Persecución al periodismo: fotógrafos detenidos cuando cubrían una manifestación
El mismo fotógrafo que hizo la foto viral del vedurazo fue detenido ayer por la Policía de la Ciudad junto a un colega de la revista Cítrica.
Por Alfredo Srur
(Revista Cítrica)
Sinceramente me cuesta escribir, creo que es un momento del país muy delicado, y el significado de cada palabra es enorme, como así también la manera de ponerlas. Quiero ser justo, le escapo a todo fanatismo. Intento ser cuidadoso cuando escribo algo que puede ser leído e interpretado públicamente. Lo que pienso, siento y hago en términos políticos lo reflejo con mi producción fotográfica, con algún texto que le da contexto (que inclusive puede no ser mío), con mis acciones en el campo de la cultura y el arte, con mis conversaciones con familia y amigos y con una militancia personal basada en la experiencia de haber visto muy diversas realidades de la vida, de las cuales no puedo hacerme en distraído, por más que sería mucho más cómodo; no milito en ningún partido político y creo que la buena fe de las personas va más allá de eso. Con los años he aprendido a no discriminar a nadie, ni por razones políticas (aunque a veces ciertas personas me ponen algo nervioso), ni religiosas, ni relacionadas al dinero o al origen cultural; intento tener la menor cantidad de prejuicios posibles.
Esta fotografía me pone muy triste. Ver a Bernardino Ávila y a Juan Pablo Barrientos arrestados, dentro de un celular policial, es simplemente ridículo y de una enorme injusticia.
Comencé a trabajar en el periodismo en 1999, se cumplen dos décadas este año. Es verdad que dejé de practicar el oficio hace un tiempo, por determinadas cuestiones personales que no vienen al caso. Me formé al lado de monstruos del periodismo, verdaderos maestros de la fotografía y la crónica. Trabajé en las redacciones de Revista XXIII, Página 12, La Nación y Perfil; conozco las internas de cada medio, sus líneas editoriales/empresariales y los personajes que han tenido y administrado poder dentro de ellos, lo viví como un trabajador más. No viene al caso profundizar ahora en ello.
Esta fotografía me pone muy triste. Ver a Bernardino Ávila (fotoperiodista de Página 12) y a Juan Pablo Barrientos (fotoperiodista de Cítrica), arrestados, dentro de un celular policial, es simplemente ridículo y de una enorme injusticia. Tanto a Bernardino como a Juan Pablo los conozco desde mi inicios hace 20 años. Con Ávila trabajé durante 10 años en Página 12, editamos juntos un libro llamado «Episodios Argentinos», habiendo estado codo a codo el 19 y 20 de diciembre de 2001; creo que algunas de las fotos más interesantes que se hicieron en esos históricos días de la Argentina fueron de él; un verdadero profesional, de los mejores que conocí. Con Barrientos compartí, entre otras cosas, el curso que hicimos juntos en Campo de Mayo para ser corresponsales de guerra. Barrientos además de ser fotoperiodista, es una especie de científico en sus ratos libres, un estudioso de la historia de la fotografía en Argentina; un muchacho que tiene 4 hijos, que vive en el conurbano, un gran padre y una persona trabajadora de bien. Verlos con la cara desfigurada, presos en un celular policial (Policía de la Ciudad de Buenos Aires), con algo de temor, realmente me duele, porque es una injusticia y no se lo merecen; es un papelón institucional.
Qué raro que fotoperiodistas con más de dos décadas de experiencia, que han cubierto los hechos más relevantes del país desde fines del siglo XX hasta ahora y nunca hayan tenido un solo problema, sean arrestados en una pequeña manifestación de una cooperativa en el Congreso Nacional. Me viene a la mente la fotografía de Bernardino Ávila que se hizo viral hace un par de días en el «verdulazo» que se llevó a cabo en Constitución, en donde se mostraba una señora levantando berenjenas del piso con un cordón policial atrás. Raro también que la otra persona que difundió foto de ese hecho haya sido Juan Pablo Barrientos.
Verlos con la cara desfigurada, presos en un celular policial, con algo de temor, realmente me duele, porque es una injusticia y no se lo merecen; es un papelón institucional.
La libertad de expresión debe ser algo sagrado. Más allá de los intereses particulares de cada medio, la libertad de prensa debe ser una garantía. Es ridículo y retrógrado llevar preso a un periodista, va en contra de la democracia y de todo valor constitucional.
Me parece que la práctica libre del periodismo es un valor fundamental de cualquier país con intención de progreso, si esto se ve amenazado, su sociedad entera también lo está.