Re-construir las piezas del rompecabezas de la identidad, dinamitadas por el Terrorismo de Estado, es una tarea compleja y dinámica. Lo nombro porque soy una convencida que la identidad es un proceso continuo que no termina y en mi caso (como en el de todas las víctimas del Plan Sistemático de Apropiación de Bebés) depende, muchas veces, de las voces de otros y otras que con sus palabras nos acercan a la reconstrucción de nuestros padres y madres.
Cuarenta y un días antes del inicio de la última dictadura cívico militar autodenominada Proceso de Reorganización Nacional, en plena estructura represiva para-estatal, el Teniente Coronel del Ejército argentino Herman Tetzlaff estuvo al frente del operativo que hizo que mis padres y yo (con 13 días de vida) pasemos a engrosar la lista de las y los desaparecidos.
El 24 de marzo de 1976 la represión previa que azotó a nuestro país se terminó por expandir a lo largo y ancho del territorio nacional, quedando el mismo “bajo el control operacional de las Fuerzas Armadas”. Desde entonces, el matrimonio que me apropió se esforzó por criarme muy lejos de lo que debió ser mi historia. Me adoctrinaron para ser María Sol Tetzlaff, para creer que no existían las personas desaparecidas y que las Madres y Abuelas mentían.
Fueron las Abuelas de Plaza de Mayo las que no dejaron nunca de luchar por encontrarnos. Con una paciencia única iniciaron un camino que no tenía precedentes. Quienes nos secuestraron y nos apropiaron jamás pensaron que ese grupo de mujeres podía llegar a nosotros. En su lógica machista y después de haber secuestrado y desaparecido a los mejores cuadros políticos, sociales y sindicales, ¿qué posibilidad existía de que esas mujeres los enfrente? Ellas se pararon frente a la máxima expresión de la violencia y el odio y le respondieron con organización y lucha. Hicieron de detectives los primeros años, armando pieza por pieza el rompecabezas de esta historia. Camufladas de abuelitas que discutían sobre batitas y escarpines, diseñaban la estrategia de búsqueda. Recorrieron el mundo para visibilizar los horrores de la dictadura.
Gracias a la luchas de las Abuelas de Plaza de Mayo la identidad de los niños y niñas del mundo se convirtió en un Derecho establecido y garantizado mediante la incorporación de la popularmente conocida “cláusula argentina”. La ciencia, también fue interpelada por la lucha en ellas, así se descubrió el índice de abuelidad, lo que iba a hacer posible que una vez recuperada la democracia, se creara el Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG). El único Banco que guarda la sangre de nuestras familias que con esperanza la donaron, hace muchos años, soñando con el día en que pudieran encontrarnos. El BNDG que sigue esperando a los centenares de hermanos que nos falta.
Abuelas cumple 43 años de lucha, una lucha fundada en la máxima expresión del amor. En la esperanza permanente de que no hay nada imposible si el amor es lo que ilumina el camino que seguimos recorremos para encontrar a los hermanos y hermanas que aún nos faltan. La búsqueda sigue.