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Nada es cómo se pensaba: el móvil del ataque al diputado y a su asesor

El principal objetivo del ataque fue el asesor del legislador. El móvil estaría vinculado con cuestiones personales.

El diputado Olibvares se encuentra en grave estado.

Nada fue como parecía en un principio. El ataque a tiros contra el diputado radical riojano Héctor Olivares y su amigo Miguel Marcelo Yandón no está vinculado con la política, ni con una mafia. Las fuentes que trabajan en el caso creen que el móvil del ataque -en el que Yandón murió de cinco balazos- podría estar relacionado con cuestiones personales de las víctimas y del principal sospechoso de haber ejecutado los disparos. Una venganza quizás.

Los investigadores creen que el protagonista del ataque es el dueño del Volkswagen Vento desde donde se efectuaron los balazos, un hombre de 42 años ligado a la comunidad gitana identificado como Juan Jesús Fernández, junto con un familiar más joven. Ese familiar, sería sobrino de Fernández, dicen las fuentes y su apodo es Cebolla.

A media tarde, la Policía Federal detuvo a un cuñado de Fernández, llamado Rafael de la Santísima Trinidad Cano Carmona, quien poseía una cédula azul que lo autorizaba a conducir el Vento en el que se hallaban los homicidas. Cano Carmona quedó vinculado con el caso, hasta ahora, por la cédula azul. El ataque ocurrió a las 6.51 sobre la avenida de Mayo, sobre uno de los laterales de la Plaza de los Dos Congresos. El sobrino de Fernández sería hijo de Carmona.

Cuando Yadón y Olivares caminaban sobre la vereda del paseo, fueron sorprendidos por los disparos que se creen hizo Fernández, con una pistola calibre 40. El hombre tenía cuatro armas registradas a su nombre, pero los registros estaban vencidos. En la vereda se encontraron vainas servidas de ese calibre. Fernández hizo varios disparos: uno dio en el cuerpo de Olivares y cinco en el de Yadón, que murió en el acto.

En el video que difundió la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, se observa como el supuesto Fernández baja del auto con dificultad. Mira el cuerpo de Yadón, vuelve a subir, y muy tranquilo se va con su coche. Del auto baja un hombre flaco, que se supone es el mencionado sobrino del autor de los disparos. Después habría tirado algunos proyectiles en un tacho de basura.

Nada es como parecía. No fueron dos sicarios profesionales los que ejecutaron el ataque. Si todo es lo como parece, el principal sospechoso atacó al diputado con su propio auto y con un arma que está a su nombre. Más llamativo aún es que luego el hombre guardó su coche diez minutos después en un estacionamiento situado en la calle Bartolomé Mitre 1444. El auto fue encontrado un par de horas más tarde. Los empleados del estacionamiento dijeron que los dos hombres parecían borrachos.

El vehículo fue ingresado por dos hombres que le dejaron las llaves a un empleado y se retiraron del lugar, secuencia que también quedó filmada por una cámara del comercio, donde esta tarde trabajaban expertos en rastros de la Policía Federal Argentina (PFA). En el coche encontraron rastros y vainas servidas. El video del estacionamiento muestra a una persona que sube por la rampa apenas diez minutos después del ataque y que camina con dificultad.

En las primeras horas de desconcierto se pensó que el principal objetivo del ataque era el legislador radical. Pero luego la ministra Bullrich dijo al mediodía, en conferencia de prensa, que para los investigadores el blanco principal del ataque era Yadón, que vivía en el mismo edificio que el diputado, con quien se conocían desde niños.

Con el correr de las horas, los pesquisas policiales comenzaron a usar un adjetivo para calificar el doble ataque: “pasional”. La misma palabra que usaban en el pasado para explicar las causas por las cuales un hombre decidía matar a su pareja. Por fortuna, gracias al avance del pensamiento feminista, ya no se habla de crímenes pasionales, sino de homicidios en un contexto de violencia de género.

Pues bien, las disgregación tiene un sentido. Detectives policiales dijeron que se trató de un crimen «pasional». Las fuentes hablan de una relación cercana entre el principal sospechoso y el asesor fallecido. Tampoco descartan una infidelidad o una cuestión económica. O una venganza por una relación no consentida.