Por Rafael Saralegui
¿El borrador fue el mensaje? Efectivos de la Policía Federal encontraron en un tacho de basura del departamento del fiscal Alberto Nisman otra versión de la denuncia que presentó finalmente el 14 de enero y en la que pedía el desafuero de la presidenta Cristina Kirchner y su detención, según reveló el diario Clarín el domingo pasado.
La primicia se devoró parte de la semana con desmentidas de la fiscal Viviana Fein y del Gobierno que fueron luego desmentidas por la propia fiscal quien reconoció que esos papeles estaban incorporados en el expediente que tramita en su despacho de la calle Tucumán.
A eso se sumó la sobreactuación del jefe de Gabinete, Jorge Milton Capitanich, quien rompió ante las cámaras las páginas del diario que consignaban esa novedad. Todo eso sería anecdótico si la cuestión no fuera tan seria: a esta altura de la pesquisa nadie puede decir con absoluta certeza si Nisman fue víctima de un homicidio o si se quitó la vida por su propia mano.
De entrada llamó la atención que en el departamento que ocupaba Nisman en una de las torres más caras de Puerto Madero no se hubiera encontrado una carta, un texto en el que explicara su decisión. Cierto es que no todos los suicidas lo hacen y que las conductas de quienes deciden quitarse la vida nunca son iguales.
Pero el hallazgo del borrador es en sí mismo una incógnita. ¿Por qué estaban esos papeles en el tacho de basura? Fueron encontrados arrugados y los efectivos de la Federal los alisaron e incorporaron a la causa. El texto está en el primer cuerpo de la causa, aunque la fiscal Fein no se dio cuenta. Otras preguntas: ¿los desechó el propio Nisman?, ¿alguien los dejó adrede ahí?, ¿fueron plantados?
El borrador aporta dos datos: uno que Nisman estaba trabajando en la denuncia contra la presidenta Kirchner desde junio del año pasado y dos que había pensado en pedir su indagatoria, su desafuero y su arresto. No lo hizo en la denuncia final que dejó en el juzgado de Lijo, pero por qué no pensar que podría hacerlo más adelante. Era una carta que podría jugar en cualquier momento de un año electoral, en el fin de ciclo del kirchnerismo.
Los testimonios reunidos hasta ahora dicen que Nisman estaba trabajando en la presentación que haría el lunes en el Congreso ante legisladores de la oposición, dispuestos a escucharlo en un ambiente propicio, pese a las amenazas de del oficialismo de esperarlo “con los tapones de punta”.
Entra en escena entonces su empleado Diego Lagomarsino, quien le lleva su vieja pistola calibre Bersa 22, cuando Nisman le dice que está preocupado por sus hijas o porque “un loquito” lo ataque con un palo en la calle. La segunda posibilidad era improbable debido a que siempre Nisman podía moverse con custodia, aunque le hubiera dicho al experto en informática que desconfiaba de ellos. ¿Pero qué seguridad podría tener respecto de sus hijas? Abogados y fiscales consultados por CyR, que pertenecen a espacios diferentes, coincidieron en la misma hipótesis: alguien puede haber llamado a Nisman para decirle que tenían a sus hijas en la mira y que la opción era única: la vida de él o la de ellas. Claro que probar ese apriete es una tarea harto difícil. Desde el Gobierno le apuntan al ex espía caído en desgracia Antonio “Jaime” Stiuso como el mensajero. Quien en especial sostiene esa tesis es el secretario general de la Presidencia, Aníbal Fernández. Desde la oposición sostienen que la extorsión, si existió, llegó del lado del Gobierno. Cualquiera de las dos posibilidades aterra.
La mecánica de la muerte del fiscal también deja dudas. La autopsia que se realizó al cuerpo de Nisman sostiene que el proyectil con el que murió ingresó a uno dos centímetros por encima de la oreja derecha con una trayectoria ascendente, una posición que no confirma de manera terminante que se haya tratado de un suicidio y que tampoco permite sostener fehacientemente que fue un homicidio. ¿Se estaba mirando al espejo cuando disparó? ¿Le dispararon de atrás? La ambigüedad otra vez.
Se sabe que el calibre 22 es utilizado por los asesinos por encargo. Por los verdaderos profesionales. Es un calibre que no hace mucho ruido y su proyectil es muy dañino. Los peritajes dicen que sólo se encontró el ADN de Nisman en la pistola, la vaina servida y en sus prendas. Los autores de la autopsia dijeron también que no hubo rastros de lucha. Pero el peritaje que se hizo en la mano derecha de Nisman no registró restos de pólvora. Para evacuar esa duda se hará un nuevo estudio la semana próxima en la provincia de Salta. Otras decenas de incógnitas siguen abiertas.