| Entrevista con la psicoanalista, docente e investigadora brasileña Rose Gurski

«La violencia es solo un síntoma de las tensiones generadas por las desigualdades sociales»

En 10 años, la violencia en Porto Alegre creció de manera desmesurada: los homicidios, entre adolescentes de 15 a 19 años, alcanza al 56% de los delitos.

[10:12, 27/12/2018] Tamara Smerling: Rose Gurski en el IV Coloquio / VI Simposio RESISTIDAS Y DESAFIADAS Las prácticas en instituciones entre demandas, legalidades y discursos que se realizó el 12, 13 y 14 de Noviembre de 2018 en FLACSO. [10:13, 27/12/2018] Tamara Smerling: organizado por el Programa de Psicoanálisis y prácticas socioeducativas del Área Educación de la FLACSO Argentina y la Red Internacional Interuniversitaria INFEIES (Infancia e Instituciones).

Rose Gurski en el IV Coloquio / VI Simposio RESISTIDAS Y DESAFIADAS que se realizó en FLACSO.

Por Tamara Smerling

“Tener un hijo, joven, dentro de un sistema muy similar al penal, en las cárceles, no es la solución. Sin embargo, la sociedad presiona, cada vez más, en que los chicos sean imputados porque están muy asustados por el nivel de violencia que hay hoy”, dice la psicóloga y psicoanalista Rose Gurski sobre su trabajo con jóvenes y adolescentes en conflicto con la ley penal, hoy, en Porto Alegre, Brasil. La especialista, que trabaja como profesora de Psicoanálisis y Psicopatología del Instituto de Psicología y realizó también una maestría en Psicología y un doctorado en Educación en la Universidad Federal de Rio Grande do Sul (UFRGS), amplió su campo de trabajo en problemas de desarrollo en la infancia y la adolescencia en el Centro Lydia Coriat de Porto Alegre, y como miembro de la Asociación de Psicoanalistas de Porto Alegre.

Fue fundadora, además, del Núcleo de Investigación en Psicoanálisis, Educación y Cultura en el Instituto de Psicología de UFRGS y, junto a otros docentes, de la Red Internacional Colectivo Amarracoes – Políticas con Juventudes. Es autora del libro Tres ensayos sobre juventud y violencia (Editora Escuta, 2012), además de varios trabajos sobre juventud y violencia, y de varias compilaciones referidas a la infancia, la familia, la educación y la función paterna.

En el IV Coloquio / VI Simposio RESISTIDAS Y DESAFIADAS. Las prácticas en instituciones entre demandas, legalidades y discursos que se realizó en Buenos Aires, organizado por el programa Psicoanálisis y Prácticas Socioeducativas del área de Educación FLACSO Argentina y la Red INFEIES durante los primeros días de Noviembre, presentó su trabajo de investigación: “Cuando el psicoanálisis escucha a la socioeducación: efectos ético-metodológicos de un encuentro, para el trabajo con jóvenes en conflicto con la ley” donde describió: “La idea inicial fue la configuración de una escucha sin un espacio físico delimitado, una especie de atención inmediata que pudiera dar al investigador- psicoanalista la oportunidad de vivenciar, junto a los trabajadores, las dificultades de su hacer diario”.

-¿Cómo definiría, hoy, en Brasil a la “socioeducación”?

-En Brasil, cuando la educación no es suficiente, se hace necesaria la “socioeducación”. Es decir, que cuando todas las otras políticas públicas no funcionan, el joven va a parar a una institución con determinadas características. Es preciso decir que, en estos momentos, la propia educación está en un marco de grandes indefiniciones: existe una discusión sobre el movimiento Escuela sin Partido (Escola Sem Partido) que conlleva un proceso de transformación acerca del lugar que tienen las escuelas en el desarrollo de los niños y los jóvenes. El proceso de “mercantilización de la educación” propulsa que la escuela sea un lugar solo de transferencia del conocimiento, donde los profesores solo capaciten a los alumnos, o clientes, dejando de lado la función de formación de ciudadanos. El discurso de las competencias para el mundo del trabajo substituyó una formación crítica.

-¿Esto alcanza hasta la propia ciencia?

