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Macri, entre el relato de la meritocracia y el capitalismo de amigos 4.0

Por Alejandro Bercovich

El CEO de MercadoLibre, Marcos Galperín, retrocedió justo a tiempo para evitar que el escándalo llegara hasta el vértice del poder. El miércoles, mientras el sindicalismo rebelde colmaba la Plaza de los Dos Congresos para protestar contra la reforma laboral que el Senado terminó por patear para febrero, el Jeff Bezos criollo informó al Banco Nación que desistía de solicitarle el crédito por 4.000 millones de pesos que su directorio había preaprobado el jueves pasado. «No, no, me tengo que cuidar», se excusó el mismo Galperín un día antes, en la clausura de la conferencia anual de la Unión Industrial Argentina (UIA), cuando Daniel Funes de Rioja le pidió «un tweet» para ponerle picante a la charla, como aquel de dos meses y medio atrás donde había reclamado sin rodeos una flexibilización laboral a la brasileña.

Desde que el préstamo para MercadoLibre saltó a la luz pública, el viernes pasado en esta columna, el Nación fue escenario de una verdadera comedia de enredos. Su presidente, Javier González Fraga, nunca quiso dárselo porque la AFIP le reclama 500 millones de pesos en impuestos que eludió pagar amparada en un régimen de promoción que no le corresponde. Pero el paquete llegó a su despacho atado y con moño. Dos hombres de Galperín habían pedido a inicios de octubre una línea de financiamiento por 250 millones para descontar cheques y girar en descubierto, una operatoria habitual, y llamativamente habían ampliado un mes después la solicitud a otros 4.000 millones «por cesión de cupones de tarjeta de crédito». Siempre a través de la sucursal Pacheco, en Martínez. Era el fondeo local que necesitaba MercadoPago para pegar un salto decisivo: pelearles a los bancos el negocio del crédito al consumo electrónico.

La competencia que busca MercadoPago, sin embargo, no tiene las mismas reglas para todos. Los bancos no solo están sujetos a la regulación del Banco Central y a sus exigencias de liquidez y solvencia sino que además pagan los salarios que indica el convenio bancario, muy superiores a los que pacta Galperín con el mercantil Armando Cavalieri, quien toleró además que el joven emprendedor despidiera años atrás a los empleados que se postularon para delegados gremiales. De ahí la advertencia que lanzó Sergio Palazzo apenas supo de la preaprobación del préstamo: «Me parece una barbaridad. Hay un claro favoritismo. Le prestan a alguien que está investigado por la AFIP y que es un competidor desleal», opinó.

La línea de crédito a la que por el momento renunció el mayor de los unicornios argentinos lo hacía acreedor de un negocio redondo a costa del Estado: se pactó a 12 meses y a una tasa fija del 20% anual. Menos de la cuarta parte del 86,7% anual que cobra MercadoPago por financiar compras a 6 meses con tarjetas del Nación. De esa diferencia se agarró González Fraga para evitar obedecer la orden que le llegó de la Rosada de hacerle el favor al heredero de la curtiembre SADESA. «Acá las tasas suben todos los días, no se puede cerrar una tasa fija», argumentó puertas adentro. Los dueños de la empresa, para peor, no iban a garantizar el repago con su propio patrimonio. Se amparaban en que la solicitante formal era la ignota MercadoLibre S.R.L. (sí, una SRL), propiedad a su vez de la offshore española Meli Participaciones SL.

Herederos eléctricos

«Los empresarios no calificamos bien en la sociedad. Hay que ser realistas. Y ningún país construye sistemas de iniciativa privada prósperos si no respeta a sus empresarios». La autocrítica del veterano Funes de Rioja, el mismo martes arriba del escenario de Parque Norte, pasó casi inadvertida. Pero las prácticas que alimentaron esa desconfianza de la sociedad hacia los hombres de negocios, que Roberto Lavagna definió una década atrás como «capitalismo de amigos», empiezan a hacerse carne en la generación que el Presidente busca poner como ejemplo de lo nuevo. «Los emprendedores son los principales referentes del ´sí se puede´. Ellos lo hicieron en condiciones más adversas, así que ahora deberíamos pegar un salto exponencial», dijo Macri en el Foro de Inversiones que acogió la torre de YPF el miércoles. Quizá el subsidio del Nación era para compensar tanta adversidad.

