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Llegan el Registro Único de Violencia contra la Mujer y la tipificación del femicidio

Por Javier Sinay.

Dos acciones destinadas a combatir la violencia de género entran en juego. El 1º de enero de 2013 se pondrá en marcha el Registro Único de Violencia contra la Mujer, un registro unificado que dependerá del Indec en colaboración con el Consejo Nacional de las Mujeres –que depende del Ministerio de Desarrollo Social- y que servirá para elaborar estadísticas oficiales sobre la violencia de género. El Registro, que centralizará todas las denuncias que se realicen en distintos organismos públicos de todo el país, era reclamado desde hacía tiempo por los comités que monitorean la implementación de la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer (conocida como de Belem do Pará) y de la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (Cedaw, por su sigla en inglés).

El registro recibirá datos de violencia de género de todo el país.

Y también guardará entre sus datos los casos de violencia institucional, laboral y mediática, diferenciando en cada ítem si se trata de un caso de violencia física, psicológica o patrimonial contra la libertad reproductiva, obstétrica o simbólica.

“Que haya una articulación centralizada para recoger los datos es fundamental”, opina Perla Prigoshin, abogada especialista en género y en salud sexual y reproductiva, y coordinadora de la Consavig (Comisión Nacional Coordinadora de Acciones para la Elaboración de Sanciones de Violencia de Género). “Esos datos se convertirán en insumos para diseñar políticas públicas”.

En la presentación del proyecto, desde el CNM reconocieron que el monitoreo de casos quedó en manos de las ONG ante la ausencia del Estado, pero que ahora, con el funcionamiento del Registro Único, los números cobrarán otra dimensión. Es que la elaboración de estadísticas oficiales sobre violencia de género es una deuda en la Argentina. Para Prigoshin, los usos del Registro son múltiples: “También servirá para determinar, por ejemplo, si hay mayor incidencia de violencia laboral en el ámbito privado o estatal, y eso podría determinar conductas del Estado o de los privados; podría determinar en qué clases sociales se da con mayor asiduidad la violencia obstétrica y si esto ocurre con mayor frecuencia en los hospitales públicos o en los privados, y eso motorizaría a la Superintendencia de Seguros de Salud. En todos los casos, los datos que se releven servirán para afinar políticas”.

La creación del Registro se da al mismo tiempo que el Congreso incorpora al Código Penal la figura del femicidio e impone penas de reclusión perpetua a los hombres que asesinen a mujeres o a personas que se consideran a sí mismas con identidad de género femenino. La norma incorpora un nuevo artículo al Código Penal, el 80 bis, que establece expresamente el castigo. Además, se incorpora el inciso 4 a la norma que incluye, como agravantes, el asesinato cometido por placer, codicia, odio racial y religioso; y también por odio a la orientación sexual, a la identidad de género o a su expresión. Se incorpora el inciso 11 al artículo 80 del Código Penal como otro agravante al que cometiera el homicidio “con el propósito de causar sufrimiento a una persona con la que se mantiene o ha mantenido una relación” de pareja. “Cada vez se le estrecha más a los femicidas la posibilidad de salvarse”, dice Perla Prigoshin. “La incorporación del femicidio como agravante del homicidio me parece auspiciosa, pero no era lo que yo quería. Yo quería que el femicidio fuera un delito autónomo y en la Consavig estuvimos trabajando durante un año en un anteproyecto que abordó todas las cuestiones relacionadas con el femicidio. La tipificación es un primer paso; el Código Penal no resuelve nada, sino que marca un límite sobre el cual la sociedad debe construir conductas proactivas para mejorar la vida. Después de mucho pensar y gracias a que los medios de difusión le han dado mucha importancia al tema, creo que las condiciones están dadas para avanzar con el resto”.

Sin embargo, para la coordinadora de la Consavig no estamos, todavía, ante una época de oro en cuanto a los derechos de la mujer. “Si pienso en las olimpíadas, creo que estamos con la medalla de plata”, opina. “Hemos logrado muchas cosas, pero la lograr la medalla de oro todavía nos falta que las leyes se transformen en sentido común”.


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