminos del cambio en los finales decadentes de Raúl Alfonsín y el de Carlos Menem. La dirección del voto que comenzó anoche en Salta y concluirá en noviembre alumbrando un nuevo presidente, dirá si esa vocación transformadora va en busca de un destino diferente o se congela en la fotografía triste del estancamiento.

Fuente: El Cronista.


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