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Las redes pinchan

Por Leandro Zanoni

Tras el alejamiento de Nelson Vivas como técnico de Estudiantes de La Plata, a mediados de mayo, se hizo cargo del equipo Lucas Nardi, hasta entonces DT de la Reserva. Pero Nardi fue condenado por unos tuits muy antiguos publicados en 2013 donde criticaba el estilo de fútbol de Carlos Salvador Bilardo, ídolo y gloria del club. Los tuits, antes intrascendentes, salieron a la luz cinco años después. Nardi pidió disculpas públicas, dijo que no manejaba su propio Twitter y que no pensaba eso del técnico campeón del mundo en México 86. Después cerró su cuenta y recibió el apoyo del presidente del club Sebastián Verón y del resto de la Comisión Directiva.

Pero la presión de los hinchas para que renuncie fue enorme. Más de 200 fueron a exigir que se vaya a la puerta del club platense. Nardi, finalmente, tuvo que dejar el puesto sin siquiera debutar. Verón, compungido y al borde de las lágrimas, dijo en conferencia de prensa que no usaba redes sociales y que vivimos en una sociedad «compleja, poco tolerante y enferma».

El caso tiene múltiples lecturas, incluso futbolísticas. Pero quiero usar estas líneas para analizarlo desde la óptica de los nuevos medios de comunicación y las crisis inesperadas e incontrolables que generan las redes sociales.

1 Las redes sentencian. En Twitter y Facebook no está permitido cambiar de opinión ni las contradicciones ni, mucho menos, las dobles lecturas. Toda opinión debe ser absoluta y rígida, inamovible. Trump es el mejor ejemplo. Su éxito en la red social del pajarito son sus tuits categóricos. No duda, no titubea, no interpela ni debate. Sentencia.
Resulta paradójico que atravesamos la era de la posverdad, es decir, la interpretación emocional de los hechos. El público está dispuesto a estirar un hecho todo lo necesario hasta lograr que se acomode a sus creencias pero no negocia a abrirse a aceptar distintas opiniones y posturas frente a una idea. Al revés de lo que solía ser: los hechos son flexibles, las opiniones son rígidas.

2 En las redes no existe el tiempo. Pasado, presente y futuro están en un mismo plano, en la misma pantalla del celular. El paso del tiempo acumula información y todo tipo de contenido como tuits, fotos, videos y audios. Un tuit o una imágen de hace cuatro o cinco años impacta de la misma manera que uno publicado ayer. Por eso Ricardo Fort (@ricarfort) sigue vivo en sus tuits, que aplican para comentar en tiempo real cualquier cosa que ocurre hoy en la TV.

3 Si es posible, una crisis (vista como un cambio abrupto en la gestión del poder) de una marca grande o una personalidad con buena reputación se gestiona con honestidad, aclarando los hechos, pidiendo disculpas y detectando a los diferentes jugadores (aliados, enemigos, neutrales, etc). Somos humanos, todos cometemos errores. Pero si no es posible controlar o apagar el fuego de esa manera, es necesario generar otra conversación que eclipse al tema (trending topic) en cuestión. En las redes, un tema tapa a otro tema a la velocidad de un rayo.

 En Twitter funciona la indignación general y el bullying fulminante al que cayó en desgracia. El ignoto busca sus quince RT de fama con un meme creativo y gracioso, que resulta mucho más viral y efectivo que un pensamiento elaborado.

4 La TV y los portales de noticias (los nuevos y los de medios tradicionales) retroalimentan a las redes. Los conductores y panelistas de TV tuitean y retuitean en vivo. Los famosos participan de los programas tuiteando desde sus casas.
La caja ya no funciona como boba sino como resonancia.

Fuente: El Cronista.

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