-La propia ciencia, ahora, es entendida como un modo de adoctrinamiento. La propuesta es, prácticamente, criminalizar los discursos de los profesores: que solo sea pura técnica. Este proyecto restringe las manifestaciones de los docentes, una especie de mordaza hacia el pensamiento. De manera paradójica, el Estado está ausente, no ofrece las condiciones mínimas –sociales, políticas, de salud o educación—para posibilitar la protección de derechos básicos de los sujetos. La sociedad pierde seguridad frente a la violencia, se simplifican las problemáticas y se suman a unos principios empobrecedores: la creación de un enemigo común que debe ser sacrificado. Es, en este contexto, donde podemos entender que el nuevo gobierno desea modificar la edad de imputabilidad hacia los adolescentes.

-¿A qué edad se quiere bajar?

-Tenemos una discusión muy tensa porque el nuevo gobierno planea modificar la edad de imputabilidad de los adolescentes y bajarla a los 16 años. Es un tema muy complejo: tener un hijo, joven, dentro de un sistema muy similar al penal, en las cárceles, no es la solución. Sin embargo, la sociedad presiona, cada vez más, en que los chicos sean imputados porque están muy asustados por el nivel de violencia que hay hoy. En tanto, es preciso poder ver la complejidad de estos temas y que la violencia es solo un síntoma de las tensiones generadas por las desigualdades sociales. Si solo miramos las estadísticas de los delitos veremos que la mayor parte son de baja peligrosidad, como robo, hurto o drogas, para el propio consumo o como un trabajo posible. O sea, los crímenes más graves cometidos por jóvenes hasta los 18 años son muy pocos.

-¿De qué manera incide, hoy, el Psicoanálisis en las políticas públicas de su país?

-En la actualidad, en Brasil, se amplió la cantidad de docentes e investigadores en el campo de los estudios psicoanalíticos. Es un momento donde la gente está muy sensible a las demandas sociales que tienen una relación directa con las políticas públicas. Es una idea del Psicoanálisis, para nosotros, la de traspasar los muros de las universidades y, al mismo tiempo, atravesar las puertas de los consultorios para justamente revertir estas cuestiones. Otro gran cambio importante que se espera del Psicoanálisis no es solamente la intervención clínica sino que es preciso resignificar los conceptos fundamentales y colocarlos a operar en relación con las demandas sociales de estos tiempos.

-¿Cómo surge su propio trabajo de investigación en las instituciones socioeducativas?

-Mi trabajo surgió en base a una idea triangular: reunir la escucha psicoanalítica, la investigación académica y las demandas sociales en una misma investigación. Estoy convencida que el Psicoanálisis puede tener una función social. Tenemos una red, llamada INFEIES, que es un grupo que propone ese cruce. También creamos, en 2018, la Red Internacional Colectivo Amarracoes, un grupo de investigadores, psicoanalistas, docentes de diferentes universidades públicas y privadas de Brasil, Argentina, Uruguay, Francia y Colombia, cuyas investigaciones están atravesadas por las temáticas de la juventud en situación de vulnerabilidad y violencia. La creación del Colectivo fue un modo de darle una dimensión micropolítica a las intervenciones, buscando intervenir de manera directa en las políticas públicas en relación con las juventudes. Todo esto es un debate muy importante porque si vemos la historia del Psicoanálisis, fue, de este modo, cómo el Psicoanálisis inició sus investigaciones: como un síntoma social de la época. Freud tomó ese rumbo en sus investigaciones: en particular en aquel momento en que las histéricas emergieron como un problema para la sociedad y la Medicina no lograba resolver esas cuestiones desde su disciplina. Creo que en Brasil estamos, ahora, en un momento muy similar donde la escucha tiene que salir del consultorio y donde la universidad tiene un rol fundamental para propiciar esa chance.

-¿En qué consiste el dispositivo de la escucha “flaneur” y cómo se inició en su recorrido académico?

-Mi trabajo comenzó en la Maestría, cuando investigué la violencia en los dibujos animados. Fue después que comencé a investigar sobre los temas de la adolescencia y la violencia juvenil: mi libro Tres ensayos sobre juventud y violencia fue parte de mi trabajo en el doctorado de la Facultad de Educación (UFRGS) y trata, justamente, sobre las condiciones y los discursos en relación con los jóvenes y la violencia. Era una época donde las quejas afloraban en el consultorio, en las escuelas, en medio sobre los crímenes de los jóvenes de clase media y media alta. Mi investigación se centraba entonces en desarticular un poco esos discursos que relacionaban la violencia con la pobreza. En ese momento fue cuando se dieron los entrecruzamientos entre Walter Benjamín, Hanna Arendt, y la escucha psicoanalítica.

-¿Cómo siguieron sus investigaciones después?

