| Femicidio

Los fiscales también pidieron prisión perpetua para Mangeri

Dijeron que Angeles sufrió un ataque con fines sexuales y que la muerte ocurrió en el sótano del edificio. Aseguraron que la adolescente se defendió del brutal ataque del encargado del edificio.

Mangeri asistió a la audiencia.

Mangeri asistió a la audiencia.

Los fiscales del juicio por el crimen de Ángeles Rawson solicitaron prisión perpetua para el portero Jorge Mangeri y sostuvieron que el sótano del edificio de Ravignani 2360 del barrio porteño de Palermo, fue el lugar donde hace dos años el imputado atacó sexualmente a su víctima, la asesinó y ocultó su cadáver hasta que lo arrojó a la basura.
En su alegato ante el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 9 porteño, los fiscales Fernando Fiszer y Sandro Abraldes le atribuyeron a Mangeri (47) la autoría de un «abuso sexual agravado seguido de muerte en concurso ideal con femicidio».
«El autor no fue otro que el señor Jorge Néstor Mangeri», dijo el fiscal Fiszer al iniciar el alegato ante los jueces Fernando Ramírez, Ana Dieta de Herrero, Jorge Gettas y Rafael Oliden, este último suplente.
Vestido con jean y polar azul y sentado detrás de su abogado, Mangeri también hoy fue obligado a presenciar el alegato y escuchó durante cuatro horas a los fiscales con la mirada hacia el piso.
A pocos metros, estaba la fiscal que instruyó la causa, Paula Asaro, junto a su secretario, Diego Pegolo, y junto a ellos, María Elena «Jimena» Aduriz, la madre de Ángeles, quien no soportó cuando se hablaba de la autopsia y tuvo que abandonar la sala por unos minutos.
Fiszer relató cómo fue el crimen y enumeró las pruebas por las que debería ser condenado Mangeri, mientras que Abraldes fundamentó la calificación y fue quien pronunció las frases más duras para el imputado.
«Ángeles se defendió hasta que Mangeri la mató», «¿qué hacía Mangeri sin ropas cerca de Ángeles?», «Ángeles fue la primera persona en este mundo en conocer realmente quién era Jorge Mangeri, ahora lo estamos conociendo todos», fueron algunas de las consideraciones de Abraldes.
Fiszer dio por acreditado que aquel 10 de junio de 2013, a las 9.50, tal como quedó grabado en un video, Ángeles (16) regresó de su clase de gimnasia e ingresó al hall del edificio donde vivía, pero no llegó a entrar a su departamento de la PB «A» porque Mangeri «se lo impidió».
A dos años del caso y pese a que en la instrucción no se pudo probar qué lugar del edificio fue la escena del crimen, hoy, por primera vez, la fiscalía se inclinó por la hipótesis de que todo ocurrió en el sótano.
Según Fiszer, Mangeri engañó a Ángeles para llevarla hasta allí: «Tengo las expensas, tengo correspondencia para tu madre, tengo uno de tus pines que se te cayó del bolso. Usó cualquier excusa para llevarla allí y llevar a cabo el ataque», teorizó.
Para apoyar esa hipótesis, Fiszer recordó que un médico forense sostuvo que las fracturas vitales que Ángeles presentaba pudieron haber sido provocadas contra una escalera como las que conducen al subsuelo.
También dijo que quizás nadie oyó a Ángeles pedir ayuda porque «en la planta baja no se escuchaba nada de lo que pasaba en el sótano».
Además, dio a entender que alguien pudo haber lavado esa escena del crimen porque en el video del allanamiento que se hizo en ese sótano, «se observa un manchón de agua compatible con un baldeado».
Para Fiszer, el ataque de Mangeri se produjo en posición de «acaballamiento», víctima y victimario quedaron enfrentados «a modo de espejo» y el móvil fue sexual.
Añadió que Ángeles ofreció «una tenaz resistencia» hasta «con sus uñas», por lo que el imputado tenía «mas de veinte excoriaciones» compatibles con «arañazos».
Fiszer resaltó los estudios que detectaron ADN de Mangeri debajo de las uñas de tres dedos de la mano derecha de Ángeles y aseguró que la posibilidad de que ese patrón genético masculino no sea del portero era de «una en mil seiscientos noventa billones».
«O esa muestra le pertenece a Jorge Mangeri o algún ser de otro planeta pasó por Ravignani dos mil trescientos sesenta y atacó a Ángeles Rawson», afirmó.
Mencionó las lesiones paragenitales que probaban el ataque sexual y luego describió cómo Mangeri asesinó a Ángeles en «no más de cinco minutos» estrangulándola con su mano derecha y tapándole boca y nariz con la izquierda.
Recordando una de las fotos de la autopsia, el fiscal dijo: «Está dibujada la mano en el cuello».
Según el fiscal, ya con Ángeles muerta, Mangeri abandonó el sótano y dejó allí el cadáver «boca arriba por cinco o seis horas», hasta que transcurrido ese lapso volvió para atar el cuerpo con sogas en las que también se halló su ADN y un cabello suyo.
«¿Por qué Ángeles tenía una bolsa en la cabeza? Mangeri no toleraba la mirada de Ángeles muerta. No aguantó esa mirada mientras acondicionaba su cuerpo», afirmó el fiscal Abraldes en un tramo de su alegato.
Para Fiszer, Mangeri aprovechó «la invisibilidad de la tarea cotidiana» y así colocó el cadáver en una de las tantas bolsas de residuos que sacó del edificio «sin que a nadie le llamara la atención si una bolsa pesaba más o menos».
Cuando fundamentó el «femicidio», Abraldes coincidió con la querella al afirmar que «hubo una clara cosificación» hacia Ángeles y que en la causa quedó evidenciada «la visión que Mangeri tiene de la mujer: cuando no le sirvió más la desechó a la basura».
Abraldes mencionó que «la pena es castigo y ese castigo debe estar a la altura de lo que hizo el autor» y que por ello, para este caso, la prisión perpetua es «una pena justa».

Fuente: Télam


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