La paradoja de los meritócratas herederos jaquea el cambio cultural que empuja Macri con su reformismo permanente. ¿Es solamente talento lo que llevó a Alejandro Jaime Braun, el primo del jefe de Gabinete, a ganar tantas licitaciones para la provisión de luminarias públicas desde que compró el 27 de marzo la filial local de General Electric? ¿Fue muy creativo o logró aplastar a sus competidores que fabrican acá porque supo que sus importados entrarían al país como por un tubo? ¿Habrá aplicado a ese provechoso negocio los 109 millones de pesos que el blanqueo de capitales le permitió repatriar según la publicación nunca desmentida de Horacio Verbitsky?

Aunque votaron masivamente a Cambiemos tanto en agosto como en octubre, los industriales empiezan a entrever que el plan económico no los tiene a ellos en la silla del comensal sino arriba del plato. Lo dijo a viva voz en la Conferencia de la UIA el dueño de TN Platex, Teddy Karagozian, después de la contundente exposición del joven economista Martín Rapetti (CIPPEC) sobre los riesgos de elevar tanto la tasa de interés y endeudarse a un ritmo tan vertiginoso como el actual: «Acá el que mantiene alta la inflación es el Central, con sus tasas altas que inflan los costos».

Al presidente de la UIA, Miguel Acevedo, se lo había hecho ver Bernardo Beni Kosacoff un rato antes: «El año pasado el Banco Central se planteaba una meta de inflación del 17% y la tasa de Lebacs era el 21%. Ahora dice que vamos al 12% de inflación pero la tasa de Lebacs es del 28%. ¡Es una cosa de locos!», susurró al oído de BAE Negocios un rato antes del cierre.

Obesos y barrabravas

Ese capitalismo de amigos con el cual Macri mantiene una ambivalente relación de amor-odio empieza a infectar al propio gabinete nacional. Varios ministros piensan más en el día después de la función pública que en su propia gestión. El flamante ministro de Salud, Adolfo Rubinstein, por caso, debutó enunciando las que serán sus tres prioridades: «acercar los servicios de salud a la gente, reducir las brechas de inequidad y combatir la epidemia de malnutrición y obesidad infantil». Es decir, dos generalidades -sobre todo para un ministerio que no maneja médicos ni enfermeras sino una vaporosa «coordinación» federal- y una especialidad que él atiende en su clínica particular.

La historia de cómo Ernesto Sanz coló a Rubinstein en el gabinete por encima del candidato que asomaba desde el verano pasado para reemplazar al desgastado Jorge Lemus es ilustrativa. Eduardo Epstein, otrora número dos de Rubinstein en el Hospital Italiano, estaba tan seguro de que asumiría que le pidió ayuda a su antiguo jefe para reclutar colaboradores. Él le contestó con evasivas sus primeros mensajes de whatsapp y después no le respondió más, hasta que apareció encima suyo. Avatares del capitalismo de amigos: siempre hay otro más amigo que uno.

La misma lógica parece regir las tempestades de OCA e Indalo, dos grandes compañías con sus activos inhibidos por la Justicia que evadieron impuestos por sumas algo más abultadas que MercadoLibre. Pero mientras la deriva de OCA parece encaminada hacia el «plan Quintana» (desplazamiento de Hugo Moyano, indulto a Patricio Farcuh, absorción del grueso del personal por parte del Correo Oficial y despido de unos 1.000 empleados), la del grupo que administraron Cristóbal López y Fabián De Sousa sigue plagada de incertidumbres.

La lucha contra las mafias está signada por la misma peligrosa doble vara: el vice de Moyano en Independiente, Noray Nakis, un vendedor ambulante devenido joyero que le regaló el anillo de «Todo pasa» a Julio Humberto Grondona, cayó preso y podría declarar como arrepentido contra el jefe de los camioneros. Lo detuvieron justo al día siguiente de la megamarcha que encabezó su hijo Pablo contra la reforma laboral, tras más de seis meses de diálogo roto entre Hugo y Mauricio. Los protegidos de Daniel Angelici en la hinchada de Boca, en cambio, se cuidan de ir a marchas.

El amiguismo, en esos casos, tiene como contracara el trato que Macri suele prodigar a sus enemigos. Sobre todo ahora, tras lo que Marcos Peña llama «la convalidación de una nueva etapa por parte de los votantes». Porque para la Argentina contemporánea habría que aggiornar el axioma que acuñó Balzac en la Francia post-napoleónica, cuando escribió que «detrás de toda gran fortuna hay un crimen». Muchas veces, en estas pampas, lo que hay detrás de las fortunas es simplemente un favor.

Fuente: BAE


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