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Prioridades cambiantes en el protectorado austral de Trump

Por Alejandro Bercovich

Los protectorados concedían a su imperio protector, a cambio de su compromiso de defenderlo, el derecho a gestionar sus asuntos exteriores e intervenir en su administración. Aunque las relaciones internacionales se complejizaron mucho desde la segunda descolonización y queda poco de aquellas viejas metrópolis con papeles, el vínculo entre Mauricio Macri y Donald Trump parece haberse estrechado casi hasta ese punto durante los últimos diez días, a un nivel incluso superior al de las «relaciones carnales» de Guido Di Tella. Con ese auspicio clave, el Presidente procura resistir las crecientes presiones de sus socios políticos y del empresariado para que resigne sus aspiraciones reeleccionistas y evite a su espacio lo que entrevén como una derrota segura ante Cristina Kirchner.

El norteamericano ya no solo protege a Macri de extraños sino también de propios. Sus muecas son para el peronismo no K pero también para María Eugenia Vidal, Horacio Rodríguez Larreta, Enrique Nosiglia y hombres de negocios como Claudio Belocopitt, uno de los pocos que se animó a clamar por radio para que Cambiemos opte por «la alternativa Vidal ampliada a espacios del peronismo». Fueron gestos elocuentes: a su orden para que el Fondo Monetario habilite al Banco Central argentino a vender reservas para evitar una nueva disparada del dólar le siguió el promocionado diálogo telefónico de anteayer, antecedido por un breve intercambio vía chat, que también divulgaron voceros de ambos gobiernos. Otra prueba de la intimidad millenial que también comparten a diario el presidente del Banco Central, Guido Sandleris, y el encargado del caso argentino en el FMI, Roberto Cardarelli, por estos días de visita en Buenos Aires.

Entre la orden de Trump al Fondo y su charla con Macri hubo varios telefonazos entre Nicolás Dujovne y el secretario del Tesoro, Steve Mnuchin. Eso alentó las versiones que florecieron en la City sobre que el Tesoro evaluaba un nuevo crédito, en este caso bilateral y por otros US$ 10.000 millones, pero fuentes oficiales al tanto de las conversaciones lo desmintieron tajantemente ante BAE Negocios. Es algo que al magnate le costaría horrores enhebrar con su discurso America First. Ni en el blindaje de 2000 para sostener a De la Rúa el Tesoro se atrevió a tanto. El que sí puso plata aquella vez por fuera del FMI fue el gobierno español, que luego exigió su repago bajo el paraguas del Club de París.

El aporte de campaña de Trump para el jefe de Cambiemos ya llegó y fue en tres cuotas, siempre mediante la ventanilla del FMI. La primera, un año atrás, su aval en el directorio para el paquete inicial de 50.000 millones. La segunda, su apoyo en octubre para ampliarlo a 57.600 millones y -mucho más importante- apurar sus desembolsos hasta concentrar un 80% de ellos en la actual gestión. La tercera cuota fue la orden a David Lipton el domingo 28 de abril para que habilite la venta a discreción de esos dólares por parte del Central. Tal como se comentó en esta columna el viernes pasado, eso implicó pisotear el propio estatuto constitutivo del Fondo, que lo prohíbe. Y se hizo sin pasar por el directorio ejecutivo.

Oye pana

La pregunta es qué querrá Trump a cambio. A nivel regional no podría pedir más. El comunicado de la Cancillería argentina que condenó anteayer la detención del vicepresidente de la Asamblea Nacional venezolana, Edgar Zambrano, parecía redactado por el mismísimo secretario de Estado Mike Pompeo. Responsabilizaba al «régimen del tirano Nicolás Maduro por su integridad física y su seguridad» y saludaba a los detenidos como «luchadores por la democracia». Unas horas después, el Grupo de Lima -de países americanos alineados con Washington en el tema Venezuela– condenó la movida de Maduro igual de enérgicamente pero en lenguaje diplomático, como «una afrenta a los principios democráticos y derechos humanos».

Jorge Faurie sobreactúa ese alineamiento a cambio de un acceso bastante fluido a quienes susurran al oído de Trump. Antes del nuevo espaldarazo a Macri desde Washington, el canciller habló por teléfono con Pompeo y con el asesor especial en seguridad nacional John Bolton. Dos hombres a quienes Trump mantiene en sus cargos pero que el establishment político estadounidense culpa por el empantanamiento de la situación en Venezuela. Fueron quienes, por caso, convencieron a Juan Guaidó de que los militares acompañarían su último llamado a la rebelión contra Maduro. Volvieron a fallar, como cuando lo animaron a autoproclamarse presidente designado.

