Asistimos a un hecho histórico: el primer cardenal preso en el Vaticano por pederastia y/o abuso sexual. Esa es una noticia que desde lo positivo se puede comentar pensando en que si esto sucede hoy en el Vaticano, los cambios son posibles.
Sexualidad y reproducción han preocupado a las cúpulas religiosas desde hace varias décadas. Pero el papa Francisco está llamando al clero a la cordura, para que el confesionario no sea un lugar de tortura y discriminación. Para que tampoco se le niegue a nadie la comunión caprichosamente. Ha hablado en diferentes momentos sobre Estado laico y homosexualidad, y ha expresado la defensa de la vida, tal como la entendieron sus antecesores, pero dijo también que hay que estar en la piel de una mujer que debe llevar adelante un embarazo producto de una violación.
En esta era de nuevo Papa se viene diciendo, no con pocas contradicciones, que la moral sexual de la Iglesia no ha cambiado, pero no hay que tratar de manera obsesiva estos temas, es por eso que no responderé a algún cardenal trasnochado de nuestro país que no es muy popular y mantiene un discurso medieval.
Por el contrario, considero que la sexualidad humana es un don de Dios, que el placer es un derecho, que tenemos responsabilidad en la práctica de la sexualidad para cuidarnos y cuidar al otro/a, no sólo de la enfermedad, sino del embarazo no deseado que, frecuentemente, termina en aborto, abonando esa cifra tremenda de casi medio millón de abortos por año en nuestro país.
Ciertas personas de la jerarquía católica deberían llamarse a silencio en lugar de ignorar lo que pasa en la vida de las personas que incluso van a sus templos. Deberían arrepentirse de la dureza de corazón con que han tratado a las mujeres y a los niños que han sido abusados o que han amparado a los abusadores; la crueldad de negarles la comunión a los divorciados y a las mujeres que abortan si lo confiesan, es algo por lo que deberían pedir perdón públicamente. El sexo consentido entre pares no ofende a nadie, la crueldad sí, ofende, daña, enferma.
El aborto es el fracaso de la educación sexual y de la anticoncepción y es el logro que lamentablemente han obtenido los sectores más recalcitrantes, que tienen como bandera negar la sexualidad y negar el sexo, no nombrar el deseo, no reconocer el placer, desde la más absoluta hipocresía que anida en abusadores y maltratadores.
Los curas que están cerca de la gente tienen otra mirada, y un oído atento a lo que pasa en sus vidas. Por eso seguimos siendo católicas, mantenemos nuestra fe y nuestras convicciones en los valores del Evangelio, sabiendo que la Iglesia no es monolítica. Hay pluralidad de posiciones y existen muchas corrientes teológicas que nos representan, especialmente la teología feminista, la Teología de la Liberación, la teología gay, la teología negra…
La fe y la pertenencia a la Iglesia Católica no están reñidas con nuestro modo de vivir la sexualidad. Desde Católicas por el Derecho a Decidir contribuimos con el Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable. Impulsamos la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, y promovemos la educación sexual para decidir, los anticonceptivos para no abortar y el aborto legal para no morir. Participamos de redes y alianzas nacionales y globales y bregamos por el tratamiento parlamentario de la demorada ley de interrupción voluntaria de embarazo.
*Fundadora e integrante de Católicas por el Derecho a Decidir Argentina.
Fuente: Perfil.