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Perito de Lagomarsino dice que por presiones no se investiga el suicidio inducido de Nisman

El prestigioso médico forense Mariano Castex sostiene que no hay evidencias de un homicidio, pero que se busca torcer la investigación.

nisman

Por Mariano Castex

No puedo opinar sobre el informe oficial de Gendarmería Nacional (GN) porque no lo conozco ni he participado en su elaboración. Sólo opino sobre los trascendidos extemporáneos que afirman reproducir lo que contiene aquél, paradojalmente, aún no entregado en el momento en que esto escribo a la autoridad judicial. Las filtraciones sobre la investigación comenzaron hace ya más de dos meses, lo que desmerece por cierto la calidad de la investigación que debería haberse mantenido secreta hasta su recepción oficial.

Pese a ello, el quehacer investigativo habitual de la Gendarmería Nacional en estas temáticas me merece una elevada opinión, como también la tengo de los miembros del Cuerpo Médico Forense y de la Policía Federal que se pronunciaron antes sobre el tema Tanatológico en el informe Forense especial  realizado en 2015 al cual me adherí. En la ocasión se prohibió incursionar en el campo de la Criminalística, razón por la cual el informe se limitó estrictamente a lo Tanatológico, corriendo por separado un informe Criminalístico en el que no participé, pero que contó un pronunciamiento por separado, bien fundado, por el colega perito por la Defensa de Lagomarsino -el Dr.Olavarría-, que me pareció inobjetable.

En cuanto al informe Psiquiátrico Oficial realizado a mediados de 2016,  con el mismo disentí informando, como lo autoriza el rito, por separado, con extensos fundamentos bien sólidos por cierto, bastando cotejar entre sí a ambos informes para calificarlos debidamente, lamentando no se haya dado importancia alguna a lo expuesto por mí , tanto intra como extrajudicialmente, habiendo primado en el pronunciamiento oficial una reducción al campo de exploración y un claro temor a contrariar, el imperio del «deseo» pro homicidio, mayoritario en la sociedad argentina y estimulado por sectores influyentes del periodismo.

Desde la mañana de enero 2015 en que fuera hallado el cadáver del fiscal, -en que consultado por radio Nacional señalé que debía hacerse una urgente, exhaustiva  y transparente investigación de esa muerte, esto es no cerrada solamente sobre el cadáver y al campo médico legal y criminalístico estrecho, sino abierta-, he mantenido la dominancia de la hipótesis del «suicidio inducido» por sobre la del homicidio -débil esta última, para mi modesta opinión- mientras no se acredite fehacientemente la presencia de una tercera persona, en el baño del lugar del hecho.

Se han cuestionado  las actuaciones inmediatas al momento del hallazgo del cuerpo del occiso y también -desde algunos medios poderosos- la escasa profesionalidad con que se actuó. Como no participé de tales actuaciones ni tengo documentación seria sobre la misma,  no puedo opinar. Ciertamente, existen duda fundadas sobre su desarrollo, dudas que condicionan en consecuencia no pocos resultados en la evolución ulterior de la investigación.

Lo que se viene ventilando por algunos medios dominantes sobre el informe elaborado por GN y pese al respeto que me merece la institución, se traduce en una elaboración compleja e hipotética, estructurada sobre algunas premisas ciertas, otras probables y otras forzadas o extremadamente vagas e incluso bordeando con la fantasía cuando no a la falsía para servir al «deseo» de los Poderes de turno. En consecuencia de ello, carente de certezas por ofrecer toda suerte de dudas fundadas en contrario al menos desde la óptica de la lógica elemental aristotélica, no puedo menos que cuestionarla en principio, únicamente aceptando como una hipótesis seria aquello que se deduce de premisas sólidas y veraces a las que es sumamente difícil empero abordar dada la maraña de medias verdades,  aseveraciones manipuladas y algunas abiertamente mendaces que como un entretejido farsesco envuelve y oculta el sendero que conduce a la Verdad.

Sirva de ejemplo tan sólo, la temática del supuesto hallazgo de ketamina, la de la fractura nasal, las lesiones corporales y la del horario de muerte, que suscitan toda suerte de dudas bien prudentes en contra de algunas aseveraciones que se harían sobre las mismas.

No quise participar de la etapa y de allí mi pedido de licencia, jamás respondido desde la fiscalía, ya que entiendo que he dicho todo cuanto desde mi leal saber y entender puede brindar sobre la temática una medicina legal y una psiquiatría forense, honestamente ejercida, en lo posible carente de sesgo y/o dirigidos a satisfacer el deseo de los Poderes de turno.

Hoy seguimos igual que ayer. Siguen dos hipótesis, una de las cuáles -la del homicidio- exige responder a inquietudes que no se satisfacen con el discurso del deseo y siembran más dudas prudentes en contrario de aquélla en la medida en que se inyecta a esta con toda suerte de brumosas aseveraciones saturadas de medias verdades, cuando no de abiertas fantasías.

La única duda prudente que se opone al suicidio inducido es el acreditar la presencia de un asesino o más en el baño en donde aparece el cuerpo de Nisman y eso por más presión que se haga no se logra, como se está haciendo hoy en día, sin desatar una oleada de dudas prudentes en contrario.

*Perito de Diego Lagomarsino.