Lo peligroso para Macri sería que Trump termine de enterrar las negociaciones con China y desate una guerra comercial todavía más intensa. Primero, porqueChina es el principal destino de las exportaciones de soja. Pero también porque de los U$S 68.760 millones de reservas brutas con los que cuenta el Banco Central, 19.700 millones corresponden al «swap» (canje de monedas) con el gigante asiático. Con China ya hubo cortocircuitos por las demoras en las centrales hidroeléctricas de Santa Cruz y en la cuarta central nuclear. Es un proyecto que -como varios otros heredados- incomoda a Pompeo.

Vacas y Moros

Aunque esta semana se abocó al diálogo político que le sirvió al Gobierno para salir de la discusión circular sobre la crisis, Rogelio Frigerio es otro de los que orbita en la relación con el Departamento de Estado. Fue quien jugó el apoyo de Pompeo en la cumbre del Fondo para torcerle el brazo a Lipton y mantiene sus propias terminales en Washington como candidato a presidir el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Esta semana lo amargó un traspié: haberse referido por radio a «lo que no es prioritario del país» cuando le preguntaron por el financiamiento de la ciencia. Fue a raíz del caso de la bióloga del Conicet que concursó en el programa de Santiago del Moro para solventar el funcionamiento de su laboratorio y pagarles a los becarios a su cargo.

¿Habrá dimensionado Jaime Durán Barba el daño político que le infligió Simian ante millones de televidentes en el show que le gana en rating al de Marcelo Tinelli? Por si no lo estaba sintonizando, en otro canal al mismo tiempo el neurocientífico Facundo Manes le asestó otro golpazo al discurso. «Nunca confié en que el Presidente valorara la Ciencia. El kirchnerismo invirtió en ciencia, la valoró. Y el próximo paso era seguir la inversión como prometió el Presidente, pero no lo hizo», dijo. El domingo había presentado en la feria del libro a Martín Lousteau, uno de los adalides del postmacrismo cambiemita.

El Ejecutivo no liberó recursos adicionales para la ciencia pese al lamento de Simian, pero fue más receptivo con el de las multinacionales automotrices que pedían equiparar los reintegros a la exportación hacia países del Mercosur con los que se aplican a las ventas a extrazona. Ahora, por cada auto que vendan a Brasil cobrarán un 6,5% de su valor en reintegros del fisco en vez del 2%. Aunque sus enemigos en el gabinete acusaron a Dante Sica de haber atendido un lobby de quienes fueron durante dos décadas los mejores clientes de su consultora Abeceb.com, él se defendió diciendo que apenas llegaba a compensar el zarpazo tributario de su colega Nicolás Dujovne. Unas horas antes, el jefe de Hacienda multiplicó por cinco la tasa de estadística que pagan todos los importadores y exportadores para recaudar unos $30.000 millones más por año y así cumplir con el déficit cero.

¿Por qué es más prioritaria la industria que el Conicet, si ambos están en crisis? ¿Por qué específicamente la automotriz, que no es precisamente la que más gente emplea ni la que más piezas nacionales utiliza en el ensamblado que realiza? Dilemas de la frazada corta. Para peor, la que más produce, emplea y exporta (Toyota) salió perdiendo. Justamente porque vende mucho hacia fuera del Mercosur, la suba de la tasa de estadística le costará más que los impuestos que le reintegrarán.

Ocurre que en las empresas también hay prioridades. Tecpetrol, el brazo petrolero del grupo Techint, no priorizó la seguridad en el trabajo de los dos operarios de una tercerizada que murieron esta semana en el yacimiento Fortín de Piedra, que opera en el reservorio de Vaca Muerta. El padre de uno de ellos, Feliciano Baeza, también petrolero, denunció que en la pileta a la que cayó no había red protectora ni escalerilla de emergencia.

A las demás compañías con pozos sobre Vaca Muerta las preocupa que en la zona haya habido ocho obreros muertos en solo 15 meses, desde la flexibilización de los convenios petroleros. Por eso hubo una cumbre de CEOs el martes en Neuquén. A Tecpetrol, por supuesto, también la preocupa. Pero en términos estrictamente económicos, sus prioridades parecen haber sido las correctas. No invirtió en esa red protectora ni en esa escalerilla pero sí costeó los abogados que litigaron hasta ayer contra la familia de Enrique Ingegnieros, un técnico secuestrado en sus oficinas por un grupo de tareas de la dictadura el 5 de mayo de 1977. Los honorarios pagados por Paolo Rocca a esos letrados rindieron sus frutos: por tres votos contra dos, la Corte Suprema definió ayer que no le corresponde indemnizar a la familia de Ingegnieros.