La irrupción del juez platense César Melazo en el caso de la fuga de los hermanos Lanatta despertaba malestar ayer en los tribunales bonaerenses. No solo porque trascendió que Melazo habría tenido un encuentro a solas con Cristián Ritondo en la tarde del sábado en la cual el ministro le habría requerido alguna detención urgente «para descomprimir» sino porque Melazo es un juez particular.
Fue uno de los primeros integrantes del Poder Judicial en desembarcar en la red social Twitter. “Los guachos están terribles, no hay respeto alguno a la autoridad”, suele disparar, un tanto indignado. El magistrado, a pesar de de su cargo como juez de Garantías, es intransigente a la hora de referirse a quienes quebrantan la ley.
Afortunadamente, lo toma con humor: “domingo de mañana el turno dice que hay muchos disfrazados borrachos y muchas peleas en la calle, siempre algún robito para no desentonar” o “el día de las elecciones casi no hubo delitos habrán sido fiscales los cacos”. Cuando amerita pide las cosas más o menos bien: “deseo que no cometan delitos graves esta noche. Debo dormir. Si no es así voy a ir por ustedes”.
Melazo también polemiza. A veces con la policía (“están vendiendo gas oil a sobreprecio, que esperan para investigar”), a veces con los periodistas (“Mauro Zeta, TN boys, América boys, C5N, un helicóptero naranja, creo que el único que había, donde está?”) y casi siempre se potencia con uno de sus laderos judiciales en Twitter, el fiscal penal de La Plata Marcelo Romero.
“Ningún político o dirigente Nac&Pop se hace el gracioso con el consumo de paco??? Ah, no! Eso solo corre con la marihuana… No, progres???” escribe el fiscal a lo que Melazzo responde: “ningún dirigente habla del paco porque consumen todo, no tiran nada ni los residuos, doctor” al tiempo que agrega: “alquilo departamento cerca de tribunales, putas abstenerse”. Luego se mandan saludos y abrazos como viejos compinches.
Pero nadie termina en esta página por algunos chistes en Internet. Melazo ingresó en la Justicia bonaerense a los 18 años. Egresó como abogado la UCA y supo ascender rápido en el escalafón. Fue fiscal, juez del crimen y hasta coqueteo con al política (estuvo cerca de integrar una lista para diputados del partido del ex comisario Luis Patti).
En su entorno cuentan que uno de sus objetivos es ser ministro de Justicia y Seguridad. “Soy el único que puede salvar a las provincia de los chorros”, asegura en largos asados dominicales acompañados por buenos tintos.
En 2003 el ex gobernador Felipe Solá le inició un jury de enjuiciamiento debido a que entendió que el magistrado paralizaba su ofensiva contra los desarmaderos. Al mismo tiempo el fiscal Carlos Agüero lo investigó por presunta extorsión cuando Cristian y Nelson García Inciarte, señalados por integrar una banda de cuatreros, denunciaron que habían entregado 25 mil pesos a sus abogados para que se los hicieran llegar al juez Melazo. Por esos días el diario La Nación reveló que según escuchas telefónicas había 50 llamadas entre el magistrado y el supuesto intermediario.
“Solá siempre pensó que este juez tenía vínculos con la maldita policía, es lo que se comenta en el ambiente judicial, en un tipo que le gusta sobreactuar por eso se entiende porque siempre te habla mal de la policía”, suelen contar los abogados que tienen casos en su juzgado.
En 2007 volvió a ser denunciado, en esa ocasión por el abogado Alejandro Montone. Según el letrado Melazo se tomó atribuciones propias del fiscal, que en la provincia es quien lleva la instrucción, al momento de investigar la causa de tres policías muertos a tiros en el atraco a una dependencia policial de La Plata.
Además, habría dejado sin protección a un testigo clave de la causa. Será por eso que en las 154 páginas de la denuncia las palabras “incompetencia” y “negligencia” asoman en exceso. Lo cierto es que a pesar de todas las investigaciones el juez logró zafar, siempre, aseguran los que lo tratan, con buenos contactos y con un gran sentido del humor.
La misma muñeca para ordenar ayer la liberación de Marcelo Mallo, el puntero político de Quilmes que había sido detenido durante el fin de semana, acusado de haber colaborado con el trío que se fugó de la cárcel de General Alvear hace diez días. Y dejar al gobierno provincial con las manos vacías en el caso que más preocupaciones genera a la flamantre administración.