| En la mira

Montenegro quedó tocado por el envío de la Metropolitana a Santa Cruz

El envío de los efectivos por la causa Hotesur puso al ministro poteño en el centro de los cuestionamientos. En el Pro le pasan factura por el costo político. Un futuro con incógnitas.

El ministro de Seguridad porteño, Guillermo Montenegro FOTO: RICARDO PRISTUPLUK

El ministro de Seguridad porteño, Guillermo Montenegro
FOTO: RICARDO PRISTUPLUK

El ministro Guillermo Montenegro quedo tocado tras el escándalo desatado por el viaje de 50 efectivos de la Policía Metropolitana a Río Gallegos para realizar varios allanamientos en la causa Hotesur que ahora pasó a Daniel Rafecas.

En el Pro lo culpan por falta de timming en esa maniobra y lo señalan como responsable de la salida del juez Claudio Bonadio del caso que tiene a mal traer al Gobierno.
Esto se notó en el bunker de Costa Salguero el domingo último y en las celebraciones postelección: no apareció en ninguna de las cenas planificadas.
Montenegro, para colmo, siempre integró el grupo del Pro que lidera Gabriela Michetti. O sea, ya venía en perdedor. Cristián Ritondo planteó apenas apartado Bonadio  una serie de  interrogantes que siguen sin respuesta: ¿Por qué el operativo en Río Gallegos se hizo en la semana previa a una elección tan decisiva?, ¿Por qué el depsliegue no contó con la discreción necesaria?, ¿Cómo fue que la noticia los sorprendió tanto a Larreta como al propio Macri? ¿No hubo una evaluación previa sobre lo qué podía pasar?
Falta de información a los jefes del espacio político, poca comunicación horizontal y el corrimiento de ciertos límites hablan por si solos: Montenegro sigue pensando que es un juez federal. Tres veces por semana frecuenta Comodoro Py y arma almuerzos con Bonadio, Ariel Lijo, Carlos Stornelli y Julián Ercolini.
En el Pro esto se sabe y hay bronca porque ese lobby permanente no rinde frutos: a la causa por malversación de fondos públicos que disparó el viaje de los metropolitanos a la provincia austral, también se suma que la causa de la escuchas ilegales en el gobierno porteño sigue abierta.
Esos dos expedientes y el triunfo por solo magros tres puntos sumieron a Macri en una tormenta de la cuál todavía intenta despegarse.
Ya se descuenta que si sus ambiciones electorales en San Isidro no avanzan difícilmente Montenegro retenga una silla en el gabinete de Larreta.
Con el flamante jefe de gobierno tiene otra dificultad más oculta: Larreta no tolera al empresario de seguridad Mario Montoto que es amigo de Montenegro y que fue el principal apoyo de Michetti en la interna.