Por Rafael Saralegui
A esta altura ya no hay dudas de que la fuga de los hermanos Lanatta de la Cárcel de General Alvear no pudo concretarse sin colaboración de autoridades penitenciarias. Tampoco, a una semana del escape, que para continuar con paradero desconocido deben contar con alguna complicidad policial.
Días atrás, el ministro de Justicia bonaerense, Carlos Mahíques, dijo que uno de los responsables de la huída era el jefe de Seguridad del Penal, a partir de los datos recogidos en el sumario interno que se puso en marcha. No hizo más que ratificar lo que había dicho la gobernadora Vidal, sobre la evidente complicidad de los penitenciarios.
Esta mañana la sospechas se confirmaron respecto de la policía bonaerense. Según consignó la agencia DyN, el ministro de Seguridad bonaerense, Cristian Ritondo,desplazó a la cúpula de la cúpula de la Dirección Departamental de Investigación (DDI) de Quilmes por «fallas en los procedimientos» para dar con los prófugos.
La policía cometió algunos errores claves en la búsqueda, que sólo pueden ser atribuibles a la negligencia o a la complicidad:
El mismo domingo de la fuga, los hermanos Lanatta y Víctor Schillaci, estuvieron en Florencia Varela en la quinta del famoso “Faraón”, un pizzero que admitió que les dio dinero y una camioneta. El pizzero Marcelo Melnyk figuraba en la lista de autorizados a vistar al trío en la cárcel. Tan elemental era montar un dispositivo de seguridad en su casa que nadie explica porqué no se hizo. Melnyk está detenido.
Tan elemental como vigilar los domicilios de los otros parientes y conocidos de los condenados por el triple crimen. La ex suegra de Christian Lanatta dijo a través de su abogada que el hombre estuvo dos veces en su casa para pedirle dinero y una camioneta. Tampoco nadie explicó porque no estaba ese domicilio sometido a un discreto control.
Las dos visitas de los fugados demuestran que después de la huida no tenían preparado un gran plan evasor que los podría llevar fuera del país o dentro de las fronteras a un sitio donde no llamaran la atención. Todo parece muy improvisado y armado sobre la marcha. De todos modos, es evidente que el trío aprovechó la oportunidad que se les presentó para fugarse de la cárcel de General Alvear donde purgaban una condena a prisión perpetua por el triple homicidio de General Rodríguez.
Entre tanto, Cristian Ritondo y Aníbal Fernández se siguen tirando dardos lo que genera ruidos y repercusiones políticas sobre un caso policial que para la Justicia estaba cerrado y que se abrió durante la campaña electoral, con la denuncia de Martín Lanatta de que el ex jefe de Gabinete había sido el ideólogo de la matanza.
Fernández dice que el fuga es el pago por la campaña sucia y Ritondo le adjudica algún tipo de responsabilidad en la prolongada huida. Tanto lo uno como lo otro son extremos incomprobables, al menos por ahora.