“Democracia o corporación judicial” decía el cartel en el escenario que se instaló en la esquina de Talcahuano y Tucumán, mirando al Palacio de Tribunales. Por allí fueron pasando luego distintos “usuarios” simbólicos y relevantes del Poder Judicial, personas que al sufrir la pérdida de un ser querido tuvieron que lidiar con el intrincado y hostil mundo de los juzgados. También hablaron el fiscal Jorge Auat y la jueza María Laura Garrigós de Rébori, en representación de “Justicia legítima”. El acto fue organizado por esa agrupación luego del fallo de la Corte Suprema que anuló la elección popular de los integrantes del Consejo de la Magistratura, pero la convocatoria no se limitó a ese asunto. “No hemos venido a quejarnos de un fallo, eso es un episodio anecdótico. Hemos venido a sostener nuestras convicciones. Estamos planteando un cambio de paradigma, un cambio cultural para los tiempos que vienen”, señaló Auat. Hubo también mensajes para los integrantes del máximo tribunal. “La Corte está en un disyuntiva, debe decidir si avanza por una verdadera democratización o si se cierra a la corporación”, dijo, en referencia al futuro fallo sobre la ley de medios, Pablo Ferreyra, hermano de Mariano, asesinado por una patota de la Unión Ferroviaria que respondía a José Pedraza.
“Justicia legítima” se gestó hace seis meses como reacción a un comunicado de la Junta Federal de Cortes y la Asociación de Magistrados que reclamaba contra la injerencia del poder político en el Poder Judicial y que era una defensa a los jueces que habían beneficiado al grupo Clarín en el expediente sobre la ley de medios ante los cuestionamientos que se les habían hecho. Un grupo de funcionarios judiciales publicó una respuesta en la que reclamaba independencia tanto del poder político como de las corporaciones económicas y mediáticas y desató un debate al interior de los tribunales sobre la práctica diaria del ejercicio de la justicia y sobre la necesidad de acercarse a los usuarios del sistema. De todo eso volvió a hablarse ayer.
Los asistentes al acto se fueron juntando desde las 17. Jueces, fiscales, empleados, abogados, miembros de organismos de derechos humanos colmaron la esquina y poblaron parte de la Plaza Lavalle. Se mezclaban, entre muchos otros, los fiscales Javier de Luca, Hernán Schapiro, Abel Córdoba, Félix Crous, los jueces Alejandro Slokar, Andrés Gallardo, Fátima Ruiz López, Martín Vázquez Acuña, José Massoni –ex presidente de la Oficina Anticorrupción– y Mario Kestelboim, defensor general de la Ciudad de Buenos Aires. Víctor Dellarosa y Carlos Minela, de la Unión de Empleados Judiciales, denunciaban que Julio Piumato, secretario general del gremio, quiere expulsarlos de la conducción por adherir a los reclamos de “Justicia legítima”. Había algunas pocas banderas: La Cámpora y Miles marcaron su presencia. El Partido Humanista llevó un cartel que decía: “Teníamos razón. Elección directa de jueces y comisarios” y los que lo sostenían señalaban que “lo venimos pidiendo desde el ’84”. También estuvieron los diputados kirchneristas Carlos Kunkel, Héctor Recalde y Remo Carlotto y la legisladora Gabriela Alegre. Los organizadores calcularon que participaron cerca de seis mil personas.
Los primeros en subirse al escenario fueron unos diez actores caracterizados con pelucas blancas, togas negras y martillos de cotillón que hicieron una parodia sobre el nepotismo en la Justicia: uno de los jueces parió un bebé juez. “Lo primero es la familia”, señalaba un cartel. Luego fue el turno de los oradores. Abrió Mila Montaldo, representante de trabajadores judiciales. “Alguna oposición piensa que hablar de la democratización de la Justicia es ser oficialista y se pierde la oportunidad de ser protagonista de un cambio”, aseguró. También acusó a Piumato –que en ese momento se estaba lanzando como candidato a diputado junto a Julio Bárbaro– de poner el gremio “al servicio de la corporación judicial” al convocar a “paros desmedidos” en contra de las leyes de reforma judicial. “Incluso contra el ingreso igualitario a la Justicia, que fue una bandera de la Unión durante tantos años”, afirmó Montaldo.
Sergio Burstein, de la agrupación 18-J, de familiares de víctimas de la AMIA, señaló los largos y penosos inconvenientes que tuvo el expediente sobre el atentado y su encubrimiento y dijo que “los 85 nombres que están en esta plaza (por el monumento a las víctimas de la AMIA) siguen reclamando justicia”. Ferreyra contó que al principio apoyaba tibiamente los proyectos vinculados con la Justicia, pero luego –en parte por los argumentos de la oposición– se fue convenciendo de que había que “pararse en esta punta de iceberg” para impulsar nuevas reformas. “¿Por qué no una Corte Suprema electa por el voto popular? También hay que discutir los jurados populares. Y si se declaran inconstitucional leyes votadas por el Congreso, se puede debatir la reforma de la Constitución”, se entusiasmó.
Hugo Oyarzo, de Hijos, habló de la complicidad del Poder Judicial con el terrorismo de Estado y Taty Almeida, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, rescató al juez de la Corte Suprema Raúl Zaffaroni “y a todos los jueces y fiscales que están llevando adelante los juicios de lesa humanidad”. Raquel Witis, madre de Mariano, víctima del “gatillo fácil”, llamó a “terminar con la Justicia de doble vara donde hay vidas más valiosas que otras” y pidió “una Justicia en la que cualquiera que sepa leer pueda tomar un expediente y entender lo que dice”. En la misma línea, Auat señaló que “hay gente que no entiende que detrás de un expediente hay ríos de sangre y profundos dolores”.
Garrigós de Rébori, presidenta de “Justicia legítima”, fue presentada en broma por el fiscal Félix Crous como la “estrella del pop judicial”. La jueza recordó que algunos de los objetivos que se planteó la agrupación en su primer encuentro en la Biblioteca Nacional fueron plasmados en los proyectos de reforma elaborados por el Poder Ejecutivo y que el 24 de marzo miles de personas pidieron por una Justicia no corporativa. “Es una pena que la Corte no esté acá”, señaló. Dijo que el “el fallo” sobre el Consejo de la Magistratura “se acata”, pero que “como el agua nos vamos a ir metiendo, no vamos a dejar de reflexionar” y reclamó “más apertura, más transparencia, más democracia, porque más democracia nos va a traer más democracia”.