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¿Están seguros de que el periodismo sigue siendo el mejor oficio del mundo?

Por Agustín Gulman

El día que me recibí, un periodista que trabajó durante años en la sección Internacionales del diario La Nación me felicitó con un mensaje que me quedó grabado: “Que nunca te desmientan”.

Hoy, 7 de junio, se supone que los periodistas debemos festejar. Debemos saludarnos entre nosotros, subir selfies a Instagram, mostrarnos comiendo tortas y picadas, ir a almuerzos y cenas donde nos agasajan y, por supuesto, recibir cataratas de felicitaciones reenviadas por WhatsApp a vaya uno a saber cuántos otros contactos. Cumplimos con el rigor: agradecemos, nos juntamos, comemos, nos reímos y nos abrazamos, todo mientras tratamos de contar noticias.

Es curioso: cada 7 de junio debemos festejar por nuestro día pero año tras año hay menos razones para hacerlo. De acuerdo con un relevamiento del Sindicato de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires (Sipreba), desde 2016 se perdieron 3.127 puestos de laburo. Sólo en lo que va de 2019 hubo 288 despedidos. Como si el drama no fuera suficiente, en marzo un estudio del Foro de Periodismo Argentino (FOPEA) reveló que la principal preocupación de los periodistas es quedarse sin trabajo.

El 26 de junio de 2018 me topé, casi de casualidad, con un tweet de Carlos Nis, periodista deportivo de la agencia estatal Télam, que me partió en dos, aún sin conocerlo. La Selección argentina acababa de clasificar a la segunda ronda del Mundial y él escribió: “Mis hijos lloran con el gol de (Marcos) Rojo, yo porque no sé cómo decirles que me echaron de Télam”. Carlos, junto a otros 353 trabajadores de Télam, acababan de ser despedidos y el titular del sistema de medios y contenidos, Hernán Lombardi, increíblemente lo celebraba como una victoria: “Hoy ganó el periodismo”, festejó.

Detrás de cada uno de los 3.127 trabajadores despedidos hay historias. Una madre que cría sola a sus hijos y no sabe cómo hará para comprar la comida el mes que viene; un joven que no sabe cómo hará para pagar el alquiler; otro que convierte en UBER el auto familiar con el que solía salir a pasear. De todos esos dramas hubo algunos que me tocaron más de cerca, y sin lugar a dudas el que más me impactó fue cuando despidieron a mi viejo de Radio Nacional en enero de 2018, cuando le faltaban menos de dos años para jubilarse.

Está claro que a nivel mundial el periodismo atraviesa un complejo panorama. Los modos en que se cuentan las noticias cambiaron por completo en el abrir y cerrar de ojos que fue la última década. Hoy la disputa es por el tiempo de las audiencias y un minuto en redes es oro puro. Hace tres años, la periodista española Luz Sánchez Mellado publicó en el diario El Paísuna columna titulada “Periodismo: ya es ya”, donde relataba algunos avatares del inmediatismo con el que convivimos los periodistas: “Ayer es el Paleolítico; hoy, el Pleistoceno y mañana empieza a las diez de esta noche. Así, hay análisis de debates sin acabar el debate, crónicas de ambiente sin empezar el ambiente, un tuit es una noticia y tres párrafos, un reportaje”.

Es cierto, el periodismo cambió en todo el mundo. No lo escribo con nostalgia: soy parte de la generación que hizo la mayoría de su carrera en medios digitales. Pero que el árbol no nos tape el bosque: al giro en la manera de contar noticias que hay en el Planeta se le suma nuestro propio drama local, con despidos a mansalva y cierres masivos de medios de comunicación en los últimos tres años y medio, donde los dueños se borran de un día para el otro, como en Radio América y el diario Tiempo Argentino, sin intervención alguna del ahora extinto Ministerio de Trabajo. En 2009, cuando Radio Mitre atravesaba una compleja situación y estuvo al borde de despedir a decenas de trabajadores, el gobierno anterior – en medio del enfrentamiento con el Grupo Clarín – inyectaba miles de pesos para evitar la pérdida de puestos de trabajo, a través del Programa de Recuperación Productiva (Repro).

Al temor por los despidos se le suma otro fenómeno que no es nuevo, pero sí se profundizó en los últimos años: el “pluriempleo”. El informe de FOPEA publicado en marzo revela que más del 40 por ciento de los periodistas trabaja entre 41 y 50 horas por semana. Un 20 % de los encuestados dijo que labura más de 50 horas.

Mientras tanto, los periodistas también atravesamos los propios “problemas”, históricos aunque profundizados en tiempos de “grieta”, de esta profesión: funcionarios que se niegan a aportar información, voceros que no atienden los teléfonos y dirigentes políticos que eligen, de manera sistemática, los mismos micrófonos a los que responder. Curiosamente, algunos de ellos son los que hoy mandaron gacetillas y mensajes de WhatsApp celebrando el Día del Periodista.

¿Sigue siendo el “mejor oficio del mundo”, como lo definió hace varias décadas Gabriel García Márquez? Sí, a pesar de todo sí. Y ahora cierro, que tengo una pila de notas por escribir: lo importante es seguir contando historias.