-En 2010 comencé a dar clases en la Universidad y empecé a investigar la violencia juvenil en la periferia. Fue allí cuando comenzamos a construir dispositivos de escucha que partieron de la articulación del Psicoanálisis y la experiencia del Flaneur en Walter Benjamín. Estos dispositivos de escucha fueron construidos para que los equipos de los servicios de salud pudieran tener algunos más recursos en su labor. Nos acercamos a estos grupos en Porto Alegre y comenzamos por desarrollar dos dispositivos, uno de Cine en la Escuela y otro que denominamos Conversaciones en la Plaza, que tuvo como fin generar un espacio de escucha entre los adolescentes, porque generalmente los servicios de salud siempre hicieron foco en su trabajo de una manera tradicional (como “Campaña para la prevención del HIV”) y nosotros nos dábamos cuenta que eso no alcanzaba con las cuestiones más importantes y angustiantes para los adolescentes. Al mismo tiempo, se trató de una época donde aumentaba, exponencialmente, la medicalización y la criminalización de los actos juveniles.

-¿De qué modo llegaron a los institutos de socioeducación?

-Los institutos surgieron con las nuevas normativas en relación con la infancia y la adolescencia: las leyes de protección integral. Antes, con el Código de Menores no existía como tales. La Socioeducación era muy cerrada, hermética, entonces pensamos en abrirla un poco. En 2014 comencé a trabajar con Ruedas de Rap junto a los adolescentes que cumplían medidas socioeducativas dentro de estas instituciones. Fue allí cuando empezaron a hablar sobre los maltratos que vivenciaban en estas instituciones. Ese espacio que se abrió con los jóvenes fue una puerta de entrada para hacer un trabajo más intenso, con la idea de escuchar también lo que no estaba bien en el discurso de los adultos de la institución: los agentes socioeducativos. Fue allí, entonces, junto a los agentes, que creamos un dispositivo de escucha móvil, sin un espacio delimitado, en una especie de atención inmediata del habla que denominé: “Escucha Flaneurie”. Se trata de una herramienta metodológica para trabajar con los adolescentes en una demanda de “atención fluctuante” por parte del analista, que conjuga la ética del Psicoanálisis y el “flaneur” de Walter Benjamín y Charles Baudelauire. Otro elemento muy importantes fue dar cuenta que las preguntas que circulan por determinadas instituciones no deben ser descartadas ni naturalizadas. Eso pudo ocurrir con la ida de la atención inmediata. En la clínica era posible demostrar como regresaban esos fundamentos en el habla.

-¿De qué modo era posible no anticiparse a las experiencias del habla?

-Una de las críticas más acertadas hacia las investigaciones era que los docentes iban, tomaban su objeto de estudio y regresaban a los claustros de las universidades. No continuaban con esa relación. Una de las cosas que nos propusimos con este dispositivo fue no anticiparnos a las experiencias del habla, los cuestionamientos fueron surgiendo en el momento de la propia investigación. Toda la cuestión giró en torno de esto y de cómo llevar el Psicoanálisis de la escucha a otros espacios fuera del consultorio. Tratamos de reinscribir esta práctica de la escucha en su dimensión ética y política, trabajando la crítica social a favor de las singularidades.

-¿Cómo continuó su trabajo académico dentro de la misma Universidad?

-En la actualidad coordino además un programa de posgraduación en Psicoanálisis que se llama Psicoanálisis, Clínica y Cultura, que tiene muchos alumnos que trabajan en el área de políticas públicas en la ciudad. Eso nos ha dado una diversidad muy interesante, con experiencias pensadas en relación con las políticas públicas desde el consultorio hasta las políticas de salud mental, educación y asistencia social en los municipios del Estado.

-¿Tuvieron alguna posibilidad de extender este dispositivo hacia otras áreas o instituciones?

-Este dispositivo no puede ser tomado como una receta o un método que tendrá determinados resultados. La ética psicoanalítica nos orienta, sobre todo, con la toma de posición. No llevamos una ficha sobre estos espacios, solo la posibilidad de escuchar en la dimensión del saber de las experiencias de los sujetos, muchas veces sometidos a las injusticias históricas, los silencios por las condiciones de confinamiento y también por determinadas variables sociales. La idea es, que, a través de la escucha, los sujetos pueden ser narrados, o narrarse, y pueden confluir, de este modo, diferentes efectos polisémicos que durante el habla libre no era posible alcanzar.

Más información:

Red INFEIES: http://www.infeies.com.ar

Psicoanálisis y Educación: http://psicoanalisisyeducacion.flacso.org.ar